10. Días de bajón

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Mentiría si Miriam dijese que no había evitado a Mimi durante aquellos días.

Era la verdad, lo había hecho y ni ella misma entendía muy bien por qué.

Bueno, los celos habían tenido mucho que ver...

Pero, daba igual el motivo, Miriam había necesitado aquellos días como si fuera su principal necesidad.

Tampoco es que no hubiera contestado a los mensajes de la granadina, simplemente había puesto una gran cantidad de excusas para no quedar con ella, para no verla, para no afrontar todo lo que estaba pasando entre ellas; algunas excusas con más motivos que otras.

Se mordió el labio incómoda consigo misma; se sentía mal. Horrible, de hecho. Pero Miriam necesitaba pensar y poner distancia en aquella nueva relación que tenía con Mimi.

Por suerte tampoco habían coincidido en turno... porque algo sentía por Mimi.

Aquella era la conclusión a la que había llegado aquellos días; tenía sentimientos por ella.

Y no podía ser, no podía tenerlos por su amiga. Miriam sabía que tenía que retroceder; tenía que volver a la posición de antes; tontear, sí, era divertido y estaba bien. Más allá, como lo que estaba sintiendo en aquellos momentos, no.

Porque dolía. ¿Por qué no iba a doler si solo eran amigas?

Suspiró cruzada de brazos; ¿Cuánto tardaría en...? Fue en aquel momento en el que vio aparecer por el aparcamiento de la clínica aquel Renault negro que tan bien conocía. Miriam se tensó en el sitio y miró hacia todos lados...

Su reloj seguía marcando la misma hora, indicando que su cita llegaba algo tarde, pero es que Mimi caminaba directa hacia ella hecha una furia.

¿Cómo ha aparcado tan rápido?

-¡Miriam!-y su voz no sonó a saludo, a varios metros de ella, sino a ni te muevas del sitio o te mato.

La leona apartó su cabellera hacia a un lado lista para aquella batalla:

-¿Cómo estás?

Su voz había sonado tan débil cómo se sentía en realidad; aquellos ojos verdes siempre le causaban el mismo efecto.

-¿Qué cómo estoy?-le reprochó Mimi, aunque no sin antes acariciar uno de los brazos de la gallega de forma inconsciente-. Pues siendo ignorada por mi mejor amiga, ¿tú qué crees?

Otra vez aquella sensación horrible en el cuerpo.

Otra vez aquella sensación de quererla tocar todo el tiempo.

-Mimi...

-No, ni Mimi, ni ostias 'illa. ¿Qué te pasa conmigo?

Miriam giró la cara; no quería mentirle, pero tenía que ocultar la verdad de alguna forma:

-He estado unos días de bajón... Lo siento, cari. Necesitaba unos días para mi, ya te lo dije.

La andaluza podía ser muy insistente cuando quería.

-¿Entonces no es por mi? ¿Es por qué te habló tu ex por mensaje? ¿No estás enfadada por lo del otro día, lo de...?

-No, no es por eso.

Ambas rubias se analizaron con las miradas; Miriam estaba intentando averiguar si Mimi sabía leer entre líneas lo que en realidad estaba pasando. Un segundo más tarde, Mimi dio un paso adelante invadiendo totalmente el espacio personal de Miriam...

El suspiro fue instantáneo. ¿Por qué no podían evitarlo?

Sus frentes se rozaron de lo cerca que estaban, sus labios también estaban a centímetros de tocarse..., pero el ruido de un claxon hizo que ambas saltaran y se separaran de forma inconsciente.

-¿Y ese tío?-preguntó la granadina mirando hacia aquel coche que había pitado-. ¿Por qué nos pita?

-Viene a buscarme-le respondió Miriam ajustándose el bolso al hombro, sin mirar a su amiga.

¿Habían estado a punto de besarse...?

-¡¿Qué?! ¿Quién es?

-Mi cita de hoy.

La gallega dio otro paso atrás separándose de Mimi, no se fiaba ni de su cuerpo ni de sus ganas de acabar lo que habían empezado.

-¿Cómo? ¿Tu cita de hoy? ¿Me tengo que poner celosa?

¿Perdón?

La ira y el enfado fue instantáneo; de un segundo a otro echaba fuego de una forma totalmente diferente. Miriam apretó la mandíbula con rabia..., ¿en serio le había echado en cara aquello? ¿Celosa? ¿Ella, que se tiraba todas las noches a...?

La leona se giró porque sino la cosa podría acabar mal:

-Ya te contaré...

-¡Claro que me lo contarás! ¡TODO!

I've always liked to play (with fire) Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora