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Empezaba a preocuparse

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Empezaba a preocuparse. Su hermana hacía más de ocho horas que se había marchado enfadada y herida de aquella cabaña, en la que estaban pasando por quinta vez sus vacaciones.

Fuera anochecía y ni rastro de Mabel.

Dipper trató de pensar que tal vez estaría con Candy o Grenda, en una de esas pijamadas que hacían para ver revistas de chicos, hablando y comiendo chucherías hasta el amanecer. Sí, sonaba creíble.

Lo último que querría ver Mabel ahora sería su cara.

Dejó salir un suspiro desolado con la garganta cerrada, sintiendo la culpa y el remordimiento carcomiéndolo por dentro.

Pocas veces peleaban, al menos, no a tal punto de explotar a gritos. Y Dipper lo admitía, se había sobrepasado bastante.

Apagó el televisor con el control remoto porque ni siquiera estaba prestando atención.

Sus piernas habían estado moviéndose intranquilas y aquello le provocaba un poco de ansiedad, con la garganta apretada a más no poder y el peso sobre su pecho. Miró su celular desbloqueado, el contacto de Mabel en la pantalla y marcó.

¿Y si le había pasado algo? ¿O estaba en peligro? ¿O...estaba con ese chico otra vez?

Apretó su mano en el celular y casi lo tira al suelo al recordar. Una punzada apareció en su pecho cuando la llamada se cortó. Mabel le cortó.

Dipper dejó de respirar por un momento, mirando ahora la pantalla de bloqueo de su celular y ojalá no se hubiera demorado tanto en llamar de nuevo, porque cuando lo hizo, ella había apagado el celular.

— Me estás jodiendo, Mabel. — murmuró apenas, cabizbajo. Un tirón en su pantalón hizo que mirara abajo. Pato mordía la tela, tirando de él.

Dipper sonrió, la sonrisa no llegando a sus ojos y se puso de pie luego de acariciar su cabeza. Caminó hacia el perchero, tomando las llaves de la camioneta y de paso su abrigo.

— Tío — alzó la voz mirando hacia el pasillo — iré por Mabel.

Enseguida pudo ver a Stanley, con las mismas pintas de siempre cuando estaba en casa. Con aquella polera blanca sin mangas sudada y sólo un bóxer de la cintura para abajo.

— Seguro está bien Dipper, esa mocosa sabe cuidarse. — dijo mientras lo miraba de una manera seria, casi dura — Deja que se calme, volverá cuando ella quiera.

— Pero no contesta su celular y- sólo quiero saber si está bien.

Stanley suspiró, sacudiendo su cabeza luego.

— Ya, anda. Pero no hagas ningún escándalo. Escuché su pelea y fuiste muy hiriente.

Dipper apretó las llaves en su mano y luego de despedirse, salió de la cabaña casi dando un portazo.

¿Dónde estás? | Gravity Falls | En CursoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora