Jeno limpió toda la noche aquel lugar sin dejar rastro del cuerpo de Doyoung, no era demasiado lo que quedaba del rubio, pero en la actualidad cualquier cabello o una gota de sangre lo harían caer en prisión.
—Jaemin debo huir. Por algunos años... asesiné a Doyoung... lo conseguí —abrazó a su amigo con emoción—. Y encontré a Renjun —las lágrimas cayeron rápidamente con el recuerdo de aquel pequeño chico que lo miraba con terror.
—Estoy tan feliz por ti, Jeno. Ve y cuando las cosas hayan pasado regresa a encontrarte con tu amor. Lo mereces, Lee Jeno. Al fin serás feliz junto a Renjun.
Jeno mordió sus labios y asintió, alejándose de su amigo. —Te lo agradezco mucho. Por todo.
Cuando la madrugada era más aterradora, Jeno huyó con los restos de Doyoung en su bolso. No iría a otra ciudad, volvería al pueblo fantasma al que alguna vez llamó hogar.
Tardó tres meses en volver, las casas que alguna vez visitó estaban destruidas y el hospital junto a la pequeña escuela seguían intactos. De eso se había encargado él todos los años que pasó buscando al rubio y a Renjun.
—Vine a quemar tus restos aqui, Doyoung. Junto a tu querido Lee Taeyong.
Debajo de la mansión seguía funcionando el incinerador que había construido junto a Doyoung. —Esto es el puto karma.
Quemó los restos con repudio y suspiró, lo había logrado. Cien años habían pasado como minutos mientras buscaba al asesino de su querido profesor y a ese ángel.
—Renjun espero que en esta vida seamos felices juntos.
Durmió por veinte años recargando energía. La guerra por el poder había finalizado cuando asesinó a Taeyong y no tenía la necesidad de pelear con alguien por el título. Se sabía que existía el rey vampiro, pero nadie sabía quien era tan famoso hombre.
Jeno despertó de su profundo sueño, se desperezó saliendo de aquel ataúd que utilizó en su época novata. Donde Doyoung lo presentaba como su querido hijo prodigio y realizaban fiestas para quitarles la vitalidad a los pueblerinos.
—Debo ir por Renjun.
Salió de la mansión encontrándose de frente con el pelirrojo. —¿Cómo sabías que estaba aquí?
—No fue difícil, sabía que vendrías aquí a incinerar a Doyoung y también supuse que dormirías. Estuve cuidando de ti todos estos años, pero como dijiste alguna vez, nadie vino por tu cabeza.
—Lo sabía. Nadie sabe quien es el rey vampiro, no tienes que preocuparte de nada. ¿Vamos a casa?
Jaemin asintió. —Hogar, dulce hogar, rey vampiro —Jeno rió divertido y lo empujó suavemente—. Extrañé verte así de feliz, amigo.
—Gracias.
Viajaron por largo tiempo hasta su querido hogar en la ciudad. —Sé que me vas a pedir que rastree a Renjun, pero lo hice cuando te marchaste.
—Eres el mejor.
—Huang Renjun, 32 años. Soltero... adivina de que vive.
—De su belleza —sonrió con ternura.
—Que asco me das... es profesor en una pequeña escuela cerca de la estación de tren.
Jeno sonrió. Renjun seguía siendo su Renjun.
—¿Qué debería hacer?
—Bueno, adopta un niño y lo inscribes en su escuela. Hoy en día no es difícil —se encogió de hombros.
—No utilizaré a un niño para encontrarme con él.
Jaemin asintió. —Entonces sé el generoso filántropo y dale dinero a esa pequeña escuela de bajos recursos, le hace falta...
—¡Esa es una gran idea! Dame la dirección e iré. Necesito verlo ahora.
El pelirrojo escribió la dirección y Jeno fue hacia el lugar como si fuera lo único importante en su vida. Cuando se vio en el reflejó de la puerta de cristal entró en pánico. Lucía muy mal, lleno de tierra y con el cabello sucio.
—Mierda —trató de marcharse y volver al día siguiente más presentable, pero alguien detrás de él lo hizo detenerse.
—Disculpe señor, ¿es usted padre de algún niño? —aquella dulce voz derritió el corazón de Jeno.
Con mucho dolor se volteó. —Yo...
—Oh por dios, ¿se encuentra bien? Luce como si hubiera caído de algún lugar. Perdón mi impertinencia, no debí decir algo así... yo...
—No... —Jeno rascó su cuello con nerviosismo. Renjun era tan bonito que lo ponía nervioso—. Yo estoy muy bien, es solo que vine del trabajo en un pueblo lejano... escuché de esta escuela y tenía que venir a verla antes de regresar a casa.
Renjun no comprendió a lo que se refería. —¿Debería llamar a la policía?
—¡Hablo enserio! —el castaño rió por la reacción de Jeno y asintió.
—Bromeaba. ¿Desea beber un poco de agua? Es todo lo que podemos ofrecerle con nuestras condiciones...
—Un vaso de agua está bien para mí.
—Acompáñeme por favor.
Detrás del más bajito fue Jeno, sin querer parecer un psicópata olía con disimulo el lindo aroma de Renjun. Cien años y nada había cambiado, ni siquiera esa linda marca de nacimiento en su pequeña mano.
—¿Tú eres el dueño? —preguntó tratando de volver a oír su linda voz.
—No, mi amigo lo es. Yo trabajo como profesor y ayudamos a los niños que más lo necesitan. Puede sentarse ahí —le enseñó una pequeña silla—. Usualmente los padres no vienen aquí a charlar. Solo dejan a sus hijos y se marchan, por eso las sillas son tan pequeñas.
Jeno asintió. —¿Tu amigo está aquí?
—Donghyuck trabaja en otro lugar para poder mantener esta escuela y yo también, pero solo los fines de semana.
La simpleza en la que hablaba con Jeno le daba un poco de gracia, cualquier otra persona estaría algo dudosa de contarle toda su vida a un extraño que no se cambió de ropa antes de ir a charlar.
—Soy Lee Jeno, por cierto —carraspeó tratando de arreglar su voz.
—Huang Renjun —sonrió amablemente.
—Es un placer conocerte, Huang Renjun —el castaño se volteó para buscar los vasos y Jeno suspiró—. Es un placer volver a verte, amor mío —susurró para no ser escuchado—. Te extrañé todos estos años que no vi tu lindo rostro...
—¿Ha dicho algo?
Jeno negó. —Solo dije que fue un placer conocerlo.
—Ah. El placer es todo mío, Lee Jeno —sonrió divertido, entregándole el vaso—. Siento que nos hemos visto alguna vez.
—No recuerdo, tal vez.
Renjun se encogió de hombros. —Quizás su rostro me es familiar.
—Soy hermano del doctor Jaemin.
—¡Ah! Así que era usted. Él siempre me habla de su hermano, muy apuesto y con dinero —rió divertido—. Tiene razón.
—¿Con qué tengo dinero?
—Con lo de ser muy apuesto —sonrió.
Jeno sintió como sus mejillas se sonrojaban.
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Te encontré / Noren
FanfictionLa sangre corría por su cuello, la persona frente a él la lamió como si fuera algo demasiado delicioso para ser desperdiciado y le sonrió de una manera terrorífica. -Muy bien muchacho, hoy comienza tu proceso para convertirte en mi discípulo y en el...