Capítulo 11|

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                   La mayoría de los personajes le pertenencen a Stephanie Meyer, algunos son de mi autoría                         


ELLA (parte 1)


Alrededores de Barcelona, marzo de 1630


-¿Creéis que estas también pueden servir? - dijo señalando la planta con las flores blancas.

-Claro niña, la valeriana siempre es bienvenida, ¿recordáis cuando Doña  Anna vino a nosotras  porque Maese Dorrego no podía dormir? - pregunto la anciana a la joven que se encontraba junto a ella, la muchacha asintió y luego abrió los ojos al recordar

- ¡Con esto preparasteis la infusión! . . . - exclamó al tiempo que acariciaba las pequeñas flores - creo que Doña Anna es mucho más feliz después de eso.

La mujer la miró y sonrió, la doncella tenía el don, solo que su cabeza era un poco. . . dispersa, pasaba pensando en pájaros y mariposas en lugar de prestar atención a lo que realmente tenía que aprender.   Debía ponerla en cintura de alguna manera pero es que la chica era tan dulce, que se le partía el corazón antes de siquiera levantarle la voz.  Con sus diecinueve años recién cumplidos, de talle largo y elegante como una espiga - y sobre todo con ese cabello  de color tan llamativo - ella era un imán para los hombres y para los problemas.  Aún no había encontrado a su hombre por lo tanto tenía que  protegerla hasta que éste llegara, cubrir ese cabello de color del mal agüero era muy importante, no debía llamar la atención mas de lo que ya lo hacia su belleza

La mujer ya tena muchos años cuando accedió a cuidar a la niña de una "hermana" que estaba siendo perseguida y - aunque ella no lo era, no tenía el don- había aprendido de estas el uso y funciones de las plantas para curar.  La niña de tres años paso a vivir con ella como si fuera su nieta. Se encariño con la niña nada más verla,  la nariz surcada de pequeñas pecas, las mejillitas sonrosadas, los preciosos ojos verdes, mas , cuando le quitó la pequeña capucha y observo el color de su cabello, supo que eso le traería complicaciones.

Movió su cabeza y mirando la altura del sol, decidió que ya era hora de regresar.  Tenían que pasar a ver a Don Felipe el herrero, la quemadura aún estaba olorosa y la carne se le  estaba poniendo negra, sabía lo que eso significaba. Había llevado consigo suficiente flores de lavanda para hacer la decocción y desinfectar con esta la herida, luego colocaría el hipérico que habían ido a buscar para tratar de que la piel se regenerara.

- Calla niña, y roge todo pronto que debemos volver - dijo la mujer a la chica.

Ella tomo rápidamente el faldón donde había recogido el hipérico y puso también allí la valeriana, se acomodo el pañuelo sobre la cabeza que siempre le obligaba a usar su abuela. 

Comenzaron  a caminar, saliendo del monte que estaba al lado de arroyo para seguir el camino hacia el pueblo.  El sol del mediodía estaba fuerte y comenzó a sentir demasiado calor, las manos le transpiraban otra vez y se sentía agitada.  El verano se acercaba y eso no le gustaba.   Caminaba unos pasos detrás de su abuela y estaba sintiéndose verdaderamente mal, hacía calor,  mucho, mucho  calor.

- ¿Podéis aguardar un momento? no me siento bien - dijo al pasar debajo de un frondoso árbol mientras se apoyaba en el tronco y se quitaba el pañuelo que llevaba en la cabeza.

La anciana se giro para contestarle cuando vio caer el cabello pelirrojo sobre sus hombros.

-¡ Niña no . . . !- dijo extendiendo su mano, al tiempo que sinto como era tomada por detrás y arrojada al piso, lo último que vio antes de sentir el golpe en su sien fue la mirada horrorizada de la chica.

CUANDO NO TENGAS A NADIE CERCADonde viven las historias. Descúbrelo ahora