The Last Revolver | Homicidal Liu

IV. Invierno

La nieve cubrió todo en cuanto el invierno llegó. Las festividades de esa época nunca fueron mis favoritas, pues solía estar sola.

Cuando era niña, recibí un regalo de navidad, era un revólver.

Me había criado sola, en un lugar oculto en el bosque, dónde de vez en cuando recibía la visita de un hombre alto y sin rostro, el mismo que me dió está arma.

Nunca quise hablar de mi familia porque nunca la tuve, hasta que apareciste tú.

Aquella tarde en la víspera de Navidad, me pediste que nos reuniéramos en nuestro lugar especial, aquel árbol que nos había acompañado durante todo el tiempo que llevábamos juntos.

El árbol donde nos dijimos "hola" y ahora nos diríamos "adiós".

Sin importar cuánto me costara aceptarlo, sabía que tarde o temprano tendría que cumplir con mi destino, que, en este caso, se resumía a las órdenes de mi superior.

—Al fin llegaste —sonreíste al verme llegar y yo correspondí, aquella sonrisa que tanto me gustaba.

—Lamento la demora, tuve que recoger algo antes —me excusé.

—¿Acaso un presente para mí?

—Tal vez —un nerviosismo comenzó a invadirme. —Dijiste que me dirías algo importante, ¿Qué sucede?

—Dalia... Todo este tiempo que hemos compartido juntos, has sido un ser maravilloso conmigo —comenzaste.

Tenía muchas ganas de volver a morder mis uñas como ese día de primavera, pero no podía mostrarme nerviosa, no aún.

En mi mente solo repasaba una y otra vez todo aquello en que se había resumido mi vida: el servir a aquel hombre sin rostro del bosque.

—... Es por eso que me estaba preguntando, Dalia... —volví mi atención hacia ti, temiendo por tus notables intenciones.

—Dilo —solté, mi voz estaba medio quebrada ya.

—¿Serías mi esposa? —preguntaste, buscando en tu abrigo la cajita, pero te detuve antes de que pudieras hincarte.

—No puedo hacerlo Liu —mi voz temblaba más. —No puedo hacer esto.

—Entonces, haz lo que veniste a hacer —dijiste serio.

La orden de mi superior, escrita en aquella nota junto al regalo que había recibido esta mañana, estaba implícita en aquel nombre escrito.

"Liu Woods"

No era la primera vez que apuntaba mi arma hacia alguien, pero sí la primera vez que lloraba al hacerlo.

Nuestro corto encuentro estuvo lleno de muchas primeras veces.

—No sabes cómo lo siento, yo no quería hacer esto.

—Sin embargo, lo estás haciendo —suspiraste. —Pero no te preocupes, no huiré. Sólo hazlo Dalia.

No podía, mi mano con el revolver temblaba como nunca.

—Solo estuvimos aplazando esto y lo sabes. Nuestro primer encuentro no fue una coincidencia. Yo era tu objetivo pero tú también eras el mío, ¿No lo sabías? —y no, yo no lo sabía, no podía y no quería creerlo. —Ese hombre sin rostro, él te lo ordenó, ¿Verdad?

—¡Basta Liu! No me hagas esto más difícil.

—No busco hacerlo más difícil, estoy siendo honesto contigo. Tranquila, estás temblando demasiado, sólo tienes que disparar y todo estará bien —me miraste amablemente, no sabes cómo detestaba que hicieras eso.

—Deja de ser tan amable.

—Dalia, tienes que hacerlo, si no lo haces ahora no puedo garantizarte que puedas sobrevivir después —me pediste, y noté el dolor de tus palabras.

Era matar o morir.

En medio de sollozos, disculpas y palabras tanto tuyas como mías, jalé el gatillo.

Y miré tu hermosa mirada esmeralda apagarse conforme caías al suelo, a la fría nieve. Y grité, y corrí hacia ti y te abracé como deseando que volvieras a la vida, aunque sabía que era imposible.

Sin más por hacer, te abracé contra mí mientras lloraba, deseando únicamente el morir ahí mismo.

—Si pudiera, volvería a ir a ver los fuegos artificiales contigo en verano... Lo siento por desearlo —sollocé. —Lamento tanto haberte hecho esto.

No podía seguir con eso, no concebía la idea de cargar con este dolor en mi conciencia, así que tomé el arma y esta vez la apunté hacia mi cabeza.

—Adiós, mi amado...

"... Y en invierno, le dije adiós a todo".