¿Una vida común con un dragón?

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Jueves, de noche. En el mundo humano era otro día más, las personas trabajaban, otras dormían, etc. En el caso de la pelirosa, se hallaba de camino a su vivienda, con una mirada de cansancio y algo de amargura plasmada en su rostro.

-De nuevo el jefe me ha sermoneado y sin siquiera ser mi culpa...- se dijo a sí misma en voz baja. Acercó la llave de su mano derecha al pomo de la puerta de su piso -Cómo me gustaría vivir alguna experiencia... diferente- susurró, accediendo a la vivienda, cerrando la puerta.

De un par de patadas se quitó los zapatos, cenando algo de comida precocinada, dándose un rápido baño y tirándose a la cama, sin importarle nada más.

Y si, esto era la vida de Kobayashi, cómo a muchos le pasaban, trabajaban mucho, tenían un sueldo medio y no podía depender de aquello que muchos añoran, otros desean, y unos pocos afortunados tienen.

La felicidad.

A la mañana siguiente despertó temprano cómo era costumbre de ella, haciendo sus necesidades básicas y desayunando.

Al sentarse para comenzar a ingerir aquellos alimentos, sintió una fuerte punzada en su cadera

-¡Hay!- dijo con aparente dolor, levantándose rápidamente y tomando un frasco que reposaba encima de un mueble.

Sin mediar palabras, abrió aquel frasco y lo consumió por completo, dando un largo suspiro y volviendo a prepararse para desayunar.

De repente, el interfono de la puerta sonó, confundiendo a la mujer.

¿Acaso ya llegó su paquete? Negó rápidamente con la cabeza, siempre que pedía vía online solían tardar poco, pero no creía que en menos de 10 horas ya estuviera su material encargado en su puerta.

Sin más que hacer, se levantó de su silla y se movilizó a su entrada.

Al abrirla, no supo cómo reaccionar al ver a un gigante dragón de un color verde apuntar con su hocico a su persona.

Rápidamente cerró la puerta, casi esperando que lo que acababa de ver era solo otro de sus ataques de locura por estar sola por tanto tiempo.

Salió de sus pensamientos al escuchar varios sonidos extraños fuera de su vivienda, volviendo a abrir.

Ahora vio un círculo mágico formarse en su cara, para que casi al instante el dragón se transformó en una forma humanoide.

-¡Tadaan!- dijo la alegre chica aparentemente orgullosa de su truco de magia.

En si el ser que tenía en frente se asemejaba a un humano, a no ser por que tenía cuernos, una cola de dragón verde y sus ojos eran ligeramente distintos.

-¿Puedo pasar o nos quedaremos aquí todo el tiempo?- preguntó la recién llegada sin borrar su sonrisa.

Un rato después...

-¿Entonces me estás diciendo que te día permiso para quedarte aquí?- preguntó Kobayashi levemente consternada, recordando levemente los sucesos en su estado de embriaguez.

Vio seriamente a la dragona, ahora dándose cuenta de su outfit.

Su ropa se asemejaba a las de las sirvientas, y esto hizo que dirigiera momentáneamente su vista a varios calendarios pegados a la pared, con retratos de estas mismas.

Y tras eso, recordó que ella le dijo que podría tomar aquel cargo para poder quedarse en su casa.

-Estoy en deuda contigo, me salvaste la vida... ¡Y eres increíblemente fuerte!- exclamó felizmente, haciendo que la humana entrecerrara los ojos y suspirara.

-¿A qué te refieres de que soy "increíblemente fuerte"?- preguntó con confusión.

-Lograste levantar una espada de Dios ¡Nunca conocí a un humano capaz de lograr eso!- dijo, con admiración aparente.

-Yo... lo siento- cortó -siento haberte prometido algo que no puedo cumplir- susurró con pesar y dirigiendo su mirada a otro lugar.

Tales palabras dejaron en un inicio sorprendida a Tohru, pero proseguidamente se entristeció -Está bien... comprendo. Discúlpame por haber venido de un momento a otro- dijo en voz baja, poniendo una leve sonrisa forzada, levantándose de la silla y acercándose lentamente a la puerta.

Kobayashi se percató de varias lágrimas que amenazaban con caer de los ojos de la dragona.

-¿Qué es esto, culpa?- prensó, viendo cómo ella ya casi salía. Miró momentáneamente al reloj y se asustó.

La dragona abrió la puerta, dando varios pasos al exterior, pero fue detenida por una voz -¡Tohru!- gritó Kobayashi -¡¿Puedes volar?!- exclamó corriendo a ella.

Ella solo pudo sonreír entre lágrimas ante aquello, asintiendo a la pregunta.

Tras esto, pasamos a ver a Kobayashi gritando por la gran velocidad de vuelo de Tohru, sin importarle en gran medida a esta última mencionada.

Sus gritos abruptamente se apagaron al recibir una fuerte descarga en su cadera -Hay no, esto es malo- se dijo a si misma, tratando de ponerse en una posición en la cual aquella parte de su cuerpo recibiera menos carga.

Estuvieron varios minutos en silencio, hasta que la humana dijo algo que alegró a la dragona.

-Te contrataré- dijo con parsimonia, haciendo que el cuello de Tohru se girara para dirigir su vista a ella, con alegría aparente.

-¡¿En serio?!- preguntó feliz, haciendo que Kobayashi suspirara al descubrir que si la podía escuchar.

A partir de aquí, aquel día siguió con un rumbo normal, trabajando y volviendo a su casa por la noche.

Al llegar, comenzó a examinar a Tohru cómo sirvienta, dándose cuenta la muchacha que tendría mucho que enseñarle, ya que sus actos, por muy normales que a la dragona le parecieran, eran cosas que los humanos no harían.

Desde lamer las prendas para quitar las manchas a querer destruir a los repartidores o los propios muebles de su casa, por ejemplo.

Lo que más le disgustó fue el ver cómo ella cocinó su propia cola, denegando a comerla y viendo aún para más repulsión cómo quién preparó tal alimento lo ingería.

Se hizo una nota mental de revisar a partir de ahora la comida que pudiera llegar a ser servida por su parte, y esto fue tomado con mayor importancia al descubrir que su carne portaba veneno.

Quién sabía que sucedería de ella si llegara a ingerir veneno de dragón, para nada bueno seguro que no ¿Verdad?

Son Goku el dios dragón de la facción EspectadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora