Cap 6 • Ausencia

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NOTEMETASDONDENOTELLAMAN
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Aquí va mi reporte del día de hoy Sadie no ha venido a clase. Nadie me habla y yo ocupo el lugar que toma ella. Dormito fingiendo tomar apuntes. Sólo me animo e incluso hago alguna pregunta en la hora de lectura: por lo visto, soy el único que ha acabado de leer el libro de Ana Frank.

Con el paso del tiempo me pregunto qué hace Sadie cuando no viene a clase, dónde pasa los días. Puede que tenga novio y esté con el. O quizá salga con una pandilla o drogadictos, y les hable del instituto. Me lo imagino diciéndoles que somos un grupo de discriminadores, que los profesores son unos fracasados, diciendo todo eso a la vez que dibuja; luego les cuenta que uno de sus compañeros, cuyo amigo murió hace poco, se sienta a su lado y no abre la boca.

Entonces alguno le dice: «Pues deberías ayudarlo», con la expresión típica de los machitos que se la saben todas, y se echan a reír, y entonces Sadie va y dice: «¿Yo? ¿Y qué tengo que ver yo?» Otro le sugiere en el mismo tono del de antes: «Quizá si lo intentas se le suelte la lengua, ¿es guapo, al menos?» Y todos se parten de risa de nuevo, ríen tan fuerte que no oigo la respuesta de Sadie. Me imagino a sus amigos carcajeándose y soltando estupideces mientras ella dibuja sin hacerles ya caso.

La envidio por eso que sabe hacer tan bien y de lo que nunca alardea, de lo que nunca se aprovecha, por ese talento que oculta en las manos cerradas y hundidas en los bolsillos de su chaqueta. Si no se comportase como una loba solitaria, tal vez alguien se le acercaría. Porque es atractiva: es alta, con cabello rojo, ojos de color avellana claro y una boca bien perfilada y fina.

Una vez hicieron una clasificación de la clase, una de esas tonterías de chicos, y ella quedó en un decoroso sexto puesto de un total de doce chicas. Como no podía ser menos, ninguno dijo que saldría con ella, pero sólo porque ninguno tiene el valor de confesarlo abiertamente. De todas formas, estoy seguro de que Sadie no está interesada en alguien del instituto.

 

   Sadie ha vuelto al instituto después de tres días de ausencia. Sorprendiéndome incluso a mí mismo, probablemente porque ignoro lo que ocurre en mi cerebro después de que lo enciendo

Me armó de valor y le pregunto por qué no ha venido los últimos días, se lo digo como si ayer nos hubiésemos pasado horas hablando por teléfono o chateando en Facebook igual que dos buenos amigos.

Ella me mira a los ojos y me escruta como si quisiera averiguar si estoy tomándole el pelo.

Aún como un total tonto sigo preguntando:
—¿Entonces? ¿Por qué has faltado?

Para que se dé cuenta de que no estoy bromeando, empleo un tono un poco duro.

Al ver que si era de verdad mis preguntarme suelta un pertinente:
—no te metas donde no te llaman Landon.

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