Al final de cada sendero se encuentra la destrucción

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Una gran estela mística de luz se desplazaba a una inconmensurable velocidad a través del universo. Esta, de vez en cuando, se detenía en la atmósfera de distintos planetas del cosmos.

Desde un teórico punto de vista de un ser capaz de observar ese universo de principio a fin con su simple mirada, podría observar cómo varios mundos se desvanecían cómo el polvo, siendo rodeados por una aura morada cómo última acción en existencia.

Whis miró a su discípulo con desaprobación, estaba tan enfocado en llegar al planeta Tierra que ni siquiera se estaba molestando en analizar si los mundos que estaba destruyendo realmente lo merecían, o si quiera ver si albergaba vida inocente.

El ángel, sin que Bills se diera cuenta, comenzó a detenerse sólo en los planetas sin vidas o sin probabilidades de supervivencia.

No sabría la reacción de su padre al ver cómo un ser neutral estaba tomando acciones que no le correspondían y de cierta forma hacía una parte del trabajo del destructor.

Si tan solo encontrara a un buen candidato a postularse cómo hakaishin del séptimo universo, no dudaría en entrenarlo en secreto para proteger el universo que, sin desear admitirlo, se había encariñado en él por tantos millones de años habitar en este.

-¡Oye Whis!- exclamó el gato destructor -¿¡Cuánto queda para llegar a la Tierra!?- recitó su pregunta, casi ordenando por una respuesta.

-No queda mucho mi señor, aproximadamente llegaremos en 40 minutos a este ritmo de destrucción de planetas- Comentó sereno, dando su típica mirada, mientras que no se detenía, dirección a un extraño planeta de color azufre.

-Espero que esta larga espera de más de 300 años valga la pena, Saiyajin- pensó para sí mismo, esbozando una salvaje y peligrosa sonrisa, apuntando con su dedo a ese planeta recién aparecido en frente suya.

Una pequeña mota de su extraño poder se condensó en la punta, y, quedando en suspensión en el aire, juntó su dedo pulgar y índice, catapultando levemente este último mencionado haciendo que la energía se estampara en el suelo de aquel inhóspito planeta, este desapareciendo rápidamente del propio plano en existencia.

Este espectáculo, a vista de algunos podría verse hermoso, pero para otros que lograran comprender lo sucedido, se convertiría en la vista y experiencia más terrorífica que podían observar, desde la perspectiva de un mortal.

Por otro lado...

Son Goku no dijo ninguna palabra.

Sentado en la silla, totalmente serio, observaba la pasiva plática de los demás, mientras que estaba totalmente atento al ki divino de Bills.

También se percató que, a parte de que peligrosamente se acercaba a una notable velocidad a la Tierra, varios mundos con cientos de energías eran borradas por su simple paso.

Esto lo puso aún más serio. Si él venía aquí y quería destruir la Tierra, no estaba del todo seguro que pudiera derrotarlo.

Al parecer al Dios de los Deseos, título que portaba en secreto, tendría este gran problemas que lidiar por haber deseado, quizás con demasiado ahínco el encontrar un oponente formidable. Irónico ¿No?

Incluso el destino se burlaba de seres como él.

Aún estando con sus ojos cerrados, no estaba perdiendo el tiempo. A través de su estrecho lazo con Shenglong, estaba obteniendo toda la información posible sobre el Dios de la Destrucción.

De un momento a otro Lucoa se sintió aterrorizada.

Finalmente el Ki divino de Bills entró en su rango de percepción.

Son Goku el dios dragón de la facción EspectadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora