Fluke se estaba terminando de bañar, hoy era el gran día. Estaba bastante nervioso, aunque no lo quería reconocer, siempre había sido muy reservado con todos, incluso con su familia, exceptuando su melliza Samantha, ella era su confidente, la que sabía todos sus secretos. Salió del baño vaporoso y fue directo hacia la cama, donde tenía la ropa que usaría. Habían visitado varias boutiques de prestigio, buscando el atuendo perfecto para el gran día, que podría no ser nada de lo que esperaban, ósea, que el legendario lunar no apareciera en alguna parte de su cuerpo.
A su hermana siempre le fue muy indiferente este tema de la unión de ambas familias, pero para él, era muy importante. Samantha y él, lo único que tenían en común, era que habían sido engendrados al mismo tiempo, ya que eran tan dispares como el agua y el aceite. Samantha era realista, incluso cruda en todos los aspectos, mientras él era soñador y romántico, siempre esperando lo mejor de todos, lo cual le ganaba varios regaños por parte de esta, pero no lo podía evitar.
Se secó el cabello dirigiéndose al gran espejo que tenía en el vestidor, si de algo pecaba, era de vanidad, ese era su defecto, le gustaba siempre andar bien vestido. Si hubiera sido mujer, su vanidad no tendría limites, ya que en el aspecto de su imagen era bastante extrovertido, bastante curioso ya que en los demás aspectos era hermético.
Cuando Fluke tenía diez años les había dicho a sus padres que le gustaba un compañero de clase, Mew Suppasit, un chico más alto que él y con unos hermosos ojos, sus padres solo lo habían mirado como si tuviera dos cabezas. Después del gran silencio que había habitado el lugar, su padre Off Natouch, se había levantado estrepitosamente del asiento lanzando la servilleta de tela que tenía entre una de sus manos sobre la mesa del comedor, y había salido del lugar.
Eso había desconcertado a los pequeños hermanos, su madre les había ordenado terminar la cena para poder ir a dormir. Después la mujer había entrado sigilosamente en su habitación y se había sentado con cuidado en la cama de su hijo.
-Lo siento mi precioso- empezó ella en un susurro- fue una gran sorpresa para tu padre- le acaricio el cabello con delicadeza- por favor tenle paciencia mi dulce Fluke- se inclinó y le beso la frente.
En ese momento Fluke que fingía dormir, se dio cuenta que su madre sabía desde hace tiempo que no le gustaban las niñas, sino los niños, eso lo había hecho tan feliz, ya no solamente lo sabía su hermana, sino también su madre, y lo aceptaban. Era pequeño, pero no era tonto, sabía que el amor entre personas del mismo sexo no era bien visto, y aun así dos personas de las que más amaba no lo juzgaban, pero su padre era otro cuento, había visto miedo y repulsión en los ojos del progenitor y eso le había dolido muchísimo.
-Ya es hora- anuncio una de las chicas que servían en la mansión, sacándolo de sus recuerdos.
El castaño abrió sus ojos lentamente, se acomodó en las mullidas almohadas que estaban tras de él.
-El joven a dormido toda la mañana- le dijo la joven con una sonrisa en sus labios dejando el almuerzo sobre la mesa central.
-¿Qué hora es?- pregunto somnoliento.
-Son las dos de la tarde joven Fluke- respondió.
-Me dormí por varias horas- dijo sorprendido dándose cuenta que había dormido más de cinco horas.
-Me alegro que haya podido descansar- dijo la chica sin dejar de sonreír, y salió de la habitación.
Fluke se levantó lentamente de la cama, no recordaba haberse acostado y menos quedarse dormido, estaba demasiado nervioso por la situación. No se había sentido así desde que le había dicho abiertamente a su padre que era gay.
Camino lentamente para tomar una ducha rápida, ya que sentía muy adormilado, y aunque todavía era temprano para el festejo, no le gustaba sentirse se esa manera. Dejo que el agua fría abarcara todo su cuerpo, ese año era más caloroso de lo que recordara otros años, aunque también todo debía de ser parte de todos los sentimientos que lo inundaban.
Tomo una bata de seda se la puso sobre su cuerpo algo húmedo. Volvió a estar frente a la cama, en la cual ya no estaba su preciado traje. Miro a su alrededor y encontró lo que buscaba, su bello conjunto estaba colgado de un gancho de madera, en su guardarropa, alguien del servicio cuando el dormía plácidamente, lo había colgado. Dejo su magnífico atuendo de lado y se puso unas bermudas verdes limón y una playera blanca, necesitaba sentirse comodo, primero bajaría a meter mano en la cocina y más tarde regresaría a cambiarse para la fiesta.
Era cierto que era un poco extravagante para el gusto de su familia, pero eso no importaba, su padre haría cara de desagrado disimulado, lo que después vendría, no le importaba, sabía que sería malo, pero ese era su día, donde por fin podría tener la marca de su destinado, que ingenuamente esperaba que fuera un hombre.
En cuanto estuvo listo salió y bajo a la cocina, le encantaba cocinar, y sabía que no era muy temprano para involúcrese en los platillos, pero aún podría ayudar en algo.
Le extrañaba que su hermana no hubiera ido a buscarlo a su recamara, pero eso no impido su júbilo.
-Joven Natouch- exclamo Matha viéndolo entrar.
-Llego demasiado tarde, me quede dormido.
-Ya casi todo esta listo mi niño- le informo la anciana.
-¿Cómo van los postres?- cuestiono el castaño a la mujer.
-Solo faltan los fríos- respondió.
-Todavía tengo tiempo, ¿Les puedo ayudar?- la miro sonriéndole.
-Claro que sí, venga por aquí- le indico, guiándolo al refrigerador.
Se concentraron en su tarea, mesclando fruta y leche entre otros ingredientes.
-Aquí estas- dijo una dulce voz femenina.
-Señorita Samantha- sonrió Martha al verla entrar.
-¿Dónde estabas?, no fuiste a interrumpir mi sueño- dijo molesto el pequeño.
-Tú no eres el único vanidoso- respondió esta.
Fue cuando Fluke la miro más detenidamente y se quedó con la boca abierta, esta llevaba un hermoso vestido blanco de encaje, se veía preciosa, el vestido abarcaba desde su cuello hasta sus pies.
-Te ves hermosa- susurro Fluke.
-Cumplimos diez y seis años, ¿Qué esperabas?
-Te ves maravillosa- se acero a ella.
-Te diría que yo siempre, pero no quiero competir contigo- dijo moviendo su cabeza de un lado a otro, esta vez llevaba su cabello suelto y con rizos, siempre llevaba el cabello recogido en una coleta por el intenso calor que hacía.
-Te ves como la princesa que siempre has sido- la a abrazo su hermano.
-¿Estás diciendo que las princesas solo deben de verse femeninas?- cuestiono bromeando regresando el abrazo de su mellizo.
-Yo soy princesa, y no soy tan femenina como tú- susurro en su oído, lo que causo que soltara una sonora carcajada.
-Samantha- se quejó este, golpeando suavemente el hombro de esta.
-Siempre eres tan divertido- contesto secándose las lágrimas que la risa había causado.-¿Por qué no te has puesto ese fantástico traje?- cuestiono mirándolo de arriba abajo.
-No quiero echarlo a perder.
-Vamos a ver esos deliciosos postres- lo soltó y fue hacia la enorme barra.
Los hermanos pasaron el resto de las horas que quedaban para la fiesta ayudando con los postes fríos que faltaban.
-Por todos los cielos, he estado buscándolos por toda la casa- entro quejándose Phoebe Natouch.
-¿Y de quien es la culpa?- le pregunto divertida su hija- si ya nos conoces, te estresaste porque quisiste- le sonrió abiertamente.
-Smantha- exclamó mortificada.
-¿Quién te ama?- fue hasta ella para abrazarla.
-Eres tremenda- le regreso el abrazo riendo moderadamente.- te ves preciosa hija- le acaricio la cabeza.- Fluke si no subes ya, no estarás listo a tiempo cariño- le indico a su hijo.
El castaño se quitó el delantal y lo colgó en su lugar.
-Gracias Martha- le grito antes de salir de la cocina.
Subió corriendo las escaleras esquivando a algunas personas de la servidumbre. Otro baño rápido y en media hora quedaría listo y fresco. Maldito calor, pensó quitándose la ropa y metiéndose bajo el chorro de agua. Esperaba que cuando bajara el sol el sofoco no fuera tanto, era fiesta en la piscina y quería nadar y jugar un rato con sus primos y amigos en el agua.
Después de secarse con esmero y ponerse sus cremas hidratantes con olor cítrico, que era su favorito, dejo que esta se penetrara en su blanca piel, para poder vestirse y no manchar su precioso traje color escarlata. Se cepillo el cabello y empezó a trenzarlo en medio, amaba las trenzas por eso había dejado algo largo su cabello casi llegando al final de su cuello. Su padre siempre le reprendía por esto, pero Fluke tenía muy claro lo que quería y lo que le gustaba y se había enfrentado a Off Natouch con ahínco en ese aspecto, cuando era un niño había sido más manejable, había sido obediente y sumiso, hasta aquella vez que le había dicho a su familia que le gustaba su compañero de clase Mew.
Pero la mirada que le había dado su padre, y el haber salido de la habitación como si le hubiera dicho lo peor de mundo, se prometió que sería fuerte por defender su verdadero yo, y había sido muy difícil ya que su padre y el tenían el mismo carácter, pero eso no lo había detenido, y aunque se padre no lo aceptaba al cien por ciento, al menos ya no se metía con él.
Se puso un leve maquillaje, algo natural, ya que realmente no le gustaba verse maquillado femeninamente, pero si le gustaba remarcar y hacer brillar sus puntos fuertes en su cara, los labios un poco más rosas de lo que ya los tenia, y mascarilla transparente para sus largas pestañas, junto con sombra tenuemente rosa, eso hacía que sus ojos se vieran más grandes y luminosos.
Se miró en el espejo y le gusto lo que el reflejo le mostraba, su piel más lechosa de lo que era, junto con el peinado y el maquillaje, no tenía quejas, le encantaba.
-Fluki- entro su hermana sin llamar a la puerta- préstame tu labial rojo, ese que hace ver mis labios más exuberantes.- se dirigió hacia uno de los cajones donde su mellizo guardaba parte de su arsenal de belleza.
-¿Y el tuyo?- cuestiono levantando una ceja a través del espejo.
-Lo perdí, ya sabes que soy muy descuidada- le dijo sacando uno por uno los labiales, buscando el que quería.
-Pero si cada rato te quedas con los míos- puntualizo haciéndose a un lado para no estorbarle a su hermana.
-También los pierdo- se encogió de hombros- aquí esta- dijo triunfante con el labial en su pequeña mano.
-Antes de que te lo embolses, te digo que te lo regalo- dijo sarcástico levantándose del banco frente al peinador para que Samantha usara el espejo.
-Eres el mejor- respondió pintándose sus gruesos labios y echando el pintalabios el uno pequeño bolsillo de su blanco vestido.
-Lo soy- contesto mirándose en uno de los espejos de su guardarropa, alisando su traje.
-Déjame verte- ordeno yendo hacia él.- decir que te ves perfecto es quedarme corta- exclamo recorriendo de arriba abajo el esbelto cuerpo de Fluke.- date la vuelta- pidió, y su hermano así lo hizo, giró contoneando su redondeado trasero. –Maldito, te ves bien bueno- se quejó esta.- ya quisiera yo tener esas posaderas- suspiro pesadamente.
-Tus posaderas no están mal- se rio divertido por el drama que presenciaba.
-Es que estas malditas caderas- se quejó acariciándolas las mismas a través del vestido.
-Quisiera tener tus caderas- dijo sin dejar de sonreír.
-Serias mujer mi pequeño Fluki- se burló.
-No gracias, así estoy perfecto. - contesto muy pagado de sí.
-Ya no hablemos más, tenemos que bajar- se miró por última vez sus labios color rojo- no tardan el llegar los invitados.
-Entonces vamos- le indico tomándola de la mano y saliendo de la habitación.
Los mellizos bajaron juntos la ancha y larga escalera de mármol. Como era la costumbre los festejados tenían que estar en la puerta principal dando la bienvenida a los invitados, sería un gran evento por lo que conllevaba.
Algunos Thitiwat y Natouch al cumplir los diez y seis años, serian marcados por un lunar en alguna parte de su cuerpo, esto pasaba desde hacía siglos. A los que no les aparecía un lunar nuevo, podían seguir con su vida como si nada importante sucediera, pero a los pocos que les sucedía la trascendental herencia, eran bendecidos con su pareja destinada, persona de la otra familia, con la cual se casaban y tenían hijos que pudieran seguir con esta historia mágica.
A Samantha nunca le había interesado este asunto, y si resultaba marcada, y su pareja era un idiota, simplemente lo dejaría de lado y seguiría con su vida, le preocupaba un poco la reacción de sus padres, pero era algo por lo que no moriría, solo cumplirían diez y seis años, aun eran pequeños para pensar en el amor eterno. El que si le preocupaba era Fluke, tanto si resultaba marcado como si no. Por un lado, su mellizo era un romántico, pareciera bastante frívolo por su forma de vestirse y comportarse, pero de frívolo no tenía nada, al contrario, era muy sensible y siempre esperaba lo mejor de los demás.
Si no resultaba un lunar peculiar en su blanca piel, sabía que Fluke se deprimiría bastante, ya que siempre había sido un romántico, pero, y si le aparecía el lunar, y resultaba que su pareja destinada era una chica, está por muy guapa y buena persona que fuera, su hermano no podría amarla como su esposa. Por otro lado, si llegara a ser un chico, ¿Qué pasaría si fuera heterosexual?, también eso devastaría a su hermano.
Fluki era muy positivo, demasiado para su bien. Él estaba seguro de seria marcado y que su otra mitad sería un chico alto, guapo, y homosexual, que lo amaría con locura y serian felices y comerían perdices. Por más que ella trato de que pusiera los pies en la tierra, este no había cambiado su ideología, suspiro mirándolo, quisiera hacer algo más por él, protegerlo, pero este era más terco que una mula.
Uno de los primeros invitados en llegar había sido la matriarca de los Thitiwat, Del Thitiwat, junto con una de sus nietas y el esposo de esta. Después de ellos vinieron varios más, entre amigos, familiares Natouch y otros Thitiwat.
-Niños- llamo su madre- ustedes vayan a disfrutar de la fiesta, nosotros nos encargaremos del resto- les sonrió junto con su padre que asintió.
-Es su festejo, así que vayan- secundo con una sonrisa Off.
-Gracias- gritaron los chicos al unísono y fueron a la parte trasera de la casa donde estaban todos los invitados.
La música solo estaba de fondo, era pop moderno, pero romántico, los mellizos sabían que temprano se retirarían los de más edad, y al final solo quedarían los jóvenes como ellos. Fueron mesa por mesa charlando con los presentes, después se reunieron con los más jóvenes que charlaban de cosas de niños de su edad exceptuando los más curiosos preguntando por la marca. Los mayores de edad tenían también su círculo donde reían estruendosamente y tomaban bebidas alcohólicas, algo que ellos no podían, y algunos no se atrevían, aunque si les gustaría.
Los cumpleañeros partieron el pastel después de que les cantaran el “Feliz cumpleaños”, después de eso algunos invitados se fueron retirando, ya que la música estruendosa, empezó. Muchos después de cenar se metieron en la alberca, el calor era bastante fuerte a pesar de que varios ventiladores gigantes estaban dispersados en lugares estratégicos.
Era pasada la media noche, pero los más pequeños ni se daban cuenta, algunos de ellos se quedarían a dormir ahí, los primos, amigos y los más cercanos de los Thitiwat, más acordes a la edad de los festejados dormirían en la mansión, los niños tendrían una pijamada. Después de una hora más dentro de la alberca los padres de los cumpleañeros, les mandaron salir.
-Vamos que ya es muy tarde- les dijo Phoebe aplaudiendo para llamar su atención.
-Vayan a tomar un baño- secundo su marido con voz autoritaria.
Los chicos se quejaron, pero obedecieron y salieron del agua e hicieron turno para lavarse el olor a cloro de la alberca. Cuando todos estuvieron limpios y con sus pijamas Martha esperaba a las niñas, mientras Sebastián su esposo, esperaba a los jovencitos. Los guiaron hacia uno de los grandes salones, donde habían preparado el lugar con casas de campaña, las gruesas cortinas habían sido cerradas y las paredes adornadas por varias luces de todos los colores. Una pared blanca estaba totalmente desnuda de cualquier adorno, en medio estaba un pequeño proyector frente a el y sus alrededores había varios sillones perezosos.
Los chicos miraban a su alrededor sorprendidos, cuando Martha, su esposo, otras dos chicas y un joven, entraban con bandejas llenas de comida rápida (chatarra), pizza, hamburguesas, boneless, barras de chocolate, paletas, papitas fritas, refrescos, etcetera.
-Los señores Natouch desean que lo disfruten- anuncio el canoso dejando una bandeja en una de las mesas, ya que había varias a su alrededor.
-No sean muy ruidosos- aconsejo la mujer mayor sonriéndole a su marido.
Todos asintieron felices de ser agasajados de esa manera.
Después de discutir qué película ver, todos tomaron asiento en esos cómodos sillones perezoso. Habían elegido Harry Potter y la piedra filosofal. Cuando corría la segunda película de esa saga, los mas pequeños ya se habían quedado dormidos, era bastante tarde, no todos estaban acostumbrados a desvelarse tanto, Don Thitiwat interrumpió.
-¿Cando aparecerá su lunar?
Samantha pauso la película, sabiendo que ese momento llegaría. No solo los presentes tenían curiosidad, también los adultos, mas ellos estaban en su recamara sumidos en su sueño, y otros solo estarían dando vueltas. No era ingenua, la fiesta había seguido su curso y los habían dejado disfrutar del momento, pero todos seguían con la curiosidad, y a los que más les importaba el asunto, seguían despiertos.
-Fluke y yo nacimos a las seis de la mañana del veintitres de Junio- anuncio.
-¿Entonces por qué siempre se festejan el veintidós de Junio?- pregunto su primo Mix.
-Fue cuando nuestra madre sintió los dolores de parto- respondió Fluke- ella dijo que ese momento fue cuando nacimos- se encogió de hombros nervioso.
-Entonces todavía faltan horas para saber si la marca esta en alguno de ustedes- dijo decepcionada Luna Thitiwat.
-Pero estarán aquí para ese momento- puntualizo fastidiada la cumpleañera. Estaba harta de que solo los tomaran en cuenta por esa maldita herencia, ¿Qué pasaría si ninguno de ellos dos tenía el lunar?, algunos se olvidarían de su existencia. Sabía que muchos de los presentes habían asistido a su festejo porque realmente les tenían cariño, pero otros tantos solo los seguían por la curiosidad de la herencia maldita, eso es lo que era esa costumbre, era maldita.
-Todos estamos muy emocionado por este gran evento- empezó Fluke incomodo- pero ya pronto viene la mañana, debemos descansar- trago saliva- vamos a dormir, y mañana será lo que tenga que ser- esto último lo dijo más para sí mismo, ya que era el único realmente ilusionado con el tema.
De mala gana los presentes se dirigieron a una casa de campaña. Samantha tomo la mano de su mellizo y lo guio a una de estas.
-¿Estas bien?- pregunto esta en voz baja.
-Si- contesto con voz temblorosa Fluke.
-Debemos dormir- dijo acomodando las cobijas bajo el cómodo colchón de aire.- las horas restantes pasaran más rápido.
-Tienes razón- concordó este y se metió bajo la sabana.
-Hacía mucho tiempo que no teníamos una pijamada- le dijo acostándose a su lado.
-Si- respondió quedamente.
-Me hace sentir pequeña e ingenua- paso uno de sus delgados brazos por el abdomen se su hermano. -Somos pequeños e ingenuos en muchos sentidos- siguió susurrando, apoyo su frente en la espalda de Fluke.
-Agradezco que siempre estarás a mi lado, sin importar nuestro destino.- tomo fuertemente la mano de su melliza.
-Eso ni lo dudes Fluki.
-Me gustaría ser más como tú- dijo con voz estrangulada, sintiendo como las lágrimas inundaban sus ojos.
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Uña de Dios
RomanceINTRODUCCION Las familias Natouch y Thitiwat llevaban una extraña y prestigiosa carga a sus cuestas, desde hacía varios siglos, estas familias estaban unidas, era algo muy curioso e incrédulo. Algunos miembros recibían el destino de un lunar, pero n...