Amado hermano

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Un silencio desolador se instaló entre ambos, Yuuri parecía congelado, incrédulo... tan solo había hablado con Yasha hace a penas una semana, Yuuri había sentido en las palabras de su padre aquellos aires nostálgicos de una despedida, pero ¿Tan pronto?

El tintineo de la placa de Vicchan contra la propia argolla de su collar hizo a Yuuri mirar hacia sus pies para tomar al pequeño caniche en brazos. Junto con tomar a su mascota, los ojos del pelinegro cedieron al llanto mientras que el pequeño can lamía su cara y aguantaba el ligero abrazo de su dueño.

— Fue demasiado pronto, Vicchan, debí volar a verlo cuando pude...— Victor se sintió incómodo con aquel apodo de infancia, apretó sus puños en su regazo y se quedó en silencio, estaba seguro de que quizá lo correcto sería abrazar al menor y consolarlo, pero algo lo detenía, un dolor en su pecho le repetía "no te mereces tal cosa"— Habia hablado con él hace tan poco... por sus palabras... Intuí que se despedía, pero no pensé que pasaría tan rápido, lo notaba más enfermo, pero no moribundo...

— Mari dijo algo similar...

— ¿Cómo está mamá?

— Bien— Resoplo Viktor— Paso los últimos días con él... creo que por eso está más tranquila. Su muerte fue indolora, fue en medio del sueño, sus pulmones no resistieron más y lo ahogaron tranquilamente hasta fallecer... los calmantes que le dieron  ayudaron bastante en eso, debo admitir... — Yuuri no dejaba de llorar, secando sus lágrimas con el dorso de la mano, alternando las mientras que aún sostenía a su perrito en brazos ¿Qué lo detenía? Victor quería abrazarle, decirle que estaría bien, que era algo que veían venir y con lo que se habían estado preparando durante mucho tiempo, más eso no hacía que el dolor fuese menos, y que sentirse así era normal... pero su orgullo lo detenía. No sé sentía sensato de entregarle amor a Yuuri luego de haberlo rechazado tan cruelmente años atrás.

— Los... ¿Los velorios, cómo...

— En Hasetsu, un abogado nos aclarara los papeles de herencia luego de que hayan terminado las ceremonias...hay... hay algunos problemas con mi madre biológica y...

— Viktor...— Yuuri notaba el tiritar nervioso en la voz del peliplata, el mayor había escondido las manos, Yuuri reconocía los pocos gestos que él hacia cuando en verdad no sabia enfrentar un problema.

—Mari ya ha notificado a gran parte de los vecinos...

— ¿Como has estado tú, Vitenka?— Pregunto Yuuri buscando con insistencia tomar una de las manos de Viktor, solo entonces reacciono...se derrumbó, la mano de Yuuri tomo la suya con cuidado sobre la mesa e inmediatamente una lagrima bajo por su mejilla, en su pecho toda la angustia albergada por días se derramaba de forma frenética y le pedía obtener consuelo. El menor bajo a su mascota del regazo y se levantó para dar la vuelta al mesón, para el pesar de Viktor, Yuuri si había hecho lo que él no se atrevió, y lo envolvió en un abrazo apretado, cálido y necesitado, ambos llorando sin vergüenza— Perdón por no haber estado allí...

— No quería que se fuera ¿Qué se supone que haga ahora? No quiero tomar su puesto, incluso verme al espejo es doloroso— Victor y su padre eran tan parecidos... de niño Yuuri lloraba por no poder parecerse a su padre, el mejor del mundo, el hombre que había traído nueva felicidad a su vida y a la persona a quien creyó su alma gemela junto a él. 

— Siempre serás tú mismo, Vitya, papá estaba orgulloso de todo lo que has hecho, solo deberías de verte a ti ¿Comprendes? — El peliplata levanto la mirada, separándose levemente para poder limpiarse el rostro debido al llanto.

— Tú... te pareces tanto a él...— A Yuuri le sorprendieron esas palabras— La forma en que hablas, como eres capaz de consolar al resto... tu expresión gentil— El teléfono del menor comenzó a sonar, viéndose obligado a separarse por completo para atender, luego de que Victor le insistiera a pesar de sentir que se quedó con la palabra en la boca. Ver la figura de Yuuri apartarse un poco para atender le hizo sentir extraño, ya que era darse cuenta de lo mucho que se separo del menor ¿Cómo es que había cambiado tanto? ¿Habrían cambiado también sus sentimientos? La simple idea deprimía al peliplata.