Capitulo 18

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Severus al fin era libre de la enfermería, sus pasos silenciosos resonaban entre los pasillos por la falta de estudiantes y de maestros. Gracias a las pociones y las atenciones de Pomfrey ahora podía caminar sin ningún problema, lo único que quedaba hacer era ponerse un ungüento para que la herida cicatrizara bien.

En su pequeña despedida con la enfermera supo que el joven Longbottom, Draco y Potter lo habían visto recostado alli preguntando por su salud. Lo que menos quería sucedió, su cabeza martillaba la una y miles de mentiras que podría decirles a los niños con la intención de que no estuvieran tan metidos en su culo intentando saber que había sucedido.

Aun con todo aquello, tampoco dejaba de pensar sobre la situación con Quirrell, estaba seguro que ese estúpido tartamudo tenia algo que ver con Voldemort, pero no lograba encontrar el punto de salida. ¿Cómo se contactaba con el?, ¿estaría cerca?, ¿seria otro mago? no, imposible. Sus planes avanzaban como deberían, pero la información se perdía; nada concordaba con lo que tenia en manos.

Sus pasos se detuvieron al observar al niño Potter sentado dormido con su espalda recargada en la puerta de sus habitaciones. Daba gracias a Merlín que sus pociones estuvieran funcionando a la perfección cuando observo la musculatura que el niño estaba ganando, su estatura había aumentado aunque todavía no llegaba a la medida ideal.

Se permitió observarlo un poco mas; la condición con la que lo había encontrado ya no se veía a simple vista, los ojos ganaron mas color con su operación y los alimentos; su cara ya no mostraba una mirada de miedo y dolor, lo podía ver realmente feliz. Su pequeña sonrisa cuando alguien lo elogiaba o cuando Draco le contaba alguna anécdota graciosa, incluso cuando Longbottom también hacia algo parecido y los tres reían; como si todos los problemas no existieran. En esos momentos de felicidad no existía la maldad o la tristeza, los abusos o el dolor de algún golpe; solo eran esos tres niños viviendo una linda vida estudiantil.

Vida que esperaba salvar, aunque el sufriera, aunque el cargara con todo el odio de los demás. Si, estaba seguro; el entregaría su futuro por aquellos mocosos que entraron en su vida. 

Un estornudo se hizo presente en el lugar, ¡el suelo esta frio!, Severus se reprendió mentalmente mientras volvía a retomar sus pasos y se acercaba al niño; lo tomo entre sus brazos y entro a sus habitaciones. Su estancia era cálida; ¡oh como hubiera deseado dormir alli anoche!, la enfermería era agradable, pero no estaba solo y mucho menos con tranquilidad al estar pendiente de todo movimiento a su alrededor. Entro a su habitación y dejo al niño en su cama y salió a preparase un café negro cargado. 

Dolía; aun sentía el malestar en su pierna herida, pero definitivamente no era como un cruciatus de Voldemort. Su paz y silencio se fue al caño al escuchar un sonido en su red flu, probablemente algún colega quería decirle algo; como quiera, le daba completamente igual, para ellos estaba abierto así que podrían entrar.

-Hola Severus.- la voz suave y elegante que ya conocía

Oh no.

-Narcissa, buenos días, ¿Qué te trae aquí?.- Definitivamente debía cerrar su red. Su mirada seguía en su taza observando como salía humo de ella.

-Me entere por Draco que sufriste un.. pequeño incidente.- el murmullo de Narcissa tenia una carga de molestia; tal vez le enseñaría a su ahijado no meter su nariz donde no le interesa.

-Nada grave, por favor siéntate, ¿necesitas algo?.- Severus pregunto con total calma, su vista al fin se fijo en ella y observo como Lucius aparecía por la red flu con una cara asustada. Cuando ambas miradas se encontraron fue toda una escena. Lucius pedía perdón con ella mientras que Severus rogaba a todo ser celestial darle paciencia y no matar a su ahijado y su amigo.

La mejor decisión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora