III

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Una disculpa no resuelve una vida

Era domingo por la mañana, todavía era temprano. Eran alrededor de las siete de la mañana. Sentía poco sueño, no había dormido en todo la noche, sentía su cuerpo totalmente pesado y cansado, sentía sus ojos arder, estaban completamente rojos y sus párpados estaban hinchados. No quería levantarse de la cama, quizás trataría de dormir una hora o dos. Su cuerpo le pedía a gritos desgarradores que le diera un descanso del mundo real y se sumergiera en la comodidad de sus sueños, donde todo era como él quería. Si era así, la hora de dormir era el único momento donde podía irse de la realidad, pero hasta en sus sueños se sentía tan cansado.

Se levantó con mucho esfuerzo, no quería hacerlo. Necesitaba descansar, dejar de preocuparse por cosas tan insignificantes. Aunque su relación con su simbionte no era insignificante, era lo mejor que pudo haberle pasado en su miserable vida. La primera vez que se vieron fue lo mejor para él, después de unos meses, Eddie cayó completamente enamorado de la atención y caricias de Venom, que le juró amor eterno. Venom también cayó enamorado del cuerpo, personalidad, y amor que recibía de Eddie. Ambos cayeron pero pensaban que no eran amantes, solo amigos que estaban reprimidos y escondidos uno del otro que jamás pensaron ser más allá que una simbiosis.

Se fijó lentamente por el marco de la puerta si sus padres estaban en casa; sus padres nunca están en casa, a veces solo los miraba minutos y luego desaparecían y no los volvía a ver. Estaba cansado de ellos, quería estar lejos de ellos pero sabía que si trataba de mantenerse él mismo terminaría pidiendo limosna afuera de las tiendas. Prefería soportar el dolor que le causaba estar en la misma casa que ellos. Los despreciaba y los culpaba por como estaba ahora, solo, con problemas psicológicos y alimenticios. Padeciendo bulimia y anorexia.

Si ellos lo hubieran cuidado y amado desde un maldito principio jamás estaría como está ahora. Si le hubieran puesto atención nunca se hubiera intentado quitar la vida más de tres ocasiones. Venom era quien lo salvaba, era quien lo cuidaba y le recordaba la razón por la cual sigue aquí de pie y con vida. Caería en un profundo vacío cuando su simbionte dejara de ponerle atención. Ya ni siquiera se hablaban. Venom ya no lo cuidaba, ya no estaba ahí para decirle cuanto lo amaba y él ya no podía decirle cuanto lo ama. Ambos se estaban cayendo, pero no querían pedir ayuda, y aunque la pidiera, sus padres nunca lo escucharían ni lo llevarían con un profesional.

Pasó por la pequeña sala acogedora, y caminó hasta la habitación de sus padres. Estaban dormidos; los domingos siempre descansaban, igual forma nunca los quería ver a la cara esos días. Dio pasos atrás, caminó hasta la cocina y agarró una barrita energética del cajón derecho. Volvió a su habitación y posiblemente se encierre toda la mañana en ella, intentando hablar con Venom o concretarse en todas las tareas que tenía pendientes y que los profesores ya le habían dicho que las hiciera o podría sacar mala nota. Sus preocupaciones se apoderaban de él todos los días, su mala vida lo consumía y le era imposible concentrarse en las actividades.

En la secundaria, Venom lo ayudaba hacer las tareas, más por su rapidez que lo hacía. Algunas veces lo hacía todo mal y lo terminaban regañando por eso. A veces en clases lo ayudaba a escribir más rápido cuando el profesor decía que iba a borrar lo que había en la pizarra, también otras veces lo ayudaba a hacer maquetas y proyectos que le dejaban. Siempre que lo ayudaba era tan feliz y se sentía completo, lleno de seguridad.

Se sentó en la silla de su escritorio, agarró su cuaderno de biología y echó la cabeza para atrás. Una lágrima cayó por su mejilla derecha al recordar los buenos momentos donde él y Venom eran tan cariñosos, y verbalmente unidos. Se lamentó, quería golpearse a sí mismo por como estaban su simbionte y él. Le daba tanta rabia haber dejado que esto terminara, que no pudo prometer su amor eterno. Quería explicar todo pero a la vez no quería decir nada.

–¿Por qué tuvimos que ser tú y yo? ¿Por qué estamos así? Cariño, yo sé qué hay una explicación, por más que sea, dámela–rogó; sabía que su simbionte lo escuchaba y lo entendía. Sabía que no iba a decir nada como las otras veces que intentó hablar con él. Estaba tan cansado de todo lo que estaban viviendo. Podía jurar que una sola palabra o caricia de Venom le salvaría la vida.

–Sé que me escuchas, y sabes que pienso. Por favor háblame.

–Eddie, ya te lo habíamos dicho. Nos sentimos tan cansados como para comunicarnos.

–¿Hay algo que pueda hacer?–ahogaba los pequeños sollozos que querían salir, sus lágrimas delgadas empezaron a ser lágrimas gruesas y nublar poco la vista de Eddie. El simbionte no respondió por unos segundos, se quedó todo completamente en silencio. Eddie mordía ligeramente su labio inferior para evitar soltar ruidos de llanto, secaba sus lágrimas con la manga de su suéter. Estaba tan apenado por esto.

–Escucharnos.

Eddie no respondió a eso; sabía a qué se refería con eso de escuchar. Sabía que esto era su culpa, no le había puesto tanta atención a su amado y dejó que Venom se hiciera cargo de ambos. Dejó toda la responsabilidad a su amado, lastimó a su amor.

–Yo, yo lo siento tanto Venom.

Las palabras querían salir de su boca, pero no sabía cómo decirlas, tenía miedo que por eso su simbionte le deje de hablar. Por ocultarle tantas cosas, que él ni siquiera sabía cómo se ocultaban de Venom, ni sabía porque sus sentimientos estaban tan escondidos. Quería decirle más que un "lo siento", quería decirle lo mucho que lo amaba y que trataría de mejor las cosas. Pero sabía que solo iba a ser una mentira, que volvería a caer en el vacío sin salida. Como si su estado fuera un bucle, llena de dolorosas mentiras que algún día las haría verdades.

–No te escondas de nosotros.

–Yo no me escondo de ti.

–Claro que lo hacemos, nuestros sentimientos están escondidos y reprimidos por nosotros y para huir de nosotros. ¿Por qué te escondes de nosotros?

Eddie no sabía que decir. Creyó que Venom jamás se enteraría de lo que pasaba con sus sentimientos. Sabía que no podía ocultárselos por siempre, pero tampoco quería que supiera que se "escondía" de él. Simplemente creía que no estaba listo para dar el siguiente paso con Venom; le daba tanto miedo que lo terminara dejando por eso. Le daba miedo esta vez ser un perdedor sin su simbionte, sin su Venom, que lo alentaba todos los días a seguir adelante. Que lo cuidaba tanto, que para ante la vista de él, era un muñeco de tela que algún momento se podía romper y cada vez que había un grieta en él, Venom era como la aguja que une las partes, dejándolo casi débil pero fuerte a la vez.

–Yo no quiero esconderme de ti.

–Dejemos de ser tan egoístas, entonces.

Eddie sintió un toque de su hombro que empezaba a expandirse por todo su cuerpo, cubriéndolo desde el interior. Después de unos días, sintió la calidez que sentía antes. Quería llorar, romper en un llanto, pero un llanto de felicidad. Sentía que por fin podría arreglar las cosas de poco a poco. Que podría arreglar la vida de ambos. La soledad lo apoderaba y se acostumbraba a eso, que hacía sentir la calidez tan extraña y nueva. Podía sentir que su corazón latía más rápido, sentía nervios y amor; una rara combinación, tan abrumadora y tan acogedora a la vez.
Podría arreglar todo.

–Una disculpa no resolverá lo que nos hicimos.

Y de nuevo, sintió la soledad volver a rodear su cuerpo.

My Dear SymbioteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora