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–Oye ojitos–me llamaron cuando salí de la cocina.
No hacía falta mirar para saber quién había sido, sólo una persona en este lugar me llamaba así.
–¿Qué quieres, Valentina?–pregunté algo cansada.
Sin Marcela aquí la cocina parecía un caos total, todas corrimos de aquí para allá intentando tener todo listo para la hora de la cena. Afortunadamente logramos preparar todo a tiempo, consiguiendo que a la tripulación le gustara lo que habíamos cocinado. Sólo nos quedó recoger el desorden de la cocina, el cual apenas habíamos terminado de limpiar.
–Vamos a practicar–contestó colocándose frente a mí, con sus manos en las caderas.
Su voz fuerte y firme, sin ningún tono de pregunta en ella. Suspiré.
–Mira, mejor lo dejamos para otro día–le dije comenzando a caminar.
Tenía un objetivo en mente y ese era llegar a los camarotes. Al pasar a su lado una de sus manos viajó hasta mi brazo, detenido mi andar. Su agarre era consistente pero aun así no puso demasiada fuerza en él. Miré por un segundo su mano en mi brazo y luego subí mis ojos hasta los suyos. Ella ya me miraba fijamente, luciendo totalmente absorta mientras lo hacía. Su boca estaba ligeramente entreabierta y pude apreciar como lentamente sus mejillas comenzaban a tomar color. Tal vez dándose cuenta de que todo este tiempo me había estado mirando fijamente.
Era la primera vez que la veía sonrojarse de esa manera en todo este tiempo que llevábamos juntas y se me hacía algo fascinante porque sin duda ella era adorable.
Sacudió su cabeza, apartándose de mí tan rápido como había salido de su trance. Carraspeó un poco para aclararse la garganta, volviendo a su actitud de chica ruda.
–No, nosotras vamos a practicar ahora–habló nuevamente con tono firme–En unos días estaremos enfrentando a un grupo de corsarios franceses, ellos no dudarán en matarte si te ven indefensa. No será como cada noche que practicas con una vara de madera en la cubierta, Juliana. Esto es completamente diferente, no sé de donde vengas pero las cosas aquí se hacen así. Peleas y vives o no peleas y mueres, es simple–finalizó su discurso con el ceño fruncido.
Todo lo que dijo me dejó helada e hizo que me diera cuenta de una cosa en ese momento.
¡Ella pretendía hacerme luchar!
Todo este tiempo pensé que esas noches en la cubierta eran sólo algún tipo de clase de defensa personal, algo que me serviría en caso de emergencia. No estaba preparada para esto, ni siquiera conseguía ganarle a Vera cómo esperaba ella que le ganara a un grupo de hombres.
¿Qué podía hacer alguien que trabajaba en una biblioteca?.
Exacto, nada. Absolutamente nada.
–No...–susurré a la vez que negaba con mi cabeza y retrocedía algunos pasos–Yo no pelearé con nadie, Valentina. Mierda...no voy a matar a nadie–dije horrorizada después pensar un poco.
Recordé esa vez que se enfrentaron contra los españoles, había mucha sangre y cuerpos esparcidos por toda la cubierta del barco. Y claramente yo no quería terminar como esos hombres. Ella dijo pelear y vivir o no pelear y morir, yo no quería pelear pero si vivir.
Mierda.
–Pelearás–habló sin ninguna duda–Es una orden.
–No, no lo haré.
Estaba a punto de darme la vuelta cuando una mano en mi hombro me detuvo. Mi cuerpo se tensó al ver la gran mano con pequeñas cicatrices y lo hizo todavía más al escuchar un gruñido tras mi espalda. Congelada en mi lugar, tragué grueso.
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Sueños de agua - Juliantina (Terminada)
FanfictionJuliana Valdez nunca se imaginó que al abrir los ojos despertaría en un lugar extraño, mucho menos que lo haría en la cubierta de un barco, atada a un mástil. Con 23 años, ella se convertirá en una esclava más de la tribulación al mando de la capita...