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–¡Bájame! ¡He dicho que me bajes!–grité golpeando la espalda del gran hombre que me cargaba.
Llevábamos huyendo ya mucho tiempo, el suficiente como para estar seguros de que no nos encontraríamos con algún nativo de la isla. Tanto habíamos avanzado que ya se podía ver como estaba amaneciendo. Pero yo tenía un problema, nadie parecía escuchar lo que decía. A ninguno parecía importarle haber dejado a uno de los suyos, todos seguían caminando sin siquiera mirar atrás.
–Descansaremos aquí–informó Vera.
Gerd siguiendo la orden y sin mucho cuidado me soltó, haciendo que cayera al suelo con un duro golpe. Froté mi trasero para aliviar un poco el dolor que había producido la caída, levantándome luego para sacudir mi ropa. Fijé mi vista en la rubia, ella estaba dándole la espalda a toda la tripulación. Apoyó su cabeza en un árbol cercano, golpeándolo repetidamente con una de sus manos. Escuchaba como soltaba algunas maldiciones molesta mientras que con la otra mano sacudía su cabello.
Sin importarme el estado en el que se encontraba la chica me dirigí a ella con pasos firmes. Coloqué mi mano en su hombro e hice que se girara, la agarré del cuello de su camisa acercándola más a mí, al punto de que nuestras respiración chocaban.
–¿Por qué permitiste que se la llevaran?.
Por un momento lució sorprendida pero rápidamente recobró la misma expresión de ceño fruncido. De un manotazo me apartó de ella y con sus ojos brillando de peligro me miró.
–¿De qué hablas?–prácticamente escupió las palabras, realmente estaba enojada.
Aun así seguiría insistiendo.
–No hiciste nada para impedir que esos españoles se llevaran a Valentina –dije exasperada.
–Fue su decisión quedarse–respiró profundo, como si intentara calmarse–Era ella o la tripulación y Valentina jamás permitiría que algo malo le pasara a los suyos, menos ahora que estás tú...–dijo eso último entrecerrando sus ojos un poco.
–¿Qué?...
–Además los nativos estaban muy cerca, eso nos dio tiempo para que todos pudiéramos escapar. Los caníbales no irían por nosotros mientras los españoles estuvieran allí vulnerables y ocupados con ella–explicó, ignorando totalmente mi pregunta
–Bueno... –traté de decir como pude, aún estaba asimilando lo que había dicho–Pero tenemos que volver por ella–señalé por donde habíamos venido.
–No, no lo haremos–contestó con voz dura.
–Le pueden hacer daño–dije con un hilo de voz.
–No le harán nada–antes de que pudiera replicar algo ella continuó– Valentina está a salvo, por ahora...
Pestañé un par de veces para intentar entender lo que había dicho. Por unos segundos no hice más que mirarla fijamente, perdiéndome en las preguntas que ahora inundaban ni cabeza. Pero susurros y maldiciones por parte de Vera me sacaron de mis pensamientos.
–¿Cómo que está a salvo?.
La rubia se pasó sus manos por la cara, dejando salir un gruñido de frustración.
–Los españoles no son estúpidos, probablemente ellos sacrificaron a algunos de sus hombres para poder escapar con Valentina. No la matarán, su cabeza es muy valiosa para los reyes de España–respondió dándome la espalda.
–¿Qué quieres decir?–pregunté en un susurro, no queriendo saber la respuesta que en el fondo ya sabía.
Vera se giró y bruscamente me tomó por los hombros, sus dedos apretaban mi piel causándome dolor. Abría y cerraba mi boca sin saber que decir o hacer, su acción realmente me había sorprendido.
–Hay una gran recompensa por Valentina. La llevaran a la horca frente a miles de personas y luego le entregarán su cabeza a los reyes–la rubia me sacudió al decir esto.
Mis ojos se ensancharon y una extraña sensación se apoderó de mi pecho. De pronto sentía ganas de zafarme del agarre de Vera y salir corriendo para adentrarme todavía más en el bosque para así poder buscar a la morena.
Mierda estaba jodida.
–Calma chicas–un brazo se pasó por encima de mis hombros, atrayéndome hacia un fuerte y esbelto cuerpo–Todo estará bien, encontraremos a Valen antes de que lo esperemos.
Miré a Lucho que ahora daba suaves palmaditas en mi brazo, regalándome una sonrisa tranquilizadora. Algo que extrañamente funcionó, entonces yo le creí. Íbamos a encontrar a la castaña y cuando la tuviera a mi lado no la dejaría ir.
Cuando estaba en lo más alto de mis pensamientos positivos un fuerte rugido resonó por el lugar. Todos inmediatamente se pusieron alerta, adoptando una pose defensiva con sus espadas. Era obvio que estaban preparados para algún ataque.
Sentí como la mano de Lucho se deslizó por mi cuerpo hasta llegar a la altura de mi espalda baja, donde presionó un poco su mano. Él se inclinó acercándose más, fue ahí donde pude ver lo tensó que estaba y como miraba hacia un punto fijo detrás de mí. Nada se escuchaba, ningún otro rugido se hizo presente. El silencio fue lo que reinó durante varios minutos.
–Corre–susurró Lucho en mi oído.
Me dio un ligero empujón con la mano que había dejado en mi cuerpo lo que me obligó a avanzar algunos pasos.
–¡Corran!–gritó ahora para los demás quienes no dudaron en hacerlo.
Sin entender por qué teníamos que correr comencé a seguir a los otros miembros de la tripulación. Llegué al lado de Vera que se veía preocupada mientras esquivaba ramas y piedras que había en el camino. Justo cuando estaba por preguntarle qué ocurría una lanza se clavó en la tierra un poco más adelante de nosotras. Un gritó ahogado salió de mi boca al pasar al lado de esa cosa.
¡Un poco más y le daba a cualquiera de las dos!
–Mierda–escuché que dijo la chica entre jadeos.
Arriesgándome pero sin detenerme voltee a ver hacia atrás solo para encontrarme con que un grupo de hombres con taparrabos nos seguían. Asustada intenté ir más rápido. Una flecha se estrelló contra el árbol al que acababa de pasar eso me desconcentró e hizo que me moviera torpemente, aun así seguí corriendo. Sentía que mis pulmones quemaban necesitando oxígeno. Corría por mi vida mientras observaba por a los demás que hacían lo mismo.
En un rápido movimiento terminé apoyando mal mi pie, segundos después yo estaba cayendo al suelo. Unas manos alrededor de mis brazos me alarmaron pero al escuchar los gruñidos me tranquilice un poco. Los caníbales se acercaban a gran velocidad.
–Vamos muévete–dijo Vera haciendo un esfuerzo por levantarme.
De repente estábamos siendo levantadas del suelo. Quedamos colgando atrapadas en una gran red. Los nativos gritaban festejando debajo de nosotras mientras el resto de la tripulación escapaba.
–¡Lucho llévalos al barco!–gritó fuertemente la rubia, esperando que el chico la hubiera escuchado.
–¿Qué vamos a hacer ahora?–pregunté removiéndome varias veces–¿Vera?.
–Yo... –habló en tono bajo, ella lucía igual de asustada que yo–No lo sé...
Entonces la red en la queestábamos atrapadas comenzó a moverse de un lado a otro. Bajé mi vista lograndover como empezaron a cortar la cuerda que nos mantenía en lo alto. El impactofue fuerte mi cabeza se estrelló contra el suelo y luego de eso todo seoscureció.
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Sueños de agua - Juliantina (Terminada)
FanfictionJuliana Valdez nunca se imaginó que al abrir los ojos despertaría en un lugar extraño, mucho menos que lo haría en la cubierta de un barco, atada a un mástil. Con 23 años, ella se convertirá en una esclava más de la tribulación al mando de la capita...