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Por la madrugada del día siguiente Mabel se encontraba despierta, sentada en medio de la cama y abrazaba sus piernas, observando sus ojos brillar en el espejo, en medio de la oscuridad

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Por la madrugada del día siguiente Mabel se encontraba despierta, sentada en medio de la cama y abrazaba sus piernas, observando sus ojos brillar en el espejo, en medio de la oscuridad.

Otra pesadilla la despertó.

Pero esta vez sólo sudaba, con la respiración agitada.

Cada día que pasaba se sentía con menos energía. Las punzadas que se clavaban en su cuerpo sólo porque respiraba, el crujir de sus huesos y las ojeras debajo de sus ojos.

No tenía buen aspecto.

Bajó de la cama y salió al pasillo, pero a pesar de que estaba oscuro, Mabel podía ver a través de aquella oscuridad. No sabía si era porque se había acostumbrado después de estar dos horas despierta, o era por los poderes de Bill en ella.

Caminó en silencio, sin hacer mucho ruido y al llegar a las escaleras, tuvo que ponerse de cuclillas, tapando su boca con ambas manos mientras tomaba una bocanada de aire.

Odiaba esto.

Era como si respirar la ahogaba todavía más.

Siguió caminando hasta bajar las escaleras y al llegar al último escalón, observó el hilo de sangre caer de su muñeca. Una fina línea que la hizo sangrar, pero profunda. Siempre aparecían incluso si no usaba los poderes, con el pasar de los días se volvían más grandes y mucho más dolorosas.

Se apoyó en la baranda y se puso de pie, esta vez intentando no parar en su trayecto.

Quería aire libre.

Se sentía ahogada.

Abrió la puerta y antes de salir, observó a Bill en el segundo piso, que estaba en silencio ahí, sin tocar el suelo con sus pies.

— Quiero estar a solas.

Susurró aquello, pero ella sabía que Bill la escuchó.

Ni siquiera tuvo la fuerza para cerrar la puerta y camino por un camino en medio de los árboles, intentando que el aire la hiciera sentir mejor. Se abrazó a sí misma cuando una punzada en su espalda la hizo quejarse en voz alta y eso la hizo tener una arcada involuntaria, pero no vomitó, intentando recobrar la postura.

— Dije que quería estar a solas.

Apenas pudo hablar. Dio media vuelta, observando a Bill unos pasos detrás.

— No te voy a dejar sola, jamás.

Mabel suspiró inconsciente y Bill se acercó al verla decaer, tomándola en brazos y sentándose así con ella en el suelo.

— Me queda poco tiempo parece. — susurró al ver otra herida en la palma de su mano, aunque esta vez, lejos de ser sólo una línea, era como su le hayan agarrado la piel y la hubieran tirado — Cada día estoy peor.

¿Dónde estás? | Gravity Falls | En CursoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora