Capítulo 1

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Jeno salió de su habitación completamente a oscuras, bajó las escaleras y se encontró de frente con Doyoung, su maestro y salvador. El más alto miraba el periódico mientras sostenía una taza de café hirviendo.

El menor recordó los tiempos en los que no podía beber nada más que sangre, poniéndose un poco sentimental.

—Buenas noches, Jeno —Doyoung no levantó la vista del periódico, pero pudo oír a su querido aprendiz desde que bajó de las escaleras.

—Buenas noches, Doyoung —el mayor le sonrió a su pequeño y le enseñó la silla frente a él.

—Hoy tendremos visitas, estarán aquí en cualquier... —la puerta fue golpeada suavemente—, son bastante puntuales... adoro a los humanos puntuales —los ojos rojos que le había enseñado a Jeno fueron desapareciendo lentamente, dejando unos preciosos ojos castaños—. Cámbiate de ropa, Jeno. No debes dejar que te vean en pijama, es de mala educación.

Jeno asintió y se fue de vuelta a su habitación para cambiarse las ropas llenas de sangre, siendo reemplazadas por una camisa de seda azul y unos pantalones negros. El pelinegro se miró al espejo y sonrió, le gustaba lo que veía.

Al bajar las escaleras vio a Doyoung dejando entrar a tres personas, el alcalde, el director de la única escuela que había en el pueblo y un lindo chico que Jeno jamás había visto.

—Por favor entréguenle sus abrigos a mi sirviente —Doyoung tocó aquella campanilla que tenía y un chico apareció rápidamente, recogiendo las cosas de los invitados.

Las tres personas más el maestro entraron a la sala, sin darse cuenta de la presencia de Jeno, claro, solo Doyoung sabía que estaba en las escaleras.

—Lamento mucho lo sucedido con su hijo, señor Lee —el alcalde secó sus lágrimas y le agradeció—, no sabía lo mal que se encontraba.

—Debí hacerle caso, señor Kim. Usted siempre tiene la razón, pero mi esposa dijo que debía estar en el hospital de la capital para que fuera sanado más rápido, ¿Quién diría que antes de llegar su salud deteriorara y falleciera?

Doyoung asintió mientras les servía a los tres hombres una taza de té. —Por favor beba este té, ayuda un poco para relajarse.

El director y el alcalde bebieron sin pensar dos veces, Jeno se sintió pasado a llevar por el otro chico quien no bebió el té. El pelinegro golpeó la puerta dos veces y cuando Doyoung le dijo que podía entrar, pasó y se sentó junto a su maestro.

—Buenas noches, Jeno —le dijeron ambos hombres.

—Buenas noches, alcalde, director... ¿Quién eres tú? —preguntó de manera brusca, haciendo reír a Doyoung.

—Lo siento, estaba algo perdido por todos los aromas que su hogar posee —el rubio junto a Jeno comenzó a toser.

—¿Cómo dice? —el pelinegro le entregó un pañuelo para secar las gotas que habían salido de su boca, pero no comprendió la reacción de su maestro.

—Mi nombre es Dong Renjun y seré el nuevo maestro, nuevamente me disculpo por no presentarme... tiene usted un espléndido hogar —esta vez sujetó la taza de porcelana y la acercó a sus labios, primero sintiendo el aroma del té—. Que buen té tiene, además, no hay duda alguna que usted es una persona conocedora, señor Kim —Renjun bebió del té—. Té de Jazmín, mi favorito.

Jeno miró a Doyoung quien asintió con incomodidad hacia el nuevo profesor y el pelinegro estaba desconcertado de la reacción de su maestro, ¿Qué pasaba con Renjun?

Conversaron del nuevo hospital que Doyoung planeaba construir en algunos meses más y el alcalde estaba tan agradecido que quería beber con él un buen vino de su viñedo.

Te encontré / NorenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora