𝑽𝑶𝑳𝑲𝑨𝑪𝑰𝑶

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Sus pies se movían de atrás hacia delante, subido a la isla de la cocina mientras comía una manzana.

Realmente le habían gustado aquellas prendas, y se había enamorado de la idea de que, quizá, a Volkov también le gustarían. Así que decidido a mostrarle su oufit, esperaba ahora paciente a que el ruso volviese del trabajo, ya que éste había preferido quedarse un rato más en la sede haciendo papeleo.

Sus largas pestañas adornadas de rimel se batían con gracia, mientras su bicolor mirada se posaba en la puerta que se abría lentamente, mostrando unos segundos después, el cuerpo alto y uniformado del soviético, quién lucía bastante cansado.

- ¡H, ya llegué!- gritó el ruso, notando luego al mencionado mirándolo.

Su ojos se abrieron de par en par, admirando las vestimentas ajenas. La fina y corta falda se apegaba a la isla, junto a aquellos firmes glúteos color caramelo. Las botas largas llenas de hebillas se mecían de atrás para delante sensualmente, demasiado para la mente del ruso y aquel fetiche que siempre había ocultado.

Horacio, sin querer, había destapado aquella faceta que Viktor había ocultado durante mucho tiempo.

El torso moreno estaba descubierto debido al crop top de red que usaba, dejándose ver así los pezones del menor. El tatuaje de la virgen se mostraba con orgullo, y aquella muy fina capa de sudor que hacía brillar la piel acaramelada lograban hacer a Volkov perder la razón.

A pasos lentos, Viktor se acercó a Horacio, tan cerca que sentían el calor corporal mutuo, pero temerosos de hacer cualquier movimiento que pudiera incomodar al otro, ignorantes del deseo que los carcomía a los dos. Aquel que gritaba "tocalo, besalo, haz cualquier cosa pedazo de gilipollas".

Un aura hipnotizante los bañaba. La temperatura subía más sólo en sus cuerpos.

- Hola ruso.- murmuró Horacio, tan cerca que las palabras acariciaron el rostro pálido que ahora se hallaba con un sonrojo abarcando la extensión de piel.

- Priviet H.- contestó, navegando entre aquellos ojos bicolores y el par de labios que lo llamaban cuál sirena a viejo marinero.

Decir que Horacio no esperaba que Viktor lo besara era mentira, más también lo era el miedo que lo carcomía por el simple hecho de que el ruso le había pedido tiempo, y quizá, muy dentro de él, quería que Volkov se aclarase antes de hacer nada.

Aunque esos pensamientos se fueron tan rápido cómo llegaron cuándo la fría y grande mano de Viktor se posó en el muslo derecho del francés, tomándolo por soprensa y haciendo que sus mejillas se encendieran y tomasen un color similar al tomate.

El propio Volkov se sorprendió por su comportamiento, apartando la mano rápidamente, para posteriormente, caminar a pasos lentos hasta el sillón de la sala, sentándose y ocultando su rostro entre sus manos aprovechando que Horacio aún se hallaba en shock sentado en la isla de la cocina.

Minutos después, el moreno apareció por la sala, caminando meneando sus caderas. La falda se movía de un lado a otro, atrayendo por completo la atención de Viktor, que embobado miraba cafa sutil movimiento del menor. Sus mejillas rojas casi cómo Horacio hace unos minutos, mientras sus ojos brillaban viendo la corta prenda de ropa adornar las largas y acarameladas piernas francesas.

Sus labios, secos, fueron humectados por su propia lengua, haciéndolos brillar exquisitamente para Horacio, que tardó poco y nada en tener el coraje suficiente para sentarse en el regazo ruso, tomándolo por soprensa ahora a él.

Las manos pálidas instintivamente tomaron los muslos del francés con cierta fuerza. Quizá queriendo evitar que se vaya. Sí. Seguramente era eso. Aborrecía la simple idea de Horacio apartándose de su lado. Y no hablaba de ése momento en concreto. Hablaba en general. Hablaba de todos esos años en que la distancia hizo su corazón doler. Todos esos años en los que siquiera fue capaz de ponerse a pensar en lo que sentía por Horacio, pese a que aquel dulce hombre de blanca sonrisa estaba día y noche en su cabeza. Rondando cómo un fantasma, hablándole, torturándolo. Recordándole que lo había perdido.

𝙾𝚗𝚎-𝚜𝚑𝚘𝚝𝚜 𝚅𝚘𝚕𝚔𝚊𝚌𝚒𝚘 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora