𝚃.𝟷|𝙲𝙰𝙿.𝟷𝟾|𝙽𝙾 𝚃𝙴 𝚅𝙰𝚈𝙰𝚂

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— Los dejaré solos — anunció Hange apagando el televisor y yendo hacia su habitación. 

En cuanto a mí, seguía perpleja, sin apartar la mirada del profesor, como si tuviera miedo de parpadear, moverme o respirar y que se desvaneciera, las lágrimas amenazaban con escapar de mis ojos, y el latir veloz de mi corazón, no podía faltar en esa ola de emociones acumuladas.   

Levi dejó su taza sobre la mesita, a lado de mis llaves y terminó por sentarse en la alfombra, justo a lado de mí, con las manos entrelazadas bajo el mentón. 

— Otra vez has estado llorando — murmuró delineando la forma de mis ojos con su índice — ¿Peleaste con Arlet, de nuevo? Primero el jueves llegas tarde a clase con los ojos enrojecidos, y ahora el día del festival. 

— Usted sabe que Armin sería incapaz de hacerme llorar — respondí fríamente — ¿Iba a marcharse sin despedirse de mí?

— No, pero tampoco tengo la fuerza para hacerlo. 

— No tiene por qué despedirse de mí, ya no está obligado a casarse con Petra Ral, ¿No era eso lo que nos impedía estar juntos?

— Cuando rompió nuestro compromiso, no dudé un sólo segundo en ir a buscarte, sin embargo,  te vi con Arlet, llevando una vida normal, como la que siempre deseé tener; entonces, recordé mi promesa protegerte hasta que llegara un hombre que te quisiera tanto como yo.

— Nunca he tenido ni necesitado una vida normal, lo necesito a usted.

— Tsk, con esa forma tan dulce de hablar, podrías persuadirme en quedarme — mencionó apartando su mirada — pero, no lo haré. Esa noche volaré a Edimburgo, así que, reuniré la fuerza necesaria para decirte adiós. 

— P-pero.

Se giró hacia mí sonriendo y colocando un dedo sobre mis labios. 

— Tienes 18 años, y un futuro brillante por delante. Yo tengo 30, debo enfocarme en mis sueños, buscar nuevas oportunidades, fracasar, volver a intentar; y tú, estas en la mejor edad para pensar qué harás con tu vida, a dónde quieres llegar. 

— Entiendo — respondí bajito. 

Mentía, mis pensamientos jóvenes comparados a los suyos, no lograban entender la razón de su partida, en ese momento, no conocía ni la mitad del infierno que se vivía en casa de los Ackerman. 

El profesor se incorporó tendiéndome la mano para ayudarme, pasó un brazo sobre mis hombros y me atrajo hacia su pecho mientras apoyaba el mentón sobre mi cabeza. Pasamos unos segundos así, en silencio, mi nariz inhalaba la fragancia de fresca de su loción, y mi cuello disfrutaba la sensación de sus dígitos acariciando mi piel.

— Debo irme, mi vuelo sale en dos horas — susurró a mi oído. 

— ¿Puedo ir contigo?

— Por supuesto, vamos — contestó tomándome de la mano. 

𝚀𝚞é𝚍𝚊𝚝𝚎 𝚌𝚘𝚗𝚖𝚒𝚐𝚘 | ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora