Capitulo 4

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Escuché ruidos, tal vez eran pasos, algo lejanos que se acercaban cada vez más. Me removí incómoda en mi lugar sintiendo un cuerpo aferrarse al mío, aun así no abrí mis ojos. La madera sobre mi cabeza comenzó a crujir cuando alguien movió la caja de madera que nos mantenía desapercibidas. Luego el compartimiento fue abierto, dejando entrar un poco de luz al pequeño lugar. Lentamente fui abriendo mis ojos, encontrándome con el mismo chico castaño de la vez pasada.

–Que bueno que despertaste–dijo él, regalándome una sonrisa.

Mierda, ¿en qué momento me había quedado dormida?.

Intenté moverme pero unos brazos alrededor de mi cintura me lo impidieron. Volteé mi cabeza para mirar a la morena que seguía durmiendo como si nada. Por mi mente pasaron rápidamente imágenes de todo lo sucedido, todos esos hombres gritando, cayendo muertos...Sacudí mi cabeza intentando borrar de alguna forma lo que había pasado.

–Bueno, puedes salir ya to-....

–¿Dónde está?–entró diciendo la rubia, interrumpiendo al chico.

Ambos la miramos, de nuevo ella seguía con el ceño fruncido mientras que paseaba su vista por nosotros, dejándola por último en Marcela. Pareció calmarse al ver a la chica junto a mí sana y salva, por un instante su expresión de molestia había desaparecido. Sólo por un instante.

–Tranquila Vera, ya viste que está bien. No volverá a pasarle nada, lo sabes–habló el chico con calma.

–Me la llevaré–dijo acercándose hasta nosotras.

Ni siquiera me miró cuando estaba sacando a Marcela del pequeño agujero. Una vez que la tenía en sus brazos comenzó a caminar hacia la puerta, saliendo sin dirigir una palabra a ninguno de los dos.

–¿A dónde la lleva?–pregunté todavía viendo la puerta.

–Vera tiene su propio camarote, probablemente dejará descansar a Marcela en su cama–contestó encogiéndose de hombros.

Quise preguntar si ellas tenían algo pero afortunadamente me contuve a tiempo, no sabría cómo tomarían esto por aquí así que era mejor permanecer callada. Aunque la curiosidad se mantendría.

–No me presenté anoche. Mi nombre es Lucho, soy el contramaestre en este barco–extendió su mano.

La tomé dando un ligero apretón. Intenté disimular mi cara de confusión con una sonrisa.

¿Qué diablos era un contramaestre?.

Me ayudó a salir del pequeño escondite, ya de pie estiré mis extremidades sintiendo un poco de dolor al hacerlo. De nuevo mi espalda estaba doliendo junto con mi cuello.

–Venía a decir, antes de que Vera interrumpiera, que puedes salir. Ya todo está en orden–habló señalando con la cabeza hacia afuera.

Asentí a sus palabras insegura de querer salir, pero al final me decidí por hacerlo y lo seguí. Caminamos juntos y al llegar afuera me sorprendí bastante. La cubierta que había estado limpiando durante horas estaba cubierta de sangre. Había cuerpos de hombres tirados por todo el lugar, algunos muertos y otros heridos. Al ver toda esa escena hizo que mi estómago se revolviera, alcé mi mano para cubrir mi boca. No estaba segura de sí vomitaría en algún momento.

Cerré fuertemente mis ojos, no queriendo creer todo lo que había visto hasta ahora.

–Oye, ¿te encuentras bien?–alguien se me había acercado y colocando su mano en mi hombro dio un ligero apretón.

Di un pequeño saltito del susto y de inmediato abrí mis ojos sólo para encontrarme con unos azules que me miraban con preocupación.

–Sí...estoy bien–asentí tratando de sonar convincente.

Sueños de agua - Juliantina (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora