XI

384 49 31
                                    

Epílogo.

Superación

Cuatro años después de la última vez que se vieron, Eddie empezó a perder la cabeza aún más, por el hecho de preguntarse todo el tiempo, "¿que estará haciendo Venom?" Se preguntaba si Venom ya lo había superado e incluso hasta olvidado, pero también confiaba en las últimas palabras que le dijo su simbionte. Su vida no mejoró a lo mucho; se había mudado a un sucio y pequeño departamento, que apenas podía pagar al fin de mes; también perdió el contacto con sus padres después de que lo echaran de la casa, no había un número de teléfono, no le siguieron pagando sus estudios por lo cual tuvo que conseguir un empleo. Tampoco le fue muy bien en ello, en total había conseguido nueve empleos y en ocho de ellos lo despidieron; se tenía que conformar con su trabajo de camarero.

No obtenía suficiente dinero para la universidad, ni para sobrellevar una vida alimentaria sana. Sus ropas no eran de lujo y tuvo que aprender a tejer y coser para hacerse sus propias prendas. ¿Cómo? Una de sus vecinas se lo propuso y le ayudó, aunque no eran lo mejor ni lo más bonito, podía estar protegido. También tuvo que aprender a cocinar con lo muy poco que tenía, aunque prefería las comidas instantáneas, no era lo más saludable. Tuvo que aprender a crecer y dejar el pasado atrás, superar el hecho de que lo hayan dejado roto y haber tomado una decisión que años después se arrepentiría. Supo que las cosas vienen y van.

Ya no era un niño y jamás lo fue, nunca experimentó ese sentimiento de emocionarse por lo que sea, tomar un helado con sus padres en los tiempos libres o que le compren un globo en forma de algún animal. Nunca lloró enfrente de sus padres ni de otras personas por miedo a que le digan que era débil, no mostraba sus sentimientos ni sus malestares y prefería ser un niño callado. A su corta vida aprendió que para que los demás lo amen debe acomplejarse a ellos, mostrarse y ser alguien que no fracase en lo que hace, pero tampoco debe festejar sus logros. Aprendió e imitó tantas cosas que están mal que hubo consecuencias en él; creía que nunca sería amado una vez haber dejado a lo que en realidad lo hacía feliz. 

En muy pocos años volvió a lo que era antes, solo que esta vez ya no estaba en un hogar familiar, ya no estaban sus padres con él, pero siempre tenía esa sensación de verlos, sentir su presencia y escuchar una de las tantas discusiones que solían tener cada día. En este tiempo su última felicidad se desvaneció poco a poco, y un rencor sin razón comenzaba a crecer por aquellas personas que nunca notaron lo tan arruinado que estaba. Durante esos años supo cómo guardarse sus sentimientos, no volvió a derramar una lágrima en cuatro malditos años. Sin embargo; sus emociones usualmente lo terminaban controlando a él, lo metían en un agujero más grande en el que ya estaba. 

Cada mañana que se levanta para arreglarse, su mente juega con él y se ve en el espejo como si estuviera a Venom en su rostro; en cada cosa que podía reflejar su cara podía ver a Venom en ella. Escuchaba su voz, cuando le decía que hacer en cada cosa, sus consejos, sus consuelos, sus palabras amorosas, que lo llamaba por los apodos que se ponía; podía escucharlo como si aún estuviera en su cuerpo, sentía que estaban unidos y la presencia de Venom todos los días. Había días que podía sentir en que cuerpo estaba Venom ahora. 

Justamente estaba trabajando, lavando los platos sucios de los clientes, y los demás trabajadores preparándose para cerrar la cafetería; acomodando algunas sillas, fregando el suelo y otros limpiando las ventanas. Cuando terminó de lavar los platos, los empleados ya se habían ido a sus hogares a pasar la navidad, supo que se tenía que hacer cargo de cerrar el lugar, pero antes de que pudiera quitarse el mandil, una persona entró al lugar, se veía apresurado y se quedó quieto enfrente del mostrador, viendo el menú. Eddie pensaba que solo iba a ser un cliente normal, que pediría y luego se iría.

–¿Puedo pedir su orden? – preguntó; Eddie supuso que debía preguntar, habían pasado exactamente dos minutos desde que el cliente miraba el menú. Volvió a esperar unos cuantos segundos, los necesarios para que el hombre hablara.

–¿Podría darme un frappuccino de chocolate? – Eddie asintió la cabeza. Le hizo un nudo al mandil y se propuso a preparar el pedido. Los pensamientos de antes y de todos los días, volvieron, haciéndolo creer que el simbionte estaría en el cuerpo de ese hombre; como las miles de veces que lo ha imaginado y pensado. Solo los ignoraba y seguía haciendo el café. Por mera curiosidad subió la mirada para buscar la tapa del envase, logró ver como un tentáculo negro agarraba la mano del hombre. Podía jurar que se estaba mareando en ese momento, dejó caer el café y se quedó en estatus de shock; el hombre que estaba sentado esperando su pedido, se levantó con brusquedad al oír el desastre que se hizo. 

–¿Sucede algo, joven? – preguntó el chico. El tentáculo que estaba agarrando la mano, se escondió rápidamente al oír el ruido. 

–¿Disculpa? Oh, no, fue muy torpe de mi parte, lo siento. Le haré de nuevo – Eddie bajó la mirada y recogió el vaso que se cayó. Un sentimiento melancólico estaba creciendo, un rencor y dolor también. Estaba seguro lo que había visto y sabía que Venom encontró la felicidad que él nunca pudo dársela. Volvió a hacer el café, y le hizo una señal al chico para que viniera por el. 

–Gracias...Solo una cosa. Sé que sabes lo que viste, olvida eso, si es que quieres que tu amado sea feliz...Feliz navidad, Eddie Brock –sonrió, dejó dos billetes de un dólar, tomó el café y salió de la cafetería.

Eddie no podía creer que acaban de amenazarlo con la felicidad de Venom. No podía creer que se habían visto una vez más solo que alguien estaba por de medio. Su mente jugó sucio de nuevo, empezaba a preguntarse si Venom lo superó tan rápido, si había dejado de sentir algo por él. Los celos aumentaron, la envidia igual; no quería que Venom fuera más feliz que él o cuando estaban juntos, no quería que encontrara el verdadero amor. Estaba tan celoso por ello, era un egoísta por querer que el simbionte no fuera feliz, igual, él mismo se lo había pedido, pero creía que nunca iba a encontrar a alguien mejor, ¡Era solo una mentira! 

Esa noche volvió a llorar como la primera vez que lloró por Venom, haciendo crecer su rencor y odio por la felicidad que generó. Y por fin creyó que su historia de amor solo fueron mentiras y será una etapa por el resto de su vida.


Fin...

My Dear SymbioteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora