IX

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De vuelta al inicio

Eddie se sentía perdido, simplemente perdido. Era la única palabra que podía describir por el momento que pasaba. Ambos estaban perdidos, no había alguna manera de que sepan cuando comenzaron las cosas y cuando terminarían, sentían que todo volvió a como antes pero con una historia diferente, con un pasado diferente listo para arruinarles de nuevo su esfuerzo. La presión por empezar bien las cosas no ayudaron en lo absoluto; solo quedaba con aceptar que esto no tenía un final feliz, y que probablemente cuando llegue ese final feliz, no estará respirando.

Estaba devastado con seguir intentando las cosas, con esforzarse una y otra vez y no conseguir nada, no tener ningún tipo de cambio. Estaba hecho en pedazos, que eran muy difícilmente de unirlos; Venom ya no podía unir esas partes que se rompían no literales. Su alma estaba cansada, su mente estaba por colapsar, su cuerpo físicamente estaba cansado, su Venom también estaba cansado. La ansiedad, la frustración subían cada día, la desesperación, y la falta de amor eran enormes; no podía pensar en otra cosa que solo fuera él fracasando con una vida que nunca quiso. No había forma de que saliera de su trance, estaba malditamente lejos de su salida a sus problemas y cada día hacía más y más. Estaba exhausto.

Daba lo mejor que podía hacer todos los días, socializaba y seguía las cosas que la gente quería que los demás siguieran para aceptarlos, hacia lo que podía y nadie lo notaba. Nadie sabía sus sentimientos y ni siquiera estaban interesados en ellos; sentía que nadie lo quería, lo rechazaban constantemente y lo dejaban a suerte. Nadie se dio cuenta de su esfuerzo, de lo cansado que se veía por intentar llevar la vida que soñó tener algún día, nadie se dio cuenta de su tormenta, pero tampoco quería ser directo que con lo que sentía, no tenía a nadie como para pedir ayuda. La gente lo odiaba, no lo dejan disfrutar su juventud, ni lo aceptan en nada, ¿qué se podía esperar de un tipo así? Nunca hubo algo bueno en él.

No es genial, ni lindo, tampoco sigue los estándares por más que se esfuerce, no es lo suficientemente inteligente para él, tiene peleas con él mismo todo el tiempo e inseguridades, ¿quién realmente lo aguantaría? Nadie, pensaba que tenía merecido por lo que pasaba, nunca fue un tipo amable y cariñoso con los demás; sin embargo, no era toda su culpa, un pequeño como él nunca le haría daño a nadie, su pequeño jamás trataría de lastimar a alguien. Él nunca tuvo la responsabilidad de las emociones de los demás, pero lo hacían sentir culpable, lo hacían creer que era egoísta. Se obligaba a ayudar y a aconsejar, cuando nadie hizo eso por él, nadie se tomó un maldito minuto en preguntarle cómo estaba y aún así seguía preocupándose por idiotas. No le gustaba hacerlo, quería que la gente sintiera lo que él sentía, que la gente supiera como es sentirse solo y sin ayuda, pero había una parte que se lo impedía.

El amor nunca llegó, y no espera que llegue; arruinó el único amor que recibía y ahora se sentía más solo que antes. Los buenos momentos se fueron, el amor se ha ido, la felicidad nunca estuvo en él; realmente tenía la vida arruinada, emocionalmente estaba tan cansado que no tenía ánimos para nada, no quería levantarse a mejorar las cosas y fracasar de nuevo. Dejaría que las cosas pasaran, lo que tenga que pasar, no haría nada para impedirlo, porque ya no tenían ningún tipo de interés y se sentía tan perdido en la vida, en una enorme ciudad que sentía que no podía encajar, por más que lo intente. Vivir no era lo suyo, solo tenía miedo de cómo dejar de hacerlo, no quería dejar solo a su simbionte; él no tendría porque pasar una soledad buscando otro huésped que lo quisiera igual que Eddie, vivir tratando de sobrevivir.

Odia su vida, odia la sociedad, odia vivir, odia estudiar, odia lo desinteresado que es acerca de sus problemas escolares, odia lo inútil que se ha vuelto, odio con tanto repudio su cuerpo y a él mismo. Odia sentirse tan solo en un mundo lleno de gente, odia no tener a nadie para que los ayude a ambos, odia haberse dejado caer en el fracaso y la decepción. ¿Cuándo volverá esa luz en su camino? Pero ni siquiera tiene un camino, solo va a seguir a donde quiere que vaya, no hay una meta, las odia.

–¿Qué es lo que nos mantiene tan pensativos?–salió Venom del cuerpo de Eddie, por la parte de su hombro. Viéndolo sentado en el sofá de la casa; solo estaba cambiándole canal por canal para encontrar algo interesante, mientras tenía sus cosas de la escuela en la mesa larga pero de pequeña altura de madera oscura. Eddie absolutamente sigue sin acostumbrarse a las repentinas apariciones del simbionte; realmente no es que lo haga mucho.

–Mi vida apesta y pienso sobre ella, ¿por qué?–Venom se movía de un lado a otro, sin dejar de mirar a los ojos marrones de Eddie, intentando a que tuvieran contacto visual.

–No nos gusta cuando piensas eso.

–No es para tanto. Pero deberías esconderte, mis padres están apunto de llegar y si te ven, podrían empeorar las cosas–Eddie nos despegaba la mirada del televisor, que ningún canal duraba más de cinco segundos porque le cambiaba al siguiente. No le gustaba hacer contacto visual con el simbionte, su mirada lo hacía sentirse vulnerable.

–A ellos no les importaría.

–Les importo cuando les conviene–quitó la mirada de la pantalla para esta vez ver los ojos largos y blancos de Venom. Intentando desviar en pocos segundos la mirada, se sentía tan devorado por ojos del simbionte.

–¿Esto les conviene?

–¿Echarme de la casa? Por supuesto. Han tratado de deshacerme de mi por meses–podía sonar sarcástico, pero nunca le pareció buena la idea, nunca se sintió querido por sus padres; creció sin amor y se acostumbró a la soledad de una mamá y de un papá y un hijo.

–Pero no pueden hacerlo.

–Al momento de cumplir la mayoría de edad, verás todas mis pertenencias fuera de esta casa.

Venom no volvió a responder y se volvió a meter en el cuerpo del humano. Eddie se acostumbró tanto que no sintió nada raro cuando la presencia del simbionte dejó de estar en la sala. Apagó la televisión y volvió a ver sus cosas que posaban en la mesa, había acabado las actividades extras y no sabía nada más que hacer. Eran alrededor de las nueve de la noche, y ya sentía una gran pesadez en sus párpados, pero tampoco quería ir a dormir temprano. Las noches eran su último momento para estar en un completo silencio sin peleas internas, solo se quedaba mirando al techo y esperaba quedarse dormido.

Solo esperaba quedarse dormido y no volver a despertar.

My Dear SymbioteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora