Déjame confesarte mis pecados [Destiel]

Infiltración

DIARIO DE DEAN WINCHESTER

19 de septiembre, hora del recreo. Querido diario, espero que no te pongas celoso por lo que voy a escribir, las infidelidades entre tú y yo no cuentan si no hay tinta de por medio. Bueno... quizás sí que ha habido algo de tinta. Cas está castigado con el profesor Crowley, el pobre no tenía la culpa pero aun así se ha quedado sin descanso. Aprovecho que no voy a poder estar con él para escribir.

Ayer por la noche, después de escribirle a Cas un mensaje, no me vi con ánimos de continuar el día sin antes pasar a hacerle una visita. Además, la forma en la que contestó a mi mensaje me dejó algo inquieto: "Creo que es un poco tarde para ponerse a jugar a los enamorados, Dean". La verdad es que se supone que no debería saber donde vive, porque supuestamente él no me ha dicho nada y lo descubrí el día que le seguí hasta la iglesia, pero aun así decidí ir. Entre una cosa y otra llegué alrededor de media noche, pero no fue una tarea sencilla. Primero lancé un par de piedras a lo que creo que es la ventana de su habitación, no estaba del todo seguro. Ni pasados dos minutos desde que tiré la primera piedra, alguien salió de su casa. El pesado de su padre no sé a qué se dedicará, pero estaba rondando el jardín junto a la casa, dando vueltas sin sentido, así que me quedé en el coche esperando a que volviese a entrar. El momento se me hizo un poco incómodo, la verdad. He tenido que hablar con él, sí, el padre de Cas y yo por fin nos conocemos. Se acercó al coche mientras esperaba dentro, dando varios golpes a la ventana y haciendo gestos para que la abriese. Parecía un tipo bastante normal, en cierto modo me recuerda a mi padre por su buen gusto. Estaba muy interesado en el Impala, así que nos pasamos un buen rato hablando sobre como las había pasado canutas restaurándolo con mi padre.

—Es increíble como la belleza de algunas cosas aumenta según pasa el tiempo. Esa es la maravillosa creación del él, quien siempre está presente y nos permite seguir admirando creaciones como este increíble Chevrolet —ya sé de donde ha sacado Cas esa forma de hablar tan cursi—. Dime hijo, ¿eres creyente?

No, quería decir claramente que no, pero sabía que si decía no, se cabrearía o algo. Lo último que quiero es llevarme mal con el padre de Cas.

—Sí, bueno... ¡Mi madre creía bastante! —escupí esas palabras en cuanto se me ocurrió— Así que algo de eso se me ha quedado —mi madre no creía en Dios, pero algo debía decir.

— ¿Creía, ya no cree? —preguntó el muy cotilla.

—Murió en un incendio hace años, yo aún era un crío —me puse muy serio, no me gusta hablar de ese tema.

—Vaya, lo siento, no pretendía... —se puso bastante triste, parecía estar recordando a alguien.

—No, no. No pasa nada, no había forma de que lo supieras —aunque si preguntases menos te ahorrarías muchos problemas, pensé.

—A todo esto, ¿qué haces bajo la penumbra de esta fría noche frente a mi casa? No es por ser escamado, pero me resulta inquietante el motivo que te lleva a estar estacionado frente a mi casa.

 Mierda, no sabía que decir, estaba perdido. En ese momento me llegó la inspiración, perdido, justo eso era lo que debía decirle.

—La verdad es que iba de vuelta a casa y me he perdido, así que he parado un rato para descansar porque desde hace hoooras —rodé los ojos e hice una gran "o" con los labios, para ver si así quedaba un poco más creíble— estoy dando vueltas como un idiota.

—Oh vaya, en ese caso perdóname. ¡Qué maleducado llego a ser! Ni siquiera me había presentado. Disculpa mi informalidad. Benny, un placer.

—Dean —salí del coche para estrecharnos la mano con más facilidad.