VI

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Una sociedad oscura

Era hora de volver a salir de la oscura habitación e intentar dejar atrás la soledad que había desarrollado durante este mes. Era momento dejar de temer por lo que dirán los demás, dejar de tener una escasez de amigos y la única persona con quien hablaba era un alíen que ahora relativamente estaban alejados. Esta vez, tenía que salir a la luz, volver a esforzarse para mejorar su vida y empezar desde cero. Dejar los días oscuros y llenos de lágrimas atrás; pasar un buen rato con personas, y romantizar su vida. Era momento de hacer realidad su vida soñada, cumplir con los deseos que había tenido de niño y volver acercarse a sus padres.

Eso es lo que quería que pasara, ¿no? Lo intentó por unos días y todo terminó siendo peor de lo que imaginaba. Durante el descanso, se había sentado con el grupo popular de la escuela; recibió miradas asquerosas por parte de las personas y le dijeron que no se volviera a juntar con ellos. En el segundo día de intento, trató de acercase a otros alumnos que nunca les había hablado; pensó que iba a salir mejor esta vez, pero solo lo volvieron a rechazar y le dijeron que no aceptaban raritos con esquizofrenia. Al tercer día, ya era un blanco de burlas y bromas pesadas por parte de los demás. Ya nadie en la preparatoria lo quería, ni se animarían a socializar con él. Lo tenían clasificado como el alumno con problemas mentales y un rechazado social. Lamentablemente, no tenia a ningún otro amigo que lo defendiera de esos insultos; podría dejar a Venom que lo defendiera, pero asustaría a todos y las cosas empeorarían. Así que solo le decía a Venom que se tranquilizara y que luego hallarán a alguien que si quiera estar con ellos.

Nunca llegó ese alguien. Ahora durante los descansos, se sentaba en una mesa, apartados de todos. Aún así, seguía recibiendo insultos de los demás; unos realmente no lo hacían sentir mal, pero otros realmente lo destrozaban. Tanto era ese sentimiento que se iba sigilosamente a los baños a llorar. No le avergonzaba llorar; le avergonzaba verse en el espejo y preguntarse a gritos porque no podía tener una vida perfecta como siempre se la imaginó. Se culpaba a sí mismo y Venom le rogaba que dejara de hacerlo, porque creía que lo estaba culpando a él y lo debilitaba a más no poder. Eddie dejaba de pensarlo, porque de verdad no podía esconder ese sentimiento, la culpa siempre fue grande e intimidaba al simbionte.

Quería decirle a sus padres que lo dejaran de estudiar en casa o lo cambiaran a otra preparatoria. Pero cuando tenia la oportunidad de hablar sobre esto con ellos; le decían que solo eran cosas estúpidas que pasaban entre los jóvenes actuales. Ignoraban sus lágrimas, ignoraban sus sentimientos y ni siquiera les importaba si su hijo estaba mentalmente mal. Las veces que miraba a sus padres en casa, ellos terminaban saliéndose de la casa para no hablar con su hijo, para no hablar sobre estos temas y ahorrarse varios gritos. Eddie estaba cansado de que sus padres lo ignoren, pero sabe que no puede hacer nada para que ellos lo escuchen. Solo terminaba desahogándose con Venom; algo inútil porque Venom también se sentía tan decaído y establemente mal.

Era una mañana del miércoles, se preparaba para ir a la escuela con una gran pesadez. No tenía ganas de volver a soportar todo tipo de insultos y que los profesores se hagan idiotas y no hagan algo para detener todo el acoso que recibía Eddie. Podría asegurarse que Venom también se sentía harto de que fueran un blanco de burlas, harto de las bromas verbales que le decían a mitad de clases y que los directivos no dijeran ni una sola palabra al respecto. Eddie ya les había dicho el mal trato que recibía por parte de los demás alumnos, pero solo le dijeron que así se llevan y trate de hablar con ellos. Se sentía completamente débil por no hacer algo cuando lo insultaban, solo retenía las ganas de soltar lágrimas y se quedaba callado.

Repitió la misma rutina de todas las mañanas; cambiarse, arreglar su cabello, desayunar, lavarse los dientes y finalmente salir y tomar el autobús más cercano que lo llevara a la escuela. Las rutinas mañaneras era las que más odiaba; en todo el trayecto, no podía hablar con Venom por las personas que lo rodeaban. Eran los momentos donde más solo y necesitado se sentía; sin poder hablar con los demás, terminaba en el mismo rincón de la caja por donde ha permanecido los últimos años.

My Dear SymbioteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora