Landon Morris se ha sentido desanimado, con el cuerpo empapado y embargado por la pesadumbre, tras la pérdida de su mejor amigo Thomas Flynn después de una lucha de un año con el cáncer
Ellos se conocieron cuando tenían ocho años, tras su muerte dej...
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PRIMER DÍA ___________
Hoy nuevo curso y es el primer día de clase después de la muerte de Thomas. Mientras subo la escalera que lleva al aula, noto que todos me miran.
Me esfuerzo por aparentar normalidad pero aún me quema aun el corazón al solo pensar que camino solo en estos pasillos.
Al caminar me cruzo con varios compañeros, pero finjo no verlos, a pesar de que ellos me saludan con sus voces aflautadas. Delante de la puerta hay un grupo de chicos. Dos son compañeros míos y al verme me saludan cohibidos. Uno de ellos da medio paso hacia mí, pero, al percatarse de que sigo mi camino, retrocede y se incorpora de nuevo al grupo. Sonrío con amargura: nadie sabe qué decir ni qué hacer en ciertas ocasiones, Mejor así. Apenas pongo un pie en el aula, me doy cuenta de que es el último lugar del mundo donde querría estar. Me detengo y respiro hondo «me siento fuera de este planeta».
Samanta se encuentra sentada en el escritorio que hace meses no compartía con Thom. Al sentir que la observo me mira y esboza una sonrisa titubeante. En la iglesia sollozaba. Al recordarlo me entran náuseas. Aún me separan de ella unos cuantos pasos, pero ya imagino objeto de atenciones durante un sinfín de días, su delicadeza que no soportaría.
Me la imagino representando a la perfección el papel de consoladora del afligido y siento que no es justo, que me fallan las fuerzas, pero, sobre todo, que nadie puede pedirme razonablemente que me someta a eso.
Estoy de pie en medio del aula como si el tiempo se hubiese detenido y en ese preciso instante me vienen a la mente dos posibles maneras de escapar. La primera es dar media vuelta y marcharme; la segunda ni siquiera necesito imaginármela porque está allí, delante de mí, similar a una visión surgida de la nada.
Lentamente comienzo a caminar como si me dirigiera a mi escritorio, pero en lugar de sentarme ahí, sigo directo y hago caso omiso al lugar que samanta tiene libre y me encamino hacia el escritorio del fondo. En realidad ya ni sabía si alguien lo estaba ocupando.
Estuve acomodando mis cosas mientras llegaba el maestro, me sentía un tanto extraño estar al fondo ya que siempre me colocaba con Thom a la mitad para no estar ni tan enfrente, ni tan atrás. Ya estaba sentado y habían pasado unos cuantos minutos cuando entro una chica que llevaba puesto su capucha de su suéter negro, al fijarme mejor puede distinguir que era Sadie Becker chica a la cual nunca le hablé.
Me percato que estaba mirándola todo el tiempo que se tardó en entrar así que desvió mi mirada, y a mi mente se le viene un recuerdo donde Miguel un compañero para nada relevante, hablaba de ella cuando le fallaba los demás temas, a pesar de que apenas sabía nada de ella y de que lo poco que sabía que era desolador me agradaba.
Según los rumores ella vivía en las casas del barrio más sórdido de la ciudad; su padre que bebía la mayor parte del tiempo y cuando no bebía se ganaba el pan como obrero; la madre que, en cambio, trabajaba por dos, recibía periódicamente el agradecimiento de su esposo. Que la ropa que usaba Sadie era de las que donaban «algo que puedo desmentir es ello pues al ver ropa parecía nueva» y que Sadie no combinaba bien su ropa, lo que todos consideraban gravísimo, una auténtica ofensa al sentido de la moda-decían-.Para colmo, alguien la había visto acompañada de los que venden marihuana en la plaza detrás del colegio y los de mi clase, la consideraban igual o peor que esos drogadictos, aunque para mí y para Thom no nos importaba pues no es que supiéramos su vida como para criticar, y no debemos ya que no nos corresponde.
Y aunque a lo demás que decían de ella no sabía a ciencia cierta si era real, si sabía que Sadie tenía el promedio bajo en sus calificaciones. Aunque Había repetido algunos exámenes unas dos veces, incluso la habían suspendido en una ocasión, pero no por hacer nada malo si no por faltar mucho, fue algo absurdo la verdad pero todos los años los profesores no tenían esperanza de que volviera aparecer.
Tal vez su forma despreocupada de ser hacia que a la mayoría no les agradara. Y muchas veces los compañeros le decía que si faltaba que lo hiciera para siempre «ojala ellos no vinieran más» Pero en cambio, ella se presentaba con la típica mochila negra con un pin de una banda y con la mirada arriba sin estar fijos en alguien o algo, propios del que pretende no importarle los demás.
Este año era nuestro último año valga la redundancia y ya se escuchaba por toda la clase que con toda probabilidad, la aprobarían y ella se iría a otra parte.
Dejo mis pensamientos de lado al percatarme que ella viene camino a la misma mesa que estoy yo sentado, tengo la sensación de estar fuera de mí. Es que después de tu muerte nada puede volver a ser como antes. No tengo nada que expiar, no me siento culpable, lo único que noto es que ha ocurrido algo y que la vida cambia, se transforma en algo que no habías pensado, se convierte justo en lo que habías visto que les sucedía a los demás, sólo que esta vez te ha tocado a ti y debes reaccionar, liberarte y acostumbrarte a lo imprevisto, a lo que llevas dentro y que se muere de ganas de ponerse a gritar en el momento más inoportuno.
Ahora ella se ha sentado y sé que ha sido un impulso incontrolado al haberme sentado al fondo, algo que apenas unos meses antes me habría parecido absurdo sólo pensarlo. Y, en cambio, aquí estoy sentado con una chica que nunca le he hablado y dejando el lugar indefenso con una samanta donde me sentaba antes con mí hermano Thom. A mi cuerpo se le ha colgado la tristeza con una dosis ridícula de locura al haber hecho eso pero a mi vida han llegado cosas que no pude controlar y por primera vez necesito tomar riendas a ella sin importar que me esté arrepintiendo de mis propias decisiones.
Así que te digo maldita vida, estaba vez yo decidiré que pasara y no voy a permitir que me arrebates otra cosa.