9

135 23 11
                                    


¿Lo último que había visto eran lágrimas? Viktor inmediatamente comenzó a sentirse ansioso, pero el menor no contesto ninguna de sus llamadas de vuelta ¿Suichiro estaba llorando? No tenía esas intenciones, hacerlo llorar siempre se sentía horrible, Sui era sensible y a menudo confundía las cosas, aunque él intentara ser honesto y marcar limites. 

— No puedo darte más que esto, Sui, lo siento— Admitió la primera vez que él pelinegro le sugirió que vivieran juntos— No puedo darte compromiso o algo formal, cuando comenzamos te dije qué...

— Ya hay alguien que ocupa tu mente, lo sé — Suspiro el muchacho, evidentemente decepcionado— pero entonces ¿Qué haces tanto tiempo aquí? ¿Porqué no haz ido por esa persona? Creí, que de cierta forma, comenzabas a sentirte cómodo conmigo...

— Y lo estoy — Le sonrió Víctor— es solo... que no puedo entregarte mi corazón, no sé si algún día pueda hacerlo, no hacia alguien que no sea él... — Dolía, dolía como el infierno, Suichiro en serio odiaba aquella parte de Viktor, incapaz de soltar el pasado y demasiado cobarde para arriesgarse por un futuro.

— ¿Y es que acaso él aún te quiere? — La expresión de Viktor se contrajo—... no lo sabes... ¿Hace cuánto no hablas, siquiera, con él?

— Yo... cometí muchos errores con él, no he podido...

— Dejas que pase el tiempo, mientras te emborrachas del amor de otras personas ¿Crees que para él no ha sido igual?— Viktor se levantó del sillón y dio media vuelta.

— Es mejor que te vayas a casa, Sui, no quiero discutir esto...

— Solo te escondes y te alejas de tus problemas, Vitya— Le indicó el japonés — ¿Por qué no quedarte conmigo? Puedo ser tu refugio, ayudarte a olvidar... Incluso...

— ¡No quiero olvidarlo!— Viktor levanto la voz, mirando a Suichiro realmente herido— No quiero permitirlo, y no quiero rendirme respecto a él... — El menor hizo un puchero, tomando su bolso y poniéndose de pie.

— Hablas de no rendirte, pero ni siquiera lo estás intentando, Viktor— Suichiro soltó un largo suspiro al llegar a la puerta— Estaré para ti si quieres hablarlo, perdón por ofrecerte algo tan formal, supongo... — Viktor solo le dirigió una mirada silenciosa, su rostro indicaba que también lo sentía, pero no dijo nada — Te quiero, Viktor Nikiforov.

Suichiro no volvió a tocar el tema, y por como actuaba, Viktor pensaba que el menor había entendido el límite entre ambos, pero ahora, entre lágrimas y sollozos, Suichiro le pedía que por favor no le hiciera dejarlo. En más de una ocasión Viktor pensó en quedarse allí en Suiza y formalizar las cosas con Suichiro, el chico era de su agrado, de actitud dulce e inteligente, pero ¿Que pasaría luego de eso? ¿Que pasaría si admitía que salía con un chico? ¿Que pasaría cuando conociera a Yuuri?

Los imaginaba a los dos observándose, entendiendo lo que él había hecho con ambos y luego mirándolo en recriminación... Viktor llegaba a sudar frío.

— No sabía que tenías un amante— Viktor llegó a saltar del susto, Mari lo miraba con molestia y curiosidad en su mirada, el cigarrillo en su mano estaba a medio consumir ¿Cuanto había alcanzado a escuchar?

— Supongo... qué si puedo llamarle así— Admitió el peliplata. 

— ¿Lo cortaste por teléfono?

— Nunca formalizamos nada... — Mari se sentó frente a él. Se encontraban en uno de los pasillos que daba al jardín mas grande de la posada, dado al periodo de luto, no tenían ningún cliente o turista preguntando por las aguas termales o alguna habitación, todo estaba en un extraño, pero agradable silencio, donde el sonido del agua corriendo y las campanillas daban tranquilidad; podían sentarse en el pasillo dejando las piernas colgando hacia el jardín, las plataformas de la posada daban una altura que, aun siendo adultos, permitía que balancearan sus pies, sintiéndose incluso como cuando eran niños. 

Amado hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora