VII

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¿Dulces recuerdos o recuerdos venenosos?

Cuando Eddie tenía alrededor de catorce años, Venom había llegado a su vida con extrañas sorpresas. Experimentaba más raro los cambios físicos y las hormonas, al igual que otros factores cambiaron en su adolescencia y en algunos aspectos, llegaron a afectar su desarrollo como uno. Eddie no estaba acostumbrado a las grandes porciones de comida, y mucho menos a cabezas humanas, así que le resultaba desagradable los efectos que hacía la comida sobre su cuerpo. Estos cambios no le afectaban mucho, todavía tenía la idea que iba a crecer y su cuerpo cambiaría con el tiempo; no se sometió a dietas para mantener un peso adecuado. Venom le decía que podía cuidar su peso, pero aun siguiendo comiendo porciones grandes de comida.

Eddie era completamente feliz con la vida que tenía hace tres años, su aura era tan cálida y siempre quería despertar cada mañana para iniciar un día productivo. Solo pensaba en el presente y el futuro, asegurando que tendrá lo mejor de lo mejor y no se decepcionaría a sí mismo. Ahora... si su yo antes lo viera, rompería a llorar por ver la desgracia en que se convirtió; iba a llorar por cómo ahora piensa cuando se despierta cada mañana, esperando no volver a abrir los ojos, pero también quería vivir por Venom. Realmente quería saber cómo en tan pocos años pudo caer y estar establemente mal. No se podía reconocer.

A los catorce años, tenía una fan de investigar sobre cosas impactantes que pasaban en la ciudad; su padre lo ayudaba todo el tiempo a contribuir y completar la información. Pasaban un buen rato investigando todo tipo de cosas que sucedían, sobre todo por los nuevos rumores de las nuevas investigaciones y experimentaciones de la Fundación Life. Eddie creía que adentro de esos laboratorios hacían inventos para ayudar a la humanidad, pero los rumores que surgían eran tan decepcionantes que lo hacían pensar que realmente no querían ayudar a los demás y solo pensaban en su propio bien.

Nunca supo cómo, ni porqué, pero ese día estaba adentro de esos laboratorios, rodeado de cosas tan extrañas y perdido. Ese día fue tan oscuro para él; había roto tantas cosas que ni siquiera se fijaba en qué. Corrió afuera del edificio, algunos tipos de la guardia de seguridad corrían detrás de él, con algunas armas que disparaban tontas balas en dondequiera; una de ellas le alcanzó a darle en la pierna derecha. Gritó de dolor, soltando sangre, pero aún así seguía corriendo; al menos para llegar al centro de la ciudad y pedir ayuda. Corría por los grandes árboles, logrando esconderse en uno de ellos y entre arbustos; para darle la debida atención a su herida. Llevó una mano a la pierna, está se empapó rápidamente de sangre y eso hacía que soltara un chillido de dolor; le asustaba desangrarse y morir por aquello. Rompió una parte de su pantalón para enrollar la tela sobre su pierna y detener el sangrado; realmente lo asustaba y le dolía.

Los hombres seguían buscándolo, pasaban de un lado a otro, siguiendo tirando balas y gritándose uno al otro. Eddie no quería meterse en graves problemas, solo estaba escapando de unos chicos de su curso porque querían intimidarlo. No se imaginaba lo que podía ver en esos laboratorios; todos los cuerpos de los humanos que fueron un experimento, tirados en el suelo como si fueran un costal de papas. Habían sustancias de diferentes colores yéndose de un lugar a otro; una de esas sustancias lo perseguía y esa fue la principal razón por la cual corría. No tenía ni idea de lo que esas cosas podrían llegar a hacerle; tampoco sabía de donde eran, de donde las habían sacado y para qué. Tenía tantas dudas, pero no había respuestas y lo más seguro es que nunca las tendrá.

Siguió entre los arbustos y árboles, con miedo de salir y volver a correr, pero tenía que pedir ayuda o su herida iba a empeorar. Los murmullos de los hombres se escuchaban lejos de donde se encontraba Eddie, solo esperaría unos segundos más para que no se escuchara completamente las voces. Esperó durante minutos, y las voces seguían sonando, sentía la presencia de los hombres acercase aún más a su escondite. La desesperación subía en su cuerpo, tenía ganas de salir corriendo de ahí; pero simplemente no podía, no podía ser tan sigiloso para hacerlo.

Se movió un poco por los arbustos, causando ruido y atrayendo a los hombres que lo buscaban... de ahí, no volvió a recordar nada; es como si su mente quedara en un blanco total y despertara totalmente raro y en casa. Habían imágenes que se proyectaban bruscamente en su cabeza; trataban de él corriendo por todo el puente de San Francisco, dejando un camino de sangre y con la vista nublada. Recordaba que había algo que lo ayudó, algo que mató a los hombres que lo seguían y lo ayudaba a correr más rápido. No sabía exactamente qué era lo que pasaba, se sentía completamente raro, como si algo haya entrado dentro de él y lo invadiera. Eso fue lo único que recordó.

Cuando despertó, sus padres estaban alrededor de él preocupados. Se sentía desconectado del mundo, sin tener idea de que fue lo qué pasó.

–¡¿En donde te metiste?! ¡¿Por qué estabas herido cuando llegaste a casa?!–gritó su madre; en este momento no sabía si estaba preocupado o enojada con él; su madre podría culparlo de tantas cosas, que por lo último que se preocuparía es por su bienestar.

–¿No querrás calmarte? Lo preocuparás aún más–habló el hombre mayor, con un tono relajado. Sujetaba la mano de Eddie con la suya, pasando dedos por los suyos. Su padre se preocupaba más por él, por su bienestar que culparlo por todo.

–Necesitamos una explicación y tú hijo no quiere abrir la boca desde que llegó–el ambiente estaba tenso, Eddie sabía que significaba eso; iba a comenzar otra de sus discusiones.

–Se desmayó y fue por tu culpa. No parabas de culparlo sin saber nada–el tono de voz de su padre empezaba a subir. Mostrando su molestia.

–¿Mi culpa? Eddie tiene la responsabilidad de cuidarse, no estaremos detrás de él como unos malditos perros.

Eddie se alejó de la sala, caminando a su habitación. Odiaba cuando sus padres discutían sin parar, los gritos a veces no lo dejaban dormir y se culpaba. Recuerda que una vez su madre le dijo que se tuvo que casar con su padre por problemas económicos, además de que ya estaba embarazada de él cuando estaban apunto de separarse. A Eddie no le gustaba que sus padres solo estuvieran juntos para cuidarlo, y ahora estuvieran peleando todo el tiempo y trataban de ocultarle los problemas económicos y la falta de comunicación. Fingían que todo estaba bien a la mañana siguiente, se comportaban como lunáticos tratando de arreglar la familia y eso le afectaba poco a poco a Eddie.

Ahí fue cuando su vida y la estabilidad empezó a irse de sus manos. Esa noche, al llegar a su habitación, se sentía sumamente diferente, una sensación tan extraña y un hambre incontrolable. Ignoró ese tipo de cosas y se recostó en la cama un poco exhausto. En esa noche no pudo dormir, como las otras tres noches anteriores; los pensamientos rondaban por su mente, solo podía recordar lo qué pasó en el edificio y en el bosque, de eso, todo se volvió blanco y lo confundió aún más.

Aquí fue donde empezó todos sus problemas.

My Dear SymbioteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora