16 de junio del 2018.
Abrí la puerta y Easton entro con la cabeza gacha. Tenía ganas de llorar, no por el, si no porque eran las cuatro de la tarde y solo tenía en mi estómago agua y ni hablar de mis hermanos.
No quería estar en casa, no quería que él estuviera aquí porque este ya no era el lugar donde podría mantenerme segura... No, está casa era el infierno para mi.
—Hablemos...—me pidió tomando mi mano y más por el cansancio que me genero todo lo que estaba pasando fue que accedí.
Suspire y luego cogi aire, me prepare mentalmente para decir lo último que diría al respecto del tema.
—No me importa que tengas "amigas" no soy quien para prohibirte eso, porque yo también tengo mis amigos, pero lo que me hastía...—dije esto con los dientes apretados—. Es que permitas que esas amigas se metan entre nosotros, ¿por que en vez de estar feliz por ti solo te tiran mierda? No quiero seguir con esto si siempre será así...
No me dejo terminar porque negó con la cabeza.
—No quiero que nada quede hasta aquí—dijo serio—. Te quiero a ti, y tienes razón, no volverá a ocurrir.
Sostuvo mi mano con fuerza y con la otra me acariciaba la mejilla. Suspire porque sabía que yo no quería dejar esto, pero también porque acababa de entender algo.
Tenemos quince años, y estoy pasando por una situación que me mantiene lejana a esto, no creo que pueda aspirar mucho de esta relación. Y no porque no nos tenga fe, si no porque le hecho de que probablemente yo en poco tiempo me fuera de aquí.
—Que no se vuelva a repetir—pedí.
El asintió para luego darme un beso en los labios.
***
01 de julio del 2018.
El año escolar acababa de terminar y por ende mi lugar de paz desaparecería por unos meses. Sin embargo, eso no era lo peor.
Lo peor fue que cuando entré a mi casa luego de volver del monumental mis hermanos lloraban fuertemente.
Rápidamente me apresuré hacia ellos.
—¿Que pasa?—exclame preocupada.
No hizo falta que me respondiera porque mi padre apareció con bolsos de mis hermanos.
—Se van a ir para que su tía—dijo como si nada—. No puedo cuidarlos.
Mi boca se abrió hasta el piso.
—¿Como que "no puedes cuidarlos"?—pregunté en voz baja para que no lo tomara a la defensiva y respondiera,
—No tengo paciencia, no se comportan, joden mucho...
—¡Pues son tus hijos no puedes dárselos a nadie más, estás loco!—explote.
El tenso la mandíbula pero me importó poco que se molestara. ¿Como es capaz de simplemente llevar a mis hermanos a otra casa solo porque él no tiene paciencia? ¡Es inaudito!
—Se van.
—¡No! No quiero—gritaban y lloraban mis hermanos. Mis ojos se humedecen de inmediato.
—No se van a ir—sisee poniéndome delante de ellos.
—Si lo harán—dijo él con los dientes apretados.
Titubee, le temía y él lo sabía. Pero una cosa era el respeto y otra era el miedo y él mismo mató el respeto que le tenía.
—Si se van yo me voy con ellos entonces.—dije a la final.
El negó con la cabeza.
—Tu no irás porque nos va a comer la basura—dijo—. Yo no voy a limpiar.
Mi boca se abrió.
—¡¿Enloqueciste?!—exclame perdiendo los estribos.—¡Si me voy a ir!
—¡No lo harás y ya!—grita haciendo que mis hermanos y yo nos encojamos del susto—¡Ni una palabra más porque el que manda aquí soy yo y tú no te mandas sola!
Me calle porque sabía que de esta discusión no íbamos a salir. Nada cambiará lo que tiene en la cabeza. Mi rabia incrementa y la única manera que tengo de demostrarla es con las lagrimas calientes que bajan por mis mejillas.
Mis hermanos lloraba y forcejeaban con él para salir de la casa. Me metí entre ellos y los abracé. Mi tía llegó por ellos y tuve que tragarme todo cuando los vi llorando en el auto donde desaparecieron esa vez.
🖤
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ANÓNIMA
Non-Fiction«¿Esta historia? Un poco rara, corta, quizás triste pero definitivamente... Una mierda, tú vez si la quieres leer Sabrás mi vida pero nunca mi nombre»