Despechá sonaba por trigésima vez a través de algún teléfono móvil.
Y Miriam no podía hacer otra cosa que sonreír, aunque con algo de tensión, al ver a todos sus primos y su hermano mayor, en fila, intentando aprender la nueva coreografía que estaba de moda en Tik Tok. Llevaba más de media hora practicando y aún no podían avanzar de los tres primeros pasos de baile. Sin embargo, por otro lado, ella seguía esperando de forma tensa que Mimi volviera. La gallega no paraba de mirar por encima de su hombro, hacia el interior de la finca, esperando a que la andaluza regresara con ella.
-¡Va, Miriam!
-¡Que ya nos lo sabemos!-gritó Fran, uno de sus primos.
-Un segundo, ahora voy-les repitió, casi sin mirarlos.
No le importaron sus miradas de reproche, porque aquella vez había vislumbrado algo de su cabello rubio y se levantó para ir tras ella.
Necesitaba saber qué estaba pasando.
-¿Todo bien?-le preguntó al llegar hasta ella.
La más mayor la miró a los ojos levantando la vista del teléfono que llevaba en las manos; Miriam vio cómo Mimi escaneaba su alrededor, dándose cuenta de que los más mayores estaban en cocina preparando la comida, y también cerca de ellas, mientras que todos los hijos -la mayoría veinteañeros o treintañeros- estaban en el jardín con el baile.
En un movimiento rápido, Mimi hizo que Miriam se sentase en el sofá del salón, que estaba cerca, y ella en sus piernas. La sorpresa de Miriam tan solo fue por unos segundos, después abrazó su cintura con cuidado y dejó que su cuerpo se acomodase al peso que tenía encima.
-Sorprendentemente, la llamada era Alan.
-Oh.
-Me ha contado que lo han echado al final de la clínica y lo acusan de robar material sanitario...-Miriam abrió los ojos con incredulidad, pero recordó perfectamente la conversación con Noe de días antes-. Luego ha empezado a despotricar y perdí el hilo de la conversación... Algo también dijo sobre las cosas que me dejé en su casa, que si quería pasar a buscarlas.... No lo sé, le colgué para ese entonces.
-¿Y estás bien? ¿Quieres hablar?
Miriam vio cómo Mimi centraba sus ojos verdes en ella y le acariciaba la cara con cariño.
-Estoy bien-le besó en la mejilla, cerca de los labios-. Solo... Me da rabia perder la camiseta Nike.
-¡¿Mi camiseta Nike?! ¡¿La lila?!
-Era mía-replicó un segundo más tarde Mimi poniendo los ojos en blanco.
-Yo no lo recuerdo así-Miriam frunció el ceño, indignada-. La compré yo.
-Pero eso no significa que fuese tuya.
En aquel momento, con el brillo en sus ojos y la lengua fuera por la broma, Miriam entendió que no debía preocuparse por Mimi, al menos no en aquellos momentos.
Se veía bien; se veía feliz entre sus brazos.
La gallega se había pasado parte de la mañana vigilando a Mimi, que estuviera cómoda con toda su gran familia; al menos antes de recibir la llamada. Pero estaba bien. La había visto charlar con todo el mundo con soltura; con la gracia que le caracterizaba había conquistado a todos sus primos.
Miriam incluso había sentido algo de envidia al verla socializar con tanta facilidad.
-¿En qué piensas, leona?
Al instante, giró el rostro para encarar a Mimi que se había encajonado en su cuello, aun sentada en sus piernas.
Le encantaba lo bien que olía.
-¿Te lo estás pasando bien?
Su mejor amiga tan solo sonrió para mirar a las personas que no les quitaban los ojos de encima; Miriam ya se había dado cuenta de aquello hacía minutos, pero poco y nada le importaba en aquellos momentos.
-¿Crees que pensaran que somos pareja?
De hecho, no necesitaba levantar de nuevo su cabeza para saber que sus tías y su madre estaban pendientes de ambas:
-Posiblemente.
-¿Te importa?
Fue en aquel momento en el que Miriam le dio un ligero pico en los labios, evitando contestar a la pregunta.
¿Lo somos?
No le importaba en absoluto lo que pensaran, obvio, pero si que le importaba lo que ella misma pesaba de todo aquello. Y mucho más después del beso que habían compartido el día anterior. Miriam seguía pensando que ambas necesitaban un tiempo para asentarse, para volver a la rutina de volver a ser dos en aquella relación y poder sacar toda aquella toxicidad que posiblemente se había anclado en ellas. Posiblemente, Mimi también necesitaría un tiempo de rigor para sacar los últimos pensamientos de Alan que le podían quedar dentro...
Ambas necesitaban aclarar sus prioridades sobre su relación.
Pero luego Miriam Doblas la tocaba, la besaba, la miraba... y se le olvidaba todo lo demás. Se le olvidaba todo lo que hubiera podido pensar antes y solo... se dejaba llevar. Sin embargo, el problema no era estar con Mimi, sino el tiempo en el que ella y sus pensamientos se quedaban a solas.
Suspiró y se olvidó de todos sus pensamientos, una vez más.
Miriam se aferró a la mano de Mimi y las llevó con su familia y la música de Rosalía.
Todos aquellos pensamientos no importaban, porque estaba en su casa -en su maravillosa Galicia- y no tenía tiempo para pensar mientras las horas del día pasaban.
Quería disfrutar de su familia y de Mimi todo lo que pudiera.
Horas más tarde, Miriam se encontraba con Mimi bailando al ritmo de la playlist de Efrén que sonaba por los altavoces, aquella vez en el interior de su casa por culpa del frío. Prácticamente, toda la familia Rodríguez había ido desapareciendo de la casa, tan solo quedando los residentes y sus dos hijos, más sus acompañantes.
La gallega se agarró a la cintura de Mimi ante la nueva canción que sonaba a todo volumen haciendo que ambas quedaran aún más pegadas entre ellas.
-¿Por qué no vamos al pub del pueblo?-escuchó que decía la nueva novia de Efrén, Anne-. He oído que hay buena música y que han puesto varias mesas de billar.
Los ojos de su amiga se abrieron de golpe y dejó de bailar al instante.
-Oh, ¡sí! ¡Por favor!
Miriam rió ante la ilusión y alegría de Mimi, casi como si fuera una niña pequeña otra vez.
-¿Qué decís?-Efrén se encogió de hombros, dando entender que no le importaba-¿Miriam?
-Va, leona, como en los viejos tiempos. Tú y yo y una mesa de billar.
Tú y yo y la de cosas que podrían pasar después.
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I've always liked to play (with fire) Miriam²
FanfictionEl peligro me eleva sin controlar lo que está por ocurrir... todos tenemos secretos que no podemos contar: y es que a mi me encanta tu olor entre mis sabanas. Siempre me ha gustado jugar... con fuego. Miriam²