Dipper se aborrecía tanto que tenía constantemente deseos de desparecer. Cada noche desde que Mabel había desaparecido, no podía no pensar que ojalá hubiera sido él el que lo hubiera hecho.
Él tenía la culpa, él la había herido y él tampoco la detuv...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La encontró en el mismo lugar siempre. Sentada a un lado de unos arbustos, abrazando sus piernas y con la mirada fija en una criatura parecida a un gato.
Bill la observó desde su lugar, en lo alto de un árbol seco y sin hojas. Se paró en una rama lo bastante firme para soportarlo y apoyó un lado de su cabeza en el tronco.
Podía observar el desinterés en los ojos de Mabel. Un poco decaídos, quizá. Bill no podía entender bien las emociones humanas o siquiera sentir algo por un humano.
La primera vez que sintió algo, fue rabia, podía recordar.
Aquel verano en el que Dipper junto a los demás lo derrotaron. Pero de rabia a más allá, no había nada más. Sólo vacío.
¿Pero por qué era diferente cuando se trataba de ella? ¿Qué tenía Mabel Pines de especial? ¿Por qué lo hacía sentir tan ansioso?
Bill no estaba seguro, tal vez era sólo su imaginación. Pero cuando estuvo dormido en aquel lugar oscuro había escuchado voces.
A veces, reía. A veces, lloraba. A veces, sólo eran palabras al azar.
Y Bill sólo ahora había sido consciente de eso porque antes ni siquiera tenía conocimiento de que sólo dormía. De que no estaba muerto. Sólo había sido sellado, si podía llamarlo de esa manera. Y que también era a Mabel a la que escuchaba.
Tenía dolor de cabeza porque era tan confuso lo que estaba pasando.
De un momento a otro despertó en un lugar oscuro, con una apariencia humana y luego había atravesado un portal que la condujo a Mabel. Bill la habría sólo dejado ahí, restándole importancia. Pero por alguna razón había interferido en ese chico y ella.
Luego se dio cuenta que parte de su poder se encontraba en Mabel, un poder que había despertado porque Bill también lo había hecho.
¿Pero por qué había despertado? ¿Porque Mabel había pedido ayuda a gritos? ¿Sólo por eso?
Chasqueó la lengua y dirigió su mirada a ella otra vez.
— ¿Quién eres? — la escuchó murmurar a la criatura peluda de muchos colores. Mabel acarició su cabeza, sonriendo poco — Supongo que no hablas, ¿mhn? No todos son parlantes como Bill.
Bill sonrió inconsciente al escucharla decir. Bajó del árbol en silencio, aterrizando con suavidad detrás de Mabel.
La criatura peluda fue la primera en notarlo y se escabulló entre el pasto lo más rápido que podía.
— Te he dicho que no salgas. — fue lo primero que salió de su boca.
Mabel lo miró de mala manera y rodó los ojos, mirando a otro punto del bosque.
— Y yo te he dicho que me ahoga estar encerrada. — murmuró, encogida un poco — Déjame en paz, ¿quieres?
— Es peligroso. — se hincó a su lado. Apoyó ambos codos en sus rodillas y su rostro lo apoyó en sus manos, mirándola con una pequeña sonrisa.
