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30 de Mayo del 2018.

Los gritos de mi papá me despiertan algo desorientada, levanto la cabeza de la almohada y lo veo gritándole a mi móvil.

Miro el despertador y son las cuatro de la mañana.

Suspiro y lo miro parlotear con la esperanza de que no despierte a mis hermanos.

«¿Acaso no ve que mi mamá está trabajando para mantenernos? La pueden echar de su empleo por solo tomar el móvil» quisiera decirle pero no lograría nada.

—¿Por que no respondes? Dices que trabajas pero al parecer trabajas todo el día porque ni un minuto para responder te da. Quizás con quien estás...

Dejo de escuchar cuando me lleno de rabia ante sus palabras, la falta de hacer le esta pasando factura o no lo sé. Pero si se que está pasándose de la raya.

🖤

Esa misma tarde abro la puerta de casa con una sonrisa cuando veo. Easton con una gran bolsa de oreos en la mano.

—Para mi bebé —me da un casto beso en los labios y lo invito a entrar.

—¿Como estas?—busco saber sentándome a su lado en el sofá.

No puedo evitar ver la bolsa de oreos de manera intermitente entre el y ya. «muero de hambre» y tan siquiera quiero comer una galleta de esas que aparte son mi perdición.

—Bien, ya quiero salir del colegio—suspira jugando con mi pelo.

—Aún falta un año para eso—respondo mientras se me hace agua la boca mirando las galletas—¿Has hablado con Lisa?

—Si, esta mañana fui a su casa quería ver a su madre—responde y asiento.

Lisa y él se conocen desde niños y son como hermanos.

—Uh, que bueno.

Escucho como papá sale de la habitación y se mete en la cocina murmurando un «buenas tardes» que no respondo pero Easton si.

El olor a comida me invade y me giro solo para ver que hace y la vergüenza involuntaria me hace apartar la mirada.

En mi país, en mi sociedad comer «arroz con huevo» es de pobres. No es algo que haya dicho yo ni algo que comparta pero lastimosamente así lo marco el lugar donde vivo.

Easton vive bien debido a que sus padres están en Europa y le envían dinero, en varios momentos de desesperación quise pedirle dinero prestado, solo para hacer una pequeña compra en la que podamos subsistir unos días hasta que mamá haga de nuevo una transferencia.

Pero siempre descartaba la idea porque eso no es asunto de nadie más que de mi familia, no quería lástima y menos deberle algo a él o alguien. Y no es que me diera pena comer arroz con huevo es... Es que puedo comer algo mejor, más sólido pero mi padre se gasta todo en sus cosas sin pensar en nosotros.

Solo eso hace que se me apriete el estómago.

Ignoro su llamado a comer y le da eso a mis hermanos, prefiero que ellos coman más que yo, no me importa.

—¿Donde esta esa cabezota tuya?—murmura en mi oído.

«En una solución que me libere de esto», pienso.

—En otro lugar, lejos de aquí.

🖤

ANÓNIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora