CAPITULO 7 SIN SALIDA

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Se levantó despacio, no podía dejar que lo vieran así, fue con vista borrosa hacia el baño, debía borrar todo rastro de su rostro. Abrió la llave del agua fría, se obligó a parar el llanto, ya que su rostro estaba rojo, mas su nariz y sus ojos. Se lavó la cara con frenesí.
No se pudo salvar de otra platica con su hermana, al parecer sus padres seguían teniendo dudas, pero ya lo atosigaron. Después de que Samantha lo dejo solo de nuevo, y el solo se fue a la cama, mañana desempacaría, pensó acomodándose en la cama, y de repente se levantó de golpe, la pequeña maleta que su madre le había preparado para el viaje, se había quedado en el mueble de Ohm, bueno, no importaba, se recostó de nuevo, solo eran dos conjuntos de ropa. Cuando se había mudado se había llevado todo con él, pero cada vez que se iba a quedar con su familia iba dejando ropa con ellos, y decidió que estaba bien, si algo le sobraba era con que vestirse.
Y contra su estrés, que él creía que lo dejaría en vela, se quedó profundamente dormido. La alarma de su teléfono interrumpió su sueño, estiro unos de sus brazos hacia el buro más cercano sin abrir los ojos, abrió un ojo, apago la alarma, seis de la mañana, volvió a dejar el aparato y se levantó pesadamente, y con pasos lentos y arrastrados fue a tomar un baño. Si no se apuraba llegaría tarde a la universidad, entro en el enorme ropero y busco que ponerse. Tomo un pantalón de vestir azul rey, una camisa manga corta color rojo quemado, un bóxer del mismo color de la camisa, calcetas negras y unos mocasines de este mismo color.
Se vistió ahí mismo, rápidamente se hizo una pequeña media coleta, uso las cremas corporales que estaban en su peinador y por ultimo un bálsamo labial de coco. Miro la hora en su celular, y se sorprendió al ver que tenía dos llamadas perdidas, de un número desconocido, probablemente fueran de algún banco, o telefonía celular ofreciendo sus beneficios.
Bajo a la cocina para tomar un yogurth y algo de fruta, ya no alcanzaba a desayunar con su familia, la escuela quedaba retirado de ahí.
-Buenos días- saludo a Martha y a los otros.- Solo tomare fruta y un yogurt bebible.
-Buen día joven Fluke, sus padres y su hermana ya están desayunando.
-No tengo tiempo para acompañarlos, pero gracias.
Fue directo al comedor para despedirse de su familia, tenía que llegar antes a su departamento por la mochila.
-Buenos días – les saludo con una sonrisa y les brindo un beso en la mejilla a su hermana y madre.
-¿Descansaste bien?- le pregunto su padre dejando la taza de café sobre la mesa.
-Lamento no haber bajado a cenar, pero me sentía muy cansado- se disculpó su hijo.
-No te preocupes- le dijo su madre comprensible.
-Me tengo que ir, pero después de clases regreso. Me quedare con ustedes hasta que Samanta se marche- les aviso.
-Qué alegría- expreso Phoebe feliz.
-Más te vale- le dijo su melliza al mismo tiempo.
Uno de los choferes de su familia lo llevo hasta su departamento, de ahí lo despidió, la universidad quedaba solo a unas cuadras, entro al edificio y subió las escaleras corriendo, abrió la puerta de su hogar y se quedó quieto.
Su pequeña maleta estaba sobre la mesa donde él ponía sus llaves, encima de ella estaba una pequeña caja de terciopelo negro, la tomo con manos temblorosas, en la tapa tenia grabado Tiffany en letra cursiva de color dorado.
-De verdad este hombre- siseo imaginándose lo que contenía esta.
La abrió, y su ahí estaba, frente a él, un costoso añillo de compromiso, de oro rosado, cerro la tapa y apretó la caja en un puño, después la aventó con furia. Si su maleta estaba ahí, eso significaba que Ohm había entrado en su departamento, cerró la puerta de un golpe y se dispuso a recorrer su pequeño hogar. Este pequeño lugar había sido su refugio, donde por primera vez se había sentido libre, libre de ser el, de poder sacar su verdadero yo, y de independizarse de la carga del apellido Natouch.
Por más que busco algo fuera de lugar, no encontró nada, le enfermaba el pensar que Ohm Thitiwat hubiera tocado sus cosas, y esculcado hasta mas no poder. Todo indicaba que solo había logrado abrir su puerta y dejado sus pertenencias en la entrada, pero con ese hombre no estaba seguro de nada. Lo peor es que tenía unas ganas estrangularlo y decirle dos que tres cosas, si ese hombre se quejaba de que maldecía mucho, no sabía lo que decía, se sorprendería de su largo repertorio de palabras coloridas, pero no recordaba donde había dejado la tarjeta.
Fue de nuevo a la entrada y tomo su maleta, no recordaba haberla sacado, y Samanta tampoco lo había hecho, debería de estar ahí. La abrió más bruscamente de lo que pretendía, y ahí estaba, en la pequeña bolsa especial para tarjetas, no sabía por qué la había llevado con él, pero eso no importaba. El señor Ohm Thitiwat lo escucharía.
Saco su celular de la bolsa trasera del pantalón, con manos temblorosas lo desbloqueo y marco el número.
-Buenos días cariño- saludo con tono burlón.
-Te atreviste a invadir mi hogar- exclamo furioso el castaño apretando el aparato entre su mano.
-Cualquiera podría hacerlo, esa chapa deja todo que desear, y que decir de esas pobres aldabas.
-Esa no es la cuestión- le grito- invadiste propiedad privada, es un delito.
-No lo es, si el departamento es el de tu prometido.
-Eso no te da ningún derecho.
-Tengo todo el derecho, nos vamos a casar- contesto muy seguro.
-Sabes a lo que me refiero- espeto molesto.
-Eso no cambia nada.
-Y ese maldito anillo- chillo Fluke fuera de sí.
-Espero que te quede bien, ya que no se tu medida, tuve que adivinar.
-¿Dónde estás?- exigió respuesta.
-Vengo llegando a tu departamento.
-Perfecto, aquí te espero- termino la llamada.
De verdad que Fluke nunca en su vida se había sentido tan molesto, ni cuando su padre lo había mirado como bicho raro, ni cuando sus compañeros de clase le habían dado una paliza por su orientación sexual, Ohm Thitiwat lo sobrepasaba, el sacaba lo peor de su persona, se sentía tan fuera de sí, Fluke se caracterizaba por ser una persona tranquila.
Llamaron a la puerta, así que tomo aire, trato de tranquilizarse, se estaba dando cuenta que siempre estaba un paso atrás de ese hombre, soltó el aire lentamente, se miró en el espejo revisando su imagen, realmente nunca le había importado lo que los demás dijeran de él, pero le gustaba verse bien. Volvieron a llamar, y adiós tranquilidad. Se giró y abrió de jalón la puerta.
-¿Me extrañaste?- pregunto el pelinegro entrando en el lugar.
-¿Quine te dio derecho en meterte en mi casa?- cerro con cuidado la puerta.
-Creí que eso ya había quedado claro- se giró y lo miro.
-En las relaciones normales es natural, pero esta relación, si es que así se podría llamar- dijo con una mueca- no lo es.
-Pero nadie más sabe eso.
-Yo sí, y soy el afectado- exclamo.
-Anoche te lo iba a dar, pero estabas muy alterado.- Ohm se giró y fue hacia la pequeña cocina.
-Aun así, no tenías derecho a forzar la puerta.- lo siguió sintiendo un dejavu, por segunda vez en ese fin de semana.
-No tenemos mucho tiempo- el más grande empezó a abrir las puertas de la alacena.
-¿A qué te refieres?- cuestiono sin dejar de mirar como urgía en su cocina.
-Mi abuela sigue en cama- respondió sacando dos tazas, la de en forma de lechuza blanca que había visto la primera vez, y otra con un extraño escudo, con cuatro animales, un león, una serpiente, una agila y un tejón, eso lo sorprendió.- así que la boda tiene que realizarse pronto- leyó Hogwarts encima del escudo, eso le sonaba pero no sabía de dónde. ¿Fluke pertenecería a alguna secta?
-¿Qué tan pronto?- sintió como si algo frio se colara en sus venas.
-Máximo dos semanas- por fin encontró una bolsa de café colombiano.
-¿Dos semana?, me estas diciendo que, ¿Tenemos que casarnos en dos semanas?- se acercó a su lado con ojos asustados.
-Como mucho- le respondió sirviendo agua en una jarra que estaba sobre el escurridor- la salud de mi abuela es precaria- lleno la cafetera- no me quiero arriesgar.
-Pe… pero, ¿Cómo le voy a decir a mis padres que nos casamos en dos semanas?- lo miro poniendo su café en el filtro de su cafetera.
-Se supone que estamos locamente enamorados- contesto mirándolo y encogiéndose de hombros.
-Aun así, es demasiado pronto, no puedo decirles que la boda es en quince días, apenas ayer ellos te conocieron, y la verdad, están bastante desconcertados, y creo que tienen sus dudas.
-Pues tendrán que tragarse su desconcierto y dudas, porque la boda será el dos semanas- lo miro.
-Debes estar bromeando, Ohm por favor, no podemos casarnos en catorce días.- suplico.
-¿No llegas tarde a tus clases?- fue hacia la cafetera y se sirvió en la taza con el extraño escudo.
-Me importa una mierda las clases- le grito ya desesperado. Esto no podía estar pasando, sus padres todavía no digerían su compromiso, y ahora tenía que informarles que se casaría en unos días.- No podemos hacerlo, mínimo unos meses, y aun así, mis padres no dejarían de estar sorprendidos.
-Tú lo has dicho- sorbió el delicioso manjar- daría lo mismo que nos casáramos tan pronto como te digo, a dentro de un par de meses.
-Sabes que ese no es el punto.
Le molestaba verlo tan tranquilo, en su cocina, tomando su café, y diciendo que en dos semanas serian esposos.
-Es lo que hay- dio otro sorbo y dejo la taza en la barra.- por cierto, ¿Te quedo el anillo?- le miro la mano izquierda, que estaba desnuda, eso lo hizo sonreír- ya veo que no lo llevas puesto.
-Lo avente- confeso avergonzado.
¿Lo aventaste?- levanto sus cejas.
Fluke apretó sus labios y fue en busca del maldito anillo. Estaba bajo uno de los sillones, tomo la caja, y la abrió sintiéndose miserable. Cuando se lo puso, le sorprendió que encajara en su dedo, se levantó lentamente. No quería hacerlo, no quería casarse con ese hombre malvado, todo lo que le había hecho en esos pocos días, mostraba la naturaleza real de Ohm Thitiwat, era un ser vil, utilizar su marca para aprovecharse de la situación, no lo hacia una buena persona, aunque lo hiciera por la señora Del, pensó acariciándose el lunar en su dedo medio de su mano derecha.
-Veo que lo encontraste- dijo la voz ronca y masculina detrás de él.
-Necesitamos hacer un contrato- pidió Fluke con la mirada apagada, realmente esperaba poder salir de esa situación. Pero después de ponerse ese anillo, ya todo era tan dura y dolorosamente real, que se estaba dando por vencido.- tengo varios puntos que me gustaría se respetaran- termino por decir en un tono amargo.
-Por fin estamos de acuerdo querido.- le sonrió el más grande.- Tengo entendido que Samantha regresara a la universidad has el miércoles, así que este día lo tienes libre, mañana daremos la gran noticia.
-Gracias por tu magnamidad- susurro amargamente el pequeño, viéndolo con odio.
-Me retiro, mañana pasare a tu universidad a recogerte, y dar las buenas nuevas a tu familia. Por cierto ese café fue delicioso.
Ese día el joven Natouch no asistió a clases por primera vez, se fue directo a su cama.
Entendía que a pesar de que Ohm no tenía sentimientos hacia él, soportaría un matrimonio con una persona que no amaba, solo por hacer feliz a su abuela, los matrimonios arreglados eran muy comunes en las familias de su tipo. El enigma aquí, era por que hacerlo con alguien de su mismo sexo. Bueno, si era sincero, la marca de las dos familias tenía mucho que ver, aunque él no sabía de nadie que se casara con alguien se su mismo sexo.
Del Thitiwat pasaba por alto el género, y también a edad, con tal de que la tradición siguiera en pie. Ohm le llevaba veinte años, cuando este estaba en la universidad Fluke apenas había nacido. Ya era bastante escandaloso las relaciones entre parejas que tuvieran tantos años de diferencia, y si a eso le sumamos que fueran del mismo sexo, cambio de lado abrazando su almohada.
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Ohm asistió a tres reuniones ese día, no habían estado programadas, pero aprovechando su estadía en Tailandia lo había hecho. Sus palabras eran ordenes, así estaba acostumbrado, y así se hacía, nadie tenía nada que decir, sabían su lugar, Fluke Natouch era el único que se había opuesto e sus deseos.
Era tan temperamental que lo sacaba de sus casillas. Había previsto que no sería fácil, pero su comportamiento lo había sorprendido.
Tomo la taza de café, deliciosa, pero no tanto como la que hacia una hora había probado. Degusto su desayuno sintiéndose complacido, había obligado a un chico a casarse con él, y eso no era su estilo, las personas revoloteaban a su alrededor queriendo complacerlo, estaba acostumbrado a eso, pero Fluke, él era diferente, parecía odiarlo, realmente odiarlo, eso lo confundía.
Recibió a su abogado, el había viajado desde Grecia, ahí se concentraba todo. No era la primera vez que Kao Nine viajaba por el globo terráqueo para cumplir sus deseos.
-Aquí me tienes- le dijo sentándose frente a su mejor cliente y amigo.
-Necesito que redactes el contrato matrimonial.
-Para eso vine- dejo su maletín en una de las sillas vacías. Se sirvió un café, y se recargo en el respaldo.- Si me permites decirlo, esto es una mala idea.
-Nunca dije que no lo fuera.
-Sabes que la imagen por la que has trabajado todos estos años será destruida, y aun así, lo harás.
-En este momento, lo último que me importa es mi imagen.
-Eso es obvio. – suspiro el otro- Respeto y admiro que hagas todo esto por la señora Del, pero, aun así, creo que no tienes que arrastrar a una persona inocente.
-El no es inocente- dijo con los dientes apretados- no te dejes engañar, es igual a todos los de su clase.
-No debes generalizar, eres un gran empresario, muy inteligente y suspicaz.
-Por eso debes creer lo que te digo, y hacerme caso, has ese contrato, es mejor para ambas partes.
-¿El sabe del contrato?
-El lo pidió antes de que yo lo mencionara, debo de agradecérselo.- sonrió, pocas personas estaba delante de él.
- Debes de haber causado una muy mala imagen para que esto sucediera.
-Lo harás o, ¿tengo que llamar a otro? - golpeo la mesa.
-Lo hare- tomo su portafolio- no tienes que rugirme.
Vio cómo su amigo de la infancia se alejaba sin probar bocado.
Mañana a esa hora la familia de Fluke estaría enterada de la fecha de su matrimonio. El contrato podría esperar, ya su matrimonio con este era seguro, ¿Qué reglas podría poner eses pequeño?, nada que no pudiera cumplir.
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El martes muy temprano estaba despierto, eran las cinco de la mañana, demasiado temprano para alguien común, pero para el por todo lo que estaba pasando, no era normal. Tenía años que no se despertaba por sí solo, señal de que su salud mental estaba en riesgo.
Se metió a bañar sintiéndose miserable. Sabía que dentro de lo malo lo bueno, de verdad intentaba verlo, pero le era tan difícil. Tomo su mochila y fue directo a clases.
Su amigo Dean lo esperaba debajo de un árbol, siempre se reunían ahí, los martes y jueves.
- Ayer no viniste- lo recibió el joven.
-¿Te diste cuenta?- cuestiono sorprendido Fluke.
-Eres mi mejor amigo, obvio que lo note.
-Cosas que pasan- respondió.
-Me preocupé, y que tu no sueles ausentarte.
-No me sentía bien.
-¿Ya estas mejor?- lo miro preocupado.
-Todo bien- respondió con una enrome sonrisa.

Uña de DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora