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Quería seguir disfrutando de ese momento. La piel de Viktor era suave y el agua sobre y entre ellos daba una sensación resbalosa y caliente al tocarse, pero aquel suave sabor del sake en la boca del peliplata, obligaba a Yuuri a ser juicioso y no aprovecharse de la situación.

El primer beso de Yuuri, su primer beso con un chico, fue con un completo extraño en un bar gay de Tokio. Chihoko le había dado una extensa charla tipo ultimátum debido a sus reiteradas faltas a la Universidad, y al estar asistiendo más conscientemente, había conocido a un chico entusiasta que estaba logrando que volviese aquel amor por la fotografía que el azabache había sentido en un inicio y lo había hecho viajar a Tokio... si, su ánimo seguía destruido un año después de aquella fatídica despedida con su hermanastro y el destrozo de su primera cámara, que había resultado en perdida absoluta, pero ahora, cada vez, dolía un poco menos... un poco menos.

— ¿Quieres ir a comer algo?— Le pregunto Phitchit tocando su mano sobre el mouse, logrando que su vista se desviará de la pantalla para mirarlo.

— Aún no termino con esto— Se resistió Yuuri.

—Vamos... llevas horas en esto, sé que se acerca la fecha de exposición, pero no estamos tan justos de tiempo como para que ignores que debes comer. Yo tengo mucha hambre ¿Tú no?— Los gestos y aquel tono dulce de hablar de Phitchit siempre terminaban por sacar a Yuuri de su caparazón, si era honesto, incluso le gustaba aquella particular forma en que el menor movía las manos al hablar, como si hiciera mímica de sus palabras. Lo tenía.

— Conozco un sitio cercano con el mejor katsudon que he probado aquí en Tokio — Phitchit sonrió.

Aquella noche tras comer e ir caminando sin rumbo en busca de una expendedora con café caliente, Phitchit se atrevió por primera vez a tomar su mano y Yuuri, alejando aquella voz que le decía que hacerlo en publico era incorrecto, lo besó.

Un beso dulce, que removió las mariposas en su estómago qué, había pensado, estaban muertas. A Yuuri le gustaba pensar en aquel momento como si verdadero primer beso, nunca había se todo su vientre hormiguear tanto.

Mariposas que ahora definitivamente no estaban.

— No, así no... — Se dijo a si mismo, apartando a Viktor de su regazo, dejando al peliplata un tanto confundido — Estas ebrio...

— No bebí tanto... esto no es por el alcohol, lo juro— Suplicó el mayor, tocando suavemente el rostro de Yuuri.

— Aún así no debemos, esto está mal...— Se repitió Yuuri en voz alta, saliendo del agua caliente.

¿Qué le decía? ¿Cómo lo detenía? No había nada que se viniese a su mente, ninguna palabra sería suficiente para hacer que Yuuri le correspondiera, ya le había dicho que le amaba y su respuesta aún dolía en su mejilla... así que se quedo en el agua. 

Haber reconocido que el amor que sentía por su hermano menor era más que algo fraternal, había sido un duro golpe para Viktor, sobre todo, porque habían sido amigos quienes le hicieron percatarse de ello. Viktor actuaba como un enamorado, siempre esperaba por Yuuri tras el club de kyudo, recordaba cada mañana llevar su bento y el de Yuuri, ya que el menor solía dormir un poco más y atrasarse al salir de casa, olvidando tomar el almuerzo de la mesa, en el día blanco solo le entregaba chocolates en respuesta a su hermano y cuando se graduó, su segundo botón lo arranco con anticipación a todas las chicas que acudieron a pedírselo, para entregárselo secretamente al menor cuando estuviese más en paz y no le vieran. 

—¿Po-Por qué me das esto a mí? — Pregunto Yuuri cubierto en rubor, acomodando incrédulo sus gafas azules mientras observaba aquel corriente botón negro en la palma de su mano. 

Amado hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora