Capítulo 10

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           La mayoría de los personajes le pertenencen a Stephanie Meyer, algunos son de mi autoría                                    




  TENTACIÓN


Se movía con la soltura y la elegancia que su metro noventa y cinco  de estatura le proveían, delgado  y sofisticado, Eleazar Volturi hacía gala de siglos de experiencia en materia de desplazamiento.

Quien tuviera la oportunidad de encontrarse con él,  no podía dejar de admirar sus formas distinguidas, su aire de caballero, de hombre refinado y de mundo -porque en realidad, lo era-; quien lo escuchara hablar seguramente quedaría atrapado con lo sensual que resultaba su extraño acento - el cual se había preocupado durante siglos en no perder-  y en su voz grave y profunda;  lo que a ciencia cierta   nadie sospecharía jamás,  es que estaban frente al promotor de una de las persecuciones y genocidios más grandes de toda la historia moderna.

Haciendo gala de los atributos antes mencionados, a Eleazar no le había costado prácticamente nada que la mujercita que oficiaba de secretaria de Cullen le permitiera esperarlo en su oficina.  Sabía el efecto que causaba en las mujeres, sus aparentes cincuenta años lo mostraban como un muy atractivo hombre maduro, las Sombras habían sido beneficiosas con él.


-Madmoiselle, debo atender una llamada muy importante, necesito de un lugar privado- dijo mientras tomaba la mano de Jane para besarle el dorso y mirarla intensamente a los ojos logrando el efecto conocido, el incremento de tamaño en las pupilas de ésta le indicaron que estaba logrando su cometido -  no creo que al Señor Cullen le moleste que un cliente tan importante como yo, utilice momentáneamente el espacio privado que, en estos momentos, me provee su despacho.

- C. . . claro Señor. Volturi, pase usted por favor, el Señor Cullen estará aquí de un momento a otro - respondió de pronto una acalorada Jane abriendo la puerta.

- Merci, belle femme - respondió Eleazar inclinando la cabeza a modo de saludo mientras entraba en la oficina.

El despacho de Edward estaba decorado con un estilo minimalista en tonos de gris, blanco y negro.  En primer plano al entrar se observaba un escritorio de amplias dimensiones en el que descansaba un ordenador de última generación y varios implementos de uso de oficina,  un alto  sillón ejecutivo y  dos sillones  de visita al otro lado , casi en ángulo recto al gran ventanal que dominaba la habitación, había  un sofá Chesterfield negro  al que acompañaba una pequeña mesa de café y una lámpara en la esquina,  el conjunto, completaba lo que a Eleazar le pareció un amplio ejercicio de sobriedad y buen gusto.

- Bueno, aparentemente el chico tiene algo de clase - murmuró acariciando con  la punta de su dedo índice el respaldo del sillón ejecutivo, mientras se dirigía hacia el ventanal y observaba la vista de la ciudad y del  rio Charles que éste le ofrecía.

Miró el reloj una vez más, aún faltaban quince minutos para las dos de la tarde, sabía que el muchacho llegaría a tiempo, por la información que había recopilado de él, la puntualidad era una de sus virtudes. 

Estaba impaciente por verlo en persona nuevamente, tenía claro que Edward era un Integrador, no tanto por las investigaciones que venía llevando a cabo sobre él desde hacía más de dos años, sino porque lo sentía,  podía reconocer a un "hermano" en cualquier parte del mundo, sabía que Edward era uno y además, uno muy poderoso.  Sabía también que vivía con sus tías ya que sus padres habían muerto cuando él era pequeño.  Eso claro,  solo podía significar que era un Integrador criado por brujas y que sus verdaderos  padres jamás tuvieron quizás algún mínimo recuerdo de su existencia, conclusiones  éstas que cuido mucho en no revelar a su investigador.

CUANDO NO TENGAS A NADIE CERCADonde viven las historias. Descúbrelo ahora