6. Candidatos y candidatas

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Mimi arrancó el coche a la vez que conectaba el manos libres para llamar a Miriam una vez más, esperando que aquella vez si diera fruto... Golpeó repetidamente los dedos contra el volante contando los tonos de llamada; fue en el quinto cuando escuchó un tímido "hola".

-¡Cariño mío!-saludó con demasiadas ganas- ¡Te he llamado tres veces!

-Ya bueno...-escuchó, un par de segundos más tarde, como respuesta la voz de la leona-. Acabo de salir de la ducha.

La granadina sonrió de forma perversa mientras se lamía los labios pintados de rojo:

-Menuda imagen acabas de meter en mi mente. ¿Me mandas una foto?

-En tus sueños.

-En mis sueños húmedos, cari-le devolvió con juego y coqueteo.

-¿Qué quieres, Mimi?

La granadina borró la sonrisa de golpe, ¿qué le pasaba a Miriam?

Mimi se removió sobre el asiento de conductor, y por suerte, estaba en un semáforo en rojo esperando... Centró la mirada en la pantalla en la que aparecía el nombre de Miriam y un corazón a su izquierda, junto con el tiempo de llamada que llevaban. Mimi lo hizo como si fuese capaz de verla a través de aquella pantalla, aunque a decir verdad, lejos de la realidad...

Quiso saber en qué estaba pensando.

-¿Estás bien?

-Estoy...-la escuchó suspirar a través de la llamada- cansada, no me apetece ir mucho a la cena, la verdad. Me duele la cabeza.

El plan de aquella noche no lo habían escogido ninguna de las dos.

Se había organizado una cena con todos los compañeros de trabajo, al menos los que se habían apuntado en la lista de la sala de descanso, para hacerle una despedida a Roberto. Era uno de los más veteranos y que trabajaba en las urgencias de la clínica..., por eso, MImi y Miriam -que siempre estaban en la ambulancia- habían tenido mucho contacto y se llevaban muy bien con el hombre de pelo canoso.

A decir verdad, ambas lo iban a extrañar en el trabajo tras su jubilación.

Querían despedirse de él, como se merecía.

-Pues no tienes excusa, estoy yendo ya para tu casa.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Te paso a recoger...

-Mimi...

Su voz sonó a algo más, queriendo decir algo más con aquello, pero la rubia no lo supo identificar a la primera:

-Necesito contarte algo.

-Oh. ¿Y tengo que adivinar?

-Creo que ya lo sabes.

Mimi se mordió el labio inferior encontrándose con un silencio como respuesta.

-Bueno, ahora me cuentas-escuchó su voz tan lejana que...-. Avísame cuando aparques y bajo.

Y era porque le estaba colgando.

Mimi sabía que Miriam cansada podía ser una persona difícil..., simplemente difícil de conversar o de entender, pero en aquellos momentos algo en su interior se removió; en cierta manera había sonado enfadada con ella. Y aunque la rutina entre ellas en la última semana no había cambiado mucho, no se habían visto desde que fueron a comer aquella paella...

Y algo parecía que se había apagado.

Cuando aparcó, subió la música de su coche y volvió a buscar su teléfono para enviarle un mensaje a Miriam, pero se encontró con una sorpresa.

Una gran sorpresa en WhatsApp.

Una foto.

Una foto de la leona en albornoz... medio abierto y dejando expuesto el valle entre sus pechos. Mimi abrió la boca de golpe mientras escaneaba aquella fotografía con esmero intentando ver más porción de piel.

Te mato...

Eso fue lo primero que escribió en la conversación abierta, para luego abanicarse con las dos manos. Dios, porque hacía tanto calor si ya estaban casi en noviembre. Bajó un poco la ventanilla del coche para luego escribir, un poco menos alterada, que acababa de aparcar delante de su puerta.

Y quiso matar a Miriam una vez más cuando la vio salir de su portal con un vestido que se pegaba a su torso y caía con gracia hasta la mitad de sus muslos de color rojo. Una cazadora negra le abrigaba al igual que las botas hasta las rodillas.

Dios, que preciosidad...

Mimi se relamió los labios resecos; la recibió con un abrazo y un pico amistoso en la boca.

-Cuanto tiempo, amiga.

-Habla con tu jefa para que nos ponga en el mismo turno, ¿eh?...

La granadina, de lado en su asiento, miró a Miriam buscando algún indicio de cabreo con ella, pero tan solo vio aquel cansancio del que le había hablado en la llamada:

-¿Te duele mucho la cabeza, peque?

-Mmh-Mimi puso su mano derecha en la mejilla de Miriam con cariño; fiebre parecía no tener-. Un poco, ahora estoy mejor.

-Me alegro, leona. Si te vuelves a encontrar mal, te traigo de nuevo a casa en un pis pas.

Ninguna se movió de su posición mirándose a los ojos directamente:

-¿Pero... no nos vamos?

La conductora del Renault suspiró sin encender el motor de nuevo, tan solo bajó la mirada hacia el volante intentando encontrar las palabras.

Sin embargo, no salió todo lo bien que hubiera querido:

-Me he acostado con Alan.

Buscó con sus ojos verdes los marrones de Miriam.

-No suenas muy contenta-comentó un segundo más tarde; sin vuelta atrás-¿Pero te gusta?

-No sé, Miriam... es guapo y me atrae. No lo voy a negar.

-Todo para ti-escuchó susurrar a Miriam en el interior de su coche.

-¿No te parece guapo?

-Jobá, Mimi... No he dicho que sea feo, solo que a mi no me gusta.

-Tampoco es que tenga un polvo que lo flipas-añadió después con total confianza.

-Pues hija, no sé. Habrá mejores para follar...

-Que tampoco estoy diciendo que me quiera casar con él... Me atrae, me lo follé y sin más-¿entonces por qué he tenido la necesidad de contárselo así...? ¿por qué hay algo que...? Mimi negó con la cabeza, sacudiendo sus pensamientos-. Yo ahora mismo tengo el panorama muy abierto y ya se verá lo que pasa... con él o con quien sea. Tampoco me agobia eso...

Vio cómo Miriam la miraba con detenimiento en su coche, Mimi sabía que la estaba leyendo como a un libro abierto; que la podía conocer tan bien que...

-¿Muchos candidatos?

Miriam sonrió de lado, cambiando ligeramente de tema.

-Y alguna que otra candidata-le guiño un ojo con picardía.

-Mmh.

-¿O no?

La leona giró el rostro evitando totalmente su mirada y, obviamente, sonrojada:

-No sé de qué me estás hablando.

-Ah, ¿te has equivocado entonces mandando la foto?

-¿Te gustó, Mimita?

Fue el momento de Miriam de guiñar el ojo con picardía.

-Espero una foto de esas, y con menos ropa, a partir de ahora-sentenció decidida-. Todos los días.

-En tus sueños.

-Húmedos, Miriam. Húmedos. 

I've always liked to play (with fire) Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora