Kanna Kamui, un esperado próximo enfrentamiento.

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Al día siguiente, Kobayashi se despertó con normalidad, estirándose lentamente y dando un leve bostezo. Rápidamente se estremeció por el leve pinchazo en su cabeza. Había vuelto a beber de más.

Con un suspiro cansado, procedió a movilizarse de la cama al baño, haciendo con algo de prisa sus necesidades y proseguidamente se dirigió a la cocina.

Al parecer Tohru ha estaba allí haciendo el desayuno con su traje de sirvienta, aparentemente feliz de cómo estaba resultando su futura obra. El desayuno.

-Buenos días Tohru- saludó la pelirosa, sentándose en la silla sin no antes recoger un calmante para la jaqueca que amenazaba con no dejarla tranquila el día de hoy.

-¡Buenos días Kobayashi-san!- exclamó feliz la dragona, dejando varios platos en la mesa.

Observó con detenimiento los alimentos que reposaban en el mueble, y para su sorpresa, no había rastro de la carne de cola de dragón.

Al parecer su día no sería tan anormal como lo solía ser. Si no fuera por el hecho de que Tohru no comprendía el por qué no debía lamer su ropa para supuestamente limpiarla.

-Gracias por el desayuno- dijo, terminando su porción.

Ella sonrió ante aquellas palabras, asintiendo.

Un rato después, Kobayashi le preguntó sobre su ropa y si no se la cambiaba, cosa que Tohru le respondió que eran sus propias escamas y no necesitaba el cambiarse de uniforme.

Ante esto, la humana comprendió, mientras que escondía un poco más una bolsa de que tenía a su espalda, pero tras meditarlo momentáneamente, procedió a entregárselo.

La joven dragona se alegró por el detalle, poniéndose la prenda y dejando a Kobayashi algo celosa por el tamaño de los pechos de Tohru.

Finalmente tras un pequeño lapso de tiempo, se levantó -Debo ir a trabajar- murmuró, recogiendo sus pertenencias.

Antes de salir por la puerta le explicó varias cosas que podría hacer en su ausencia, cómo limpiar, tender la ropa y mirar en internet par aprender más cosas sobre las actividades encomendadas.

Al parecer Tohru no sabía lo que era el Internet, por lo tanto Kobayashi le dio una explicación de cómo se usaba el ordenador y cómo navegar en Google.

Tras esto, se fue a realizar su jornada.

Un rato más tarde se podía ver a la dragona que había revisado varios artículos en internet, pero no había quedado conforme del todo.

Pensó en llamar a Fafnir, pero al ya imaginarse lo que diría negó con su cabeza, pensando en otra persona.

Ante esto, se dirigió al teléfono y llamó a Quetzalcoatl, respondiendo esta al poco.

Tras una pequeña charla, la ex diosa preguntó algo que sorprendió a la hija del Dios de la Muerte, ya que no estaba enterada de que ella supiera que no estaba en su mundo.

-¿Te lo pasas bien en el mundo humano, Tohru?- preguntó.

Tras un momento en silencio, finalmente sonrió suavemente dirigiendo su vista a la bolsa que le entregó Kobayashi con anterioridad, teniendo un leve rubor feliz marcado en sus cachetes.

-Sí- contestó, escuchando un murmullo, aparentemente divertido de alguien al quién no reconocía la voz. Pero no le dio mayor importancia ante otra pregunta puesta por Quetzalcoatl.

-¿Qué te parecería hacer una fiesta dentro de unos días?-

Y así estuvieron charlando un rato, quedando que dentro de poco en la casa de Kobayashi, y apoyando a la ex diosa como "Lucoa" para no llamar tanto la atención.

Tohru quedó algo intrigada al escuchar que traería a un amigo del mundo de los dragones, pero ya vería cómo era aquel ser cuando lo tuviera delante.

Más tarde llamó a Fafnir, hablando de lo maravilloso que era un tesoro y demás temas relacionados con eso para convencerlo a venir al mundo humano.

Por otro lado, se podía observar a Kobayashi viendo desde la ventana el cielo nublado -rayos, la ropa que habrá colgado Tohru se mojará- pensó, pero rápidamente dio una cara de póker al ver varios inmensos pilares de luz ser disparados al cielo, desintegrando las nubes en el proceso.

Por otro lado, se podía ver a una niña con cuernos viendo el cielo -Te encontré- dijo seriamente a la nada.

Kobayashi ese día terminó antes, dirigiéndose a casa para recoger a Tohru y dirigirse al centro comercial, ya que la anterior mencionada quemó todos los ingredientes gracias a sus fantásticas ideas de querer acelerar la cocción de la comida.

Y así pasó el día, Kobayashi sorprendiéndose de cómo la rubia interactuaba con tanta normalidad con más personas y el cómo en varias tiendas le daban productos extra al mismo precio.

Tras haber detenido a un ladrón de una forma un tanto absurda, se dirigieron a la casa agarradas de las manos, ante la mirada de una celosa Loli que miraba a la humana con dagas.

Como en los sucesos de la historia original, Tohru vuelve al mercado a buscar unos ingredientes que se había olvidado, apareciendo Kanna en la puerta y tocando el timbre.

Kobayashi pensó que sería el repartidor, abriendo la puerta y mirando al frente, sin encontrar a nadie.

Confundida bajo su mirada encontrando a una niña un tanto extraña.

Rápidamente supuso que sería conocida de Tohru por tener cuernos y cola, pero fue sacada de sus pensamientos al precenciar como la recién llegada entraba al apartamento sin decir ni una sola palabra.

Al rato se podían ver a las dos sentadas en el piso, observándose mutuamente.

La pelirosa estuvo apunto de decir algo, pero fue cortada ante estas palabras.

-Corta con Tohru-sama- dijo la niña con seriedad -Tu la seduciste… con tu cuerpo ¡Pervertida!- exclamó.

Kobayashi no sabía que decir, pero nuevamente salió de su trance al escuchar la puerta abrirse y ver cómo Tohru ingresaba al apartamento.

La dragona se enfureció de sobremanera al pensar que Kobayashi le estaba siendo infiel al ver a las dos personas en una posición algo comprometedora desde su perspectiva, pero se sorprendió al ver a Kanna.

Tras esto, Tohru presentó a la niña y esta explicó que fue exiliada de su mundo por haber hecho una broma, y tras un rato Kobayashi se compadeció de ella y le ofreció quedarse allí por un tiempo, ganándose un mayor amor de parte de Tohru.

Tras haber comido y otro intento fallido por parte de la hija del Dios de la Muerte por darle a probar de su cola a la humana, Kanna dijo que quería jugar, yendo con un portal a un lugar apartado dentro del mundo humano.

Por otra parte, aquellos ojos rojos observaban con interés lo que iba a suceder en aquel momento.

Tuvo la curiosidad de ver cómo pelearía la hija de el único ser que se atrevió a confrontarlo en la última guerra.

Finalmente sonrió -Por fin algo de diversión- expresó mientras que permitía a sus genes saiyan fluir en su raciocinio para disfrutar más esa pelea que observaba desde su bola de cristal.

Son Goku el dios dragón de la facción EspectadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora