Capítulo 7

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Jeno carraspeó con nerviosismo. —Tú también lo eres —sonrió mordiéndose los labios, sentía que su sonrisa podría durarle toda la eternidad con el simple halago de Renjun.

—Es bueno oírlo. Usualmente me dicen muchas cosas, pero jamás apuesto —suspiró algo triste—, en fin. ¿Cuál es su propósito para su visita, señor Lee?

—Jeno está bien. Vine porque Jaemin me habló sobre esta pequeña escuela, yo... nosotros no tuvimos una vida muy buena cuando éramos niños y quisiera ayudarles.

Renjun asintió sin comprender a lo que se refería. —Creo que sé hacia donde va la conversación, pero si me lo aclara sería de mucha ayuda. No tengo demasiada comprensión.

—Lo siento —rió divertido—, quiero decir que me gustaría ayudar con la escuela. ¿Creo que se le dice donar? No estoy demasiado actualizado, pero quiero ayudarles monetariamente. Arreglar la escuela, quizás ampliar el lugar y... —Renjun lo detuvo.

—Perdón —puso ambas manos en su rostro, de esa manera Jeno no notaba las lágrimas que caían por el lindo rostro de aquel hombre—. ¿Puede darme unos minutos? Debo hacer una llamada —Jeno asintió con nerviosismo. Esperaba que su ángel no llamara a su novio para darle la noticia. Él se daría por vencido con Renjun en esta vida también. No le quitaría su felicidad solo porque ha estado enamorado de él todos estos años.

Mientras Jeno se comía la cabeza con pensamientos negativos, Renjun llamaba a Donghyuck pidiéndole que corriera a la escuela. El castaño lloraba emocionado, tanto que podría besar al hombre dentro de aquella pequeña oficina.

Donghyuck apareció minutos más tarde, con la respiración agitada y con un panecillo en la mano. —¿Qué sucedió, Renjunnie? —el hombre frente a Renjun mostraba un lindo color de cabello—, estaba terminando de cambiar el tinte de mi cabello. ¿Qué tal está? ¿Crees que le guste al doctor...? —Jeno salió de la pequeña oficina, estresado por sus propios pensamientos—. Buenas tardes —el peli rosa le hizo una pequeña reverencia.

—Buenas tardes, mi nombre es Lee Jeno.

Renjun mordió sus labios y secó rápidamente las lágrimas, tratando de aquel hermoso hombre no se diera cuenta. El pelinegro si se fijó, pero no quiso decir nada.

—Él quiere ayudar a la escuela, Haechan. Quiere donar dinero... —Haechan miró a Jeno y le hizo una reverencia de 90° tendiéndole la mano, emocionado.

—¿Es usted dios? —Renjun rió divertido, hipando por culpa del reciente llanto. Jeno lo miró preocupado.

—Lo siento, me da hipo después de llorar —dijo avergonzado el castaño.

Jeno asintió más tranquilo, no podía dejar de pensar en un posible novio. —Como Renjun dice quiero ayudar con la escuela.

—¿Habla enserio? —preguntó Haechan sin poder creerlo—, esta escuela ha estado años buscando a algún ser de buen corazón que nos ayude. Renjun me pidió hace un par de años abrir una escuela y con nuestros ahorros lo logramos —el moreno abrazó a Jeno y comenzó a llorar—. Realmente le agradezco por su buen corazón, todo lo que está haciendo se le va a devolver, pero el doble.

El pelinegro rió con suavidad y le acarició la espalda al amigo de Renjun tratando de calmar el llanto.

—Yo seré el encargado de las finanzas. Ustedes solo tienen que permanecer como están... creo que esto deberíamos hablarlo más calmados. ¿Está bien que los invite a mi casa? Puedo llamar a un abogado desde allá y pedirles que nos supervisen el acuerdo.

Haechan lentamente se alejó del pelinegro y miró a Renjun. —¿Qué dices, princesa? —Jeno involuntariamente levantó una de sus cejas.

—Por mí está bien —asintió el castaño sin notar el cambio de humor de Jeno—. ¿Está bien que vaya yo también, señor Jeno?

Te encontré / NorenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora