Mientras el tiempo pasaba, Jeno no podía concentrarse en nada más que en lo lindo que Renjun se veía leyendo con atención el contrato que tenía en sus manos. Ese lindo rostro era demasiado perfecto para no ser admirado.
—Me parece bien todo —Haechan habló, haciendo que Jeno dejara de ver a Renjun—. ¿Qué dices tú, Renjun?
—Dame un segundo —continuó leyendo y Jeno continuó mirándolo. No le importaba que Haechan se diera cuenta. No había dejado de buscar a su ángel y ahora que lo tenía enfrente no dejaría de mirarlo.
Renjun estuvo unos minutos más y luego levantó la vista, topándose con la de Jeno. Ambos apartaron la mirada, nerviosos.
—¿Qué te parece? —preguntó Haechan.
—Está bien, los horarios y la paga son algo que jamás creí ver. Creo que incluso podríamos dejar nuestros segundos empleos y enfocarnos solamente en la escuela.
Haechan asintió. —Entonces, ¿la única condición que nos pusiste en el contrato es que puedas estar ahí, con nosotros? —Jaemin y Haechan miraron a Jeno burlonamente.
—Esa es mi única petición.
—¿Qué dices tú, Renjun? ¿Está bien que Jeno esté en la escuela?
—Haechan, literalmente nos está pagando por ser lindos y cuidar a los niños. Él puede hacer lo que quiera en la escuela.
Jeno rió arrugando su nariz, sus ojos se hicieron más pequeños y Renjun sintió que se podría morir de la ternura.
—Entonces, es un trato, señor Lee Jeno —Haechan le tendió la mano y Jeno la estrechó con gusto. Podría estar cerca de Renjun todo el tiempo.
Después de firmar el contrato, Jeno los invitó a todos a comer para celebrar la unión. Claro que era una excusa para estar más tiempo con el castaño, pero eso solo lo sabía él, Jaemin y Haechan.
—¿Entonces decidiste ser profesor porque alguien te dijo? —preguntó Jaemin, interesado en la historia del castaño.
—Algo así. Un día un hombre me siguió desde la escuela hasta un lugar que yo mismo me encontré. Por mi culpa casi me matan... creo que tenía doce años, llevaba muy poco tiempo viviendo en Corea y no hablaba demasiado, ese hombre decía cosas extrañas. Pero las palabras que en ese momento podía comprender eran "profesor, encuentro, 100 años", creo. Ah y algo de un rey.
Jeno comenzó a toser, recordando como años atrás se encontró con su querido ángel en sus años de preadolescente. Se sintió algo enfermo al oír que apenas tenía doce años y él estaba tan emocionado que olió con mucho gusto la esencia del menor. Jaemin miró a Jeno y rió divertido, dándole un vaso de agua.
—Esta historia me encanta —dijo Haechan acomodándose en su lugar junto a su amigo.
—Entonces apareció un hombre alto, no recuerdo su rostro. Estaba demasiado oscuro, pero él me salvó de aquel extraño. Él me dio mucha paz cuando lo vi, no tengo idea porqué, pero sentía que lo conocía desde hace años... quizás era un ángel o que sé yo. Sin él, yo no estaría aquí, celebrando nuestro nuevo comienzo.
—Estoy seguro que aquel hombre solo quiso salvarte y desde el lugar que esté, debe ser feliz de saber que estás a salvo —contestó Jaemin, dándole esta vez un vaso de agua a Renjun—. Por el hombre que salvó a Renjun —levantó su vaso y todos lo imitaron, chocando sus vasos entre ellos.
Jeno se acomodó en su lugar mientras suspiraba viendo al castaño beber de su vaso de agua. Era tan precioso y admirarlo después de años buscándolo se sentía como un sueño para él. Al fin, después de ciento veinte años, podía ver a su querido profesor, podía vivir el día a día junto a él y esperaba que con el tiempo pudiesen llegar a ser amigos y tal vez algo más.
—¿Está bien la carne, Jeno? —preguntó Renjun, mientras llevaba un poco de comida a su boca.
—Sí, está deliciosa —Haechan se sonrojó por la mirada que le dio a su amigo y miró a Jaemin, quien solo reía de la reacción que tenía el moreno.
Estuvieron alrededor de una hora comiendo y charlando hasta que los profesores debían volver a su pequeño hogar para al día siguiente tener un nuevo comienzo.
Jeno y Jaemin los llevaron hasta el departamento y se despidieron rápidamente. No podían dejar que se perdieran horas de sueño solo porque querían seguir junto a ellos.
—¿Te gusta Haechan? —preguntó Jeno cuando ya estaban bastante alejados del hogar de los otros dos.
—¿A qué viene esa pregunta, hermanito?
Jeno detuvo el auto por el semáforo y miró a Jaemin. —No te atrevas a usar eso contra mí, hermanito. Responde lo que pregunté —continuó su camino a casa.
—¿Y qué pasa si me gusta?
—Solo preguntaba, no es necesidad de ponerte así. Eres mi amigo y quiero lo mejor para ti, para ambos. Lo merecemos después de haber vivido tantos años con el diablo.
Jaemin rió. —Bien, lo siento. Sí, me gusta desde que entré a la universidad. Es un idiota con todas sus letras, pero me hace reír y me ayudó a saber más de Renjun. Aunque eso no me importa, eso era para ayudarte a ti.
—Entonces no haces esto solo porque Renjun es su amigo, realmente querías ir a comer y estar cerca de Haechan... —Jeno sonrió divertido—. Quien pensaría que un vampiro como tú podría enamorarse.
El pelirrojo sintió como sus mejillas ardían. —¿Quién dijo algo de enamorarse?
—Ajá.
Jeno estacionó el auto y ambos bajaron. —Hablo enserio, solo me gusta mucho.
—De acuerdo, Jaemin. Si eso te ayuda a dormir, está bien por mí.
—Idiota —el pelirrojo le dio un suave empujón y corrió a su habitación—. No puedes entrar a mi habitación.
—Lo sé, tú tampoco a la mía.
—Ya lo hice.
Jeno subió las escaleras y entró en la habitación de Jaemin, quedando anonadado por las cosas que había. —¿Seguro que no estás enamorado?
Las paredes estaban llenas de cosas y fotografías que el pelirrojo tenía junto a Haechan. Jeno pudo notar la esencia del moreno en cada uno de los "recuerdos" que estaban colgados en la pared.
—No le digas a nadie, te lo suplico.
—Mis labios están sellados.
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Te encontré / Noren
Fiksi PenggemarLa sangre corría por su cuello, la persona frente a él la lamió como si fuera algo demasiado delicioso para ser desperdiciado y le sonrió de una manera terrorífica. -Muy bien muchacho, hoy comienza tu proceso para convertirte en mi discípulo y en el...