El silencio por un tiempo.
Se había despertado una hora antes de ir a la preparatoria. Se encontraba poniéndose el uniforme, había una tensión ya que durante esos momentos su simbionte hacía bromas acerca el uniforme, la forma de peinado que se hacía o alguna cosa que se le ocurriera.
Esa mañana no pasó eso y a Eddie le pareció extraño, nunca había un silencio; su simbionte siempre estaba despierto antes que él, podría suponer que dormía pero no sabía, no le había preguntado antes a Venom si dormía o no. En esa mañana, sentía un vacío rodearse en su cuerpo, se sentía así cuando discutía con sus padres y en la infancia. Era infeliz.
Se miró al espejo antes de ponerse la camisa. Vio su torso, su abdomen, le pareció desagradable; creyó que se veía hinchado pero a la vez sumamente delgado. A veces pensaba que necesitaba adelgazar, pero otra veces pensaba que debía comer más. Igual, no importaba cuanta comida ingiriera, a los diez minutos la terminaba desechándola en el baño, incluso había escuchado antes quejas por parte de su simbionte ya que lo hacía sentir más hambriento. Eddie solo le decía que se podía sentir mal o es un dolor de estómago y no se preocupara.
Venom ignoraba esas palabras, últimamente empezaba a preocuparse por la alimentación de su huésped, empezaba a observar los cambios drásticos de su cuerpo y sus pensamientos negativos que se formaban cuando se miraban en el espejo. Había una palabra para describir por lo que estaban pasando, y cada vez que lo mencionaba, Eddie evadía el tema, le decía que solo se sentía mal, que pronto se recuperara, o qué tal vez le cayó mal la comida. No le creía, eran mentiras, mentiras dolorosas.
–Me veo horrible–dijo con desprecio y se puso la camisa del uniforme, se la acomodó para que no estuviera tan ajustada a su cuerpo, luego se puso un suéter de dos tallas más grande para ocultar lo que la camisa no ocultaba. No podía salir sin una maldita prenda holgada en su cuerpo, simplemente le agobiaba la idea de que lo vieran como él se veía al espejo.
–Yo creo que nos vemos bien.
La voz lo hizo pasar un escalofrío por su cuerpo, no se acostumbraba a los repentinos aparecimientos de su simbionte. Sintió como si una capa cálida y llena de amor cubría su cuerpo, sentir esa presencia lo hacía sentirse así, no habían explicaciones del porqué pero le gustaba tanto sentirse así que lo olvidaba.
Una pesadez se reflejaba en su rostro; ese "nos vemos bien" por más que quería creérselo, no podía; solo miraba a un tipo lleno de inseguridades, sin un físico que atrajera a las niñas. Solo veía el reflejo de alguien tan miserable que luchaba por tener una vida decente como siempre le mostraron en los películas de televisión. Quería cumplir el estándar de muchas, el estándar de "el niño perfecto".
–Eddie, nos vemos bien.
Lo ignoró, tomó sus cosas y salió de la habitación. Se dirigió a la entrada principal y salió por esta. Miró la hora en la pantalla de su celular y se dio cuenta que iba tarde, supuestamente el autobús iba a pasar por una parada cerca de su casa, no hubo ningún autobús. No había otra solución que irse corriendo hasta la preparatoria; la escuela queda a veinte minutos desde su casa y faltaban diez minutos para las siete de la mañana. Iba a llegar tarde, claro, iba a recibir otra llamada de atención por parte de los directivos e iba a tener que pasar otra hora más en el salón, donde siempre la secretaria venía y le ponía trabajos que hacer. La odiaba.
Se alivió cuando vio la entrada de su escuela, también sonrió por el hecho de que no haya ningún directivo cerca y podía entrar sigilosamente sin reclamos y regaños. Se adentró en la gran preparatoria pasando por los diversos pasillos, que en las paredes estaban pegados algunos carteles de la organización de salud, también alguno que otro proyecto de un grupo que los directivos querrían lucir, y en el que se supone es el centro del pasillo se encontraba un gran recuadro con muchas hojas, todos los calendarios de los grupos y uno que otra nota que dejaba algún alumno por ahí. Pasó por el pasillo que conducía a los salones de los primeros; llegó hasta el tercer salón y abrió la puerta. Aún no llegaba el profesor, había ruido, y todos estaban fuera de sus asientos.
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My Dear Symbiote
Fanfiction'Mi dulce simbionte. Mi único amor'. Eddie cae en el agujero de la miserabilidad, reprocha sus sentimientos y su corazón se come vivo a sí mismo. Su amado, su único gemelo, sufre toda consecuencia de sus acciones.