CAPITULO 2 MATRIARCA THITIWAT

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La mañana llego muy pronto, demasiado para el pequeño Fluke que no había podido pegar ojo. Su hermana lo había consolado mientras él no había podido evitar llorar, y no entendía por qué, él se había mantenido impasible ante el asunto del lunar, y esas ultimas horas, de repente le había entrado el miedo, no, más bien el terror lo había inundado en cuanto los chicos empezaron con las preguntas, su cuerpo había empezado a sudar y temblar, como siempre la única que lo había notado, fue Samantha.
Se dejó llevar por la tristeza e incertidumbre mientras esta lo abrazaba con cariño tratando de consolarlo, gracias a su fuerza de voluntad se calmó ya que su melliza había empezado a llorar junto con él, y le dio las gracias por su apoyo y le aseguro que ya estaba mejor, que solo eran los nervios que lo habían traicionado, después de varios minutos de silencio, está por fin había quedado dormida, pero el, se había dejado llevar por todas las dudas y miedos, y había terminado el resto de la noche en vela.
No había permitido que sus ojos lloraran más, ya que son su piel tan blanca y delicada, sus ojos estarían bastante hinchados y rojos, y no quería preocupar a sus padres y hermana.
-Samantha, Fluke- exclamo feliz Gun, su pequeño primo de doce años asomo la cabeza por la entrada de la casa de campaña donde estos dormían- ya es de mañana.
-Gracias por avisarnos Gun- le sonrió Fluke al pequeño.
-Pequeño granuja- se quejó Samantha abriendo los ojos.
-Prima gruñona- se burló el pelinegro, y salió corriendo feliz después haber cumplido su cometido.
-Vamos- ordeno el castaño y se levantó para salir del lugar.
-Fluke, espera.
Este se giró y miro a su despeinada compañera de cama.
-¿Tienes el lunar?- cuestiono ansiosa, mirándolo fijamente.
-No… no lo sé, no he querido revisar- confeso.
-Sabes que siempre estaremos aquí para ti- se empezó a levantar- sea cual sea el resultado.
-Lo sé, gracias- le sonrió.- ven vamos a tomar un baño, el resto de los invitados ya están en el comedor.
-Con qué razón tanto silencio- dijo tomando su mano- ese Gun- torció la boca.
-El hambre gano a la curiosidad- puntualizo Fluke cínicamente- mejor nos apuramos antes de que regrese.
Salieron del salón, y se dirigieron con sigilo hacia las escaleras, las cuales subieron apresurados conteniendo la risa, se sentían como niños. Antes de que Fluke entrara en su recamara, su hermana lo detuvo.
-¿Qué paso?- pregunto.
Samanta la jalo contra sí y lo abrazo.
-Prométeme que pase lo que pase, seguirás adelante- pidió.
-Claro que seguiré con mi vida- la estrecho sintiéndose confortado- no me encerrare en mi recamara para no salir nunca- trato de bromear.
-Sabes a lo que me refiero, se lo importante que es esto para ti, y si las cosas no salen como esperas- se quedó callada sin atreverse a seguir hablando.- ¿Debería de entrar contigo y esperar que salgas de la ducha?- cuestiono tomándolo de los hombros y mirándolo.
-No seas tonta, ve a bañarte, yo estaré bien.- le sonrió.
-¿Seguro?- dijo no muy segura.
Su hermano le beso la mejilla y entro a su recamara, cerrando la puesta tras de sí. Sus manos temblaban ligeramente y las tenía sudadas, con pasos vacilantes se dirigió hacia el espejo, obviamente su rostro no tenía ninguna marca, Samantha se lo habría dicho. Se quedó un buen rato sin moverse, solo mirando su reflejo, sus grandes ojos color avellana no parpadeaban, trago saliva y se dirigió al baño, no se miraría más hasta que estuviera limpio.
Regulo el agua, a pesar de que hacía mucho colar no quería sentir el agua tan helada, trataría de olvidarse por un momento del bendito lunar. Hecho sales aromáticas en la bañera y se desvistió lentamente dándole la espalda al espejo y evitando que sus ojos se dirigieran hacia su cuerpo desnudo. Entro en el cuerpo de agua y se sumergió hasta los hombros, recargo su cabeza en la fría y dura superficie de porcelana, inhalaba y exhalaba lentamente, dejando que la sensación tan simple como respirar lo colmara de calma.
Dejo que los minutos pasaran, hasta que su resuello se volvió acompasado, su pecho que antes subía y bajaba con rapidez, ahora su movimiento era tan calmado que casi era imperceptible a los ojos humanos. Levanto su cabeza, tomo el jabón líquido y la esponja, y se empezó a tallar su cuerpo, con los ojos cerrados, no era ni capaz de verse sus blancos brazos, estaba determinado a no mirarse hasta que estuviera limpio.
Se lavó el cabello, y después con suavidad se lavó el rostro, después de casi veinte minutos se levantó, y se agacho soltando la tapa para que el agua se fuera por el drenaje. Posiciono sus pies en el mullido tapete, tomo una grande toalla empezando a secar suavemente su cuerpo, con la vista perdida en un punto fijo de la pared, también se secó el cabello, y cuando estuvo completamente seco, con pasos vacilantes se dirigió hacia el gran espejo.
Ya estando a menos de un metro frente a este, bajo su mirada a sus pies y se los reviso, siguió con sus piernas y nada. Tarto de ignorar como su corazón se apretujaba, apenas estaba empezando la inspección, no tendría por qué desminarse tan pronto. Levanto su vista y la mirada que expedía sus ojos, hizo que su ya corazón errático latiera más fuerte, se veía asustado, nunca se había visto así, apretó molesto los labios, no se podía permitir ser tan débil. Guio sus ojos hacia su pecho, y nada, bajo por su estómago y su miembro, no pudo evitar mirarse de nuevo las piernas por si los nervios le habían hecho pasar algo por alto.
Se puso rápidamente una bata de baño para ir por el espejo de pie que tenía en sus aposentos. Lo cargo para que no rayara el piso, y lo posiciono frente al espejo del baño, tenía que mirarse la parte de atrás de su cuerpo, su cuerpo rígido se puso frente a estos. Reviso su cuerpo minuciosamente de ambos lados, pero no había nada. Un gemido de dolor se instaló en su garganta, era el fin de su sueño, lo que siempre había esperado desde que sus padres y abuelos les habían contado la maravillosa historia de la herencia Natouch Thitiwat. Las lágrimas empezaron a salir por sus cuencos como rio furiosoy con esos jadeos de dolor.
Sus delgados hombros temblaban notoriamente junto con el resto de su cuerpo.
Desesperado y con la vista distorsionada fue a uno de los sillones que adornaban el cuarto de aseo y se dejó caer para mirarse la planta de los pies. El lunar aparecía en cualquier parte de su cuerpo, por eso, incluso se había revisado en medio de sus nalgas, lo cual lo había avergonzado, pero tenía que hacerlo, había pasado por alto su pene, ya que eso lo quería dejar para el final, eso sí era tocar el fondo de desesperación, esperaba que su marca no estuviera en su miembro, no se veía anunciando que su pene había sido marcado, se sonrojo a pesar de la tristeza que lo embargaba.
Soltó el aire de sus pulmones y se aun con las lágrimas corriendo por sus mejillas, se agacho para tomar uno de sus pies, el oxígeno dejo de fluir, ahí estaba la marca, frente a sus ojos estaba un peculiar lunar que antes no tenía. Bajo lentamente el pie que había sostenido entre sus manos, y subió una de esta muy cerca de su rostro, aun sin poder creerlo. Las lágrimas le impedían ver bien, pero ahí estaba, el conocía su cuerpo mejor que nadie, la marca le había aparecido.
Una pequeña luna menguante, seguida de tres pequeños puntos, estaban plasmados en el dedo medio de su mano derecha, no frente no atrás, sino en medio, donde este acariciaba el dedo índice, en la falange de en medio. Se acarició el lugar con cariño, sonriendo entre el llanto. Ahí estaba su esperanza, su sueño desde niño, tendría una pareja destinada, como siempre lo había sabido. Estaba que no cabía en sí, todo lo que siempre había creído, se mostraba ante sus ojos, era pequeño y oculto, pero ahí estaba, esa forma de luna junto con los tres pequeños puntos estaba en su piel, haciéndolo el hombre más feliz del mundo.
No supo cuánto tiempo estuvo sentado en medio del baño, totalmente desnudo acariciando la marca.
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Ohm Thitiwat, bajo del helicóptero, y se dirigió hacia la mansión que tenía en Grecia. Su padre era tailandés, pero su madre era griega, y por ello ese era su resguardo, el lugar donde podría estar en paz, en ese lugar había crecido, ahí era donde se había sentido querido. Camino con paso regio siendo recibido por la servidumbre, hizo un gesto de agradecimiento con la cabeza y entro.
Tenía asuntos que resolver, pero necesitaba descansar, el imperio Thitiwat no caería porque el tomara un baño y un par de horas de sueño, además las personas a su cargo eran de fiar, así que podría relajarse. Subió las escaleras y entro a su recamara, se empezó a desvestir sin dejar de caminar hacia las puertas del baño.
Por fin pudo relajarse en el jacuzzi, suspiro y dejo que su cansado cuerpo sintiera el alivio del agua tibia con ese cítrico olor que tanto le gustaba. Había pasado dos semanas desconectado de su familia, los echaba de menos, su madre le informo que no estaría en casa, ya que había acompañado a su hermana Yiwa a un desfile de modas en Paris, mientras su abuela paterna seguía disfrutando de Tailandia, un clima bastante cálido que ayudaba a sus huesos, sin contar que había asistido a otro absurdo dieciseisavo cumpleaños de algún Natouch.
Él ya sabía que su pareja destinada no existía, tenía treinta y seis, de los cuales veintiséis había vivido con la creencia de esa ridícula historia. Por muchos años espero a su bella pareja destinada, pero esta nunca llego, al parecer era de la minoría que era marcado, pero no llegaba a reunirse con su futura esposa. Muchos años había sufrido por este asunto, pero a sus veinticinco años se había dado por vencido, y se había dedicado solamente a la empresa de su padre. Era el primogénito del hijo mayor de Alex Thitiwat, así que, aunque no quisiera, llevaba la carga de varias personas sobre su espalda, así que se hizo a la idea y tomo el lugar se su difunto padre.
No entendía como Del Thitiwat podría ser la madre de esa escoria, esa bajeza de intento de hombre, que había engañado varias veces a Alejandra Vlachos, y no solo con su amor fingido, sino que también con mujeres, por eso odiaba a Alex Thitiwat.
Tomo ropa interior de uno de los cajones y se la puso, se dirigió a la enorme cama y en cuanto se metió entre las sabanas y apoyo la cabeza sobre la almohada se quedó profundamente dormido.
Después de varias horas abrió los ojos sintiéndose bastante descansado, aparto la ropa de la cama de su cuerpo, y se dispuso a vestirse, su estómago se quejaba por falta de alimento.
Bajo con pasos lentos las escaleras, todavía era de día, así que descanso menos de lo que su cuerpo le informaba.  Al pie de la escalera lo esperaba Alfonso, su mayordomo personal.
-Su almuerzo está servido- le anuncio.
-Gracias- le dijo pasando a su lado y dirigiéndose al comedor.
-Señor- interrumpió su caminar el canoso- debo de informar, que su abuela lo espera para que coman juntos.
-¿Mi abuela está aquí?- cuestiono sorprendido.
-Ella llego hace una hora, junto con su tía Anong, no aviso que vendrían, y usted descansaba, así que no quisimos despertarlo- se excusó el hombre.
-Está bien- respondió- me alegra su presencia, hace más de un mes que no las veo- sonrió, y fue a su encuentro.
-Mi querido nieto- dijo levantándose la anciana de la silla al verlo.
-No las esperaba- se disculpó abrazando a la mujer mayor.
-Disculpa que me nos hayamos presentado sin avisar, pero mi madre estaba ansiosa por verte.- le sonrió besándolo en la mejilla su tía.
-Fue un viaje largo y pesado- guio a su abuela de nuevo hasta donde había estado sentada.
-Solo un poco- respondió esta sonriéndole- pero la noticia que te tengo vale la pena.
-A de ser algo bastante importante para que hayas dejado el clima cálido de Tailandia- le sonrió sentándose frente a ella, al tiempo que Anong tomaba lugar el lado de su madre.
-Demasiado importante, pero primero comamos, estoy muerta de hambre.
Disfrutaron de los alimentos bien preparados, mientras conversaban de la empresa, y de sus día a día. También tomaron postre, lo cual Ohm no solía hacer, pero su amada abuela estaba ahí, así que quería darle gusto, algo de azúcar no lo afectaría.
-Deberíamos de ir a tu oficina- pidió su abuela.- lo que te tengo que decir es demasiado importante- lo miro con unas sonrisa y ojos brillantes.-
-Vamos- concedió su nieto, tomándola del brazo.
-Yo saldré a caminar un rato- les anunció la más joven- llamare a tu madre para avisarle que estoy aquí- le dijo a su sobrino con mirada nerviosa, lo que hizo que este frunciera el ceño.
-¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme?- pregunto el pelinegro tomando asiento a su lado.
-Es una muy, muy buena noticia- dijo tomando sus manos.
-Vamos abuela, tu viaje no fue fácil, así que suéltalo- respondió.
-Tu lunar tiene a su igual- exclamo feliz la anciana.
-Tita- hablo Ohm llamando el diminutivo que usaba- sabes que hace años deje de esperarla.
-Es que todo fue una gran sorpresa- siguió la anciana apretando su agarre- todo fue tan sorprendente, que ni yo podía creerlo.
-¿De qué hablas?- cuestiono paciente.
-La marca, tu marca- enfatizo- está en otra piel.
-Eso no puede ser posible-  dijo incrédulo.
-Claro que sí, yo sabía que tarde o temprano encontrarías a tu pareja- dijo muy feliz, ajena a la expresión desconcertada de su nieto.
Ohm miro a su abuela paterna con los ojos bien abiertos, eso no podía ser, ¿Cómo Del Thitiwat podía haber encontrado a su mujer destinada?, era algo difícil de creer.
-Sabes que hace años perdí la esperanza. ¿Cómo es ella?, ¿Por qué no ha hecho acto de presencia en todos estos años?.- cuestiono sin poder evitarlo, sintiendo como algo cálido dentro de su pecho se empezaba a expandir.
Ohm se sentía como drogado, tantos años con la seguridad de estar solo el resto de su vida, y ahora venía su tita a decirle que eso no era cierto, que el por fin podía compartir sus preocupaciones y felicidad con alguien. Aun no podía creerlo, pero si su abuela lo decía, es porque así era.
-¿Quién es ella?- le pregunto insitiendo- ¿Quién es esa chica que no he encontrado por más que la he buscado?
-Es que no has buscado en el lugar correcto- le dijo acariciando su mejilla.
-Tu más que nadie sabe todo lo que he pasado en busca de mi pareja.
-Ahí reside la diferencia- dijo orgullosa la canosa.
-No te entiendo tita.- dijo confuso su nieto.
-Tu pareja es tu pareja- respondió mirándolo intensamente.
-Si me sigues hablando en claves, no te voy a entender.- expreso empezando a perder la paciencia.
-Una pareja es una pareja, no sé qué más quieras que te diga- soltó su agarre levantándose como si tuviera veinte años.
-¿Cómo se llama?, ¿Por qué le das tantas vueltas?- también dejo su lugar.
-La persona que tanto has esperado se llama Fluke.
El pelinegro la miro incrédulamente.
-Pero ese es un nombre bastante peculiar para una chica- exclamo.
-Yo nunca dije que fuera una chica.
Su nieto se quedó muy quieto sin apartar sus ojos de su bella abuela. Al ver que ella no decía nada más, se empezó a preocupar.
-No me hagas esta broma tita- se rio sin poderlo evitar, la situación era muy extraña, teniendo ese tipo de platica con la madre de su padre.
-No estoy bromeando- dijo está acercándose a el.
-¿Estás diciendo que la persona que me está destinada es un hombre?- pregunto incrédulo.
Su tita lo siguió viendo sin dejar de sonreír.
-Esto debe de ser una broma de mal gusto- expreso Ohm levantándose de nuevo, estaba bastante incomodo por toda la situación.
-¿Porque debía de ser una broma?- le pregunto su abuela tomando sus manos entre las suyas.
-Porque no es normal una relación entre personas del mismo sexo - le dijo con los dientes apretados, estaba molesto con ella, solo que la situación se le estaba saliendo de las manos.
-¿Quién dijo que eso no era normal?- cuestiono sin dejar de mirarlo.
-Abuela- exclamo escandalizado.
-No te creí de mente tan cerrada Ohm- se soltó de sus manos.
-Respeto las preferencias de los demás, pero yo no soy como ellos.- dijo sin evitar el dejo de censura en su voz.
-El amor es amor- enfatizo tomando sus manos de nuevo.
-Mañana seguiremos con la plática, ahora deberías de descansar. - le sonrío indulgentemente, queriendo terminar con esa tontería, ¿Su pareja destinada era un hombre?, por favor.
-Sé que piensas que estoy senil, pero no soy estúpida. Se lo que digo- siguió tercamente- el amor es amor, no importa raza, sexo o edad.- dijo esto último bajando la mirada, algo bastante raro en ella.
-¿Qué edad tiene ese tal Fluke?- pregunto alertado su nieto, apretando las manos arrugadas de Del.

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