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Semanas antes del presente, en la otra dimensión, Bill estaba con una angustia a más no poder

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Semanas antes del presente, en la otra dimensión, Bill estaba con una angustia a más no poder.

Mabel se rehusaba a comer más de una vez al día e incluso se negaba a comer algo por un día completo, como si no lo necesitara. El comportamiento de la chica lo preocupaba a un punto que jamás pensó llegar.

Bill dejó el plato a un lado en el aire, levitando, ayudándola a sentarse en el colchón porque ella apenas tenía fuerzas suficientes para hacer algún movimiento.

— Después deberíamos dar una vuelta. — murmuró. Hizo que Mabel apoyara la espalda en el respaldo de la cama, lo más cómoda posible — Quizá podría presentarte a unas personas.

Ella ni siquiera lo miró. Estaba con la mirada fija en las heridas de sus manos, las cuales, tenía cortadas que se hacían por las noches. Aunque Bill curara cada día sus heridas, estas seguían apareciendo sin cesar.

— ¿Usaste los poderes?

— No...— murmuró bajo, con algo de esfuerzo.

Mabel no utilizaba los poderes desde hace dos días cuando tuvo aquella crisis que hizo empeorar su estado. Cerró un párpado cuando sintió una pequeña cortada en su mejilla izquierda, la cual, empezó a sangrar enseguida.

Bill apretó las manos en puños. Se odiaba a sí mismo por no saber qué hacer.

Cada madrugada se sentaba al lado de Mabel para tratar de quitarle sus poderes, pero mientras más lo intentaba, más perdía la esperanza en sacarlos de su cuerpo.

Sus poderes se habían instalado tanto en ella que era como si ya fueran suyos. A Bill no le importaba que se los quedara, para nada, pero el problema era que la estaba matando.

— ¿A quién me vas a presentar?

La miró a los ojos. Observó el celeste en su ojo derecho, opaco y casi sin brillo, de no ser por la claridad que entraba por la ventana. Bill acurrucó el rostro de Mabel entre sus manos y la acercó para apoyar su frente en la suya, escuchando sus pensamientos.

La mente de Mabel estaba en blanco. En un blanco desolador que a Bill lo desesperaba.

— ¿Son...esos conocidos que fuiste a v...ver? — hablar le costaba, arrugando sus cejas sin darse cuenta — ¿S-son como tú?

— Demonios que viven en este mundo. — Bill acarició su cabeza, sin separarse de ella. Escuchó su respiración entrecortada, viendo el celeste más de cerca.

Se separó para dejarle el plato de comida arriba de sus piernas, para que comiera por su cuenta. Bill se quedó a su lado por dos horas, lo que Mabel tardó en comer todo lo que había en el plato.

Luego la ayudó a colocarse una ropa distinta a la del día anterior, ayudándola a llegar al baño y esperó fuera de este, respetando su privacidad. Pero no fue mucho después que entró al baño escuchar un pequeño golpe que lo preocupó, viéndola temblar a un lado del lavamanos con ambas manos en su cabeza.

¿Dónde estás? | Gravity Falls | En CursoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora