Amphibia; Sashannarcy
—
—Guarda silencio, Anne.
La morena volteó su cabeza hacia su costado, mordiendo su sudadera amarilla con fuerza, tratando de no soltar ningún gemido de dolor mientras Sasha le vendaba su brazo cortado.
Estaban encondidas en las ruinas de lo que antes había sido algún negocio de un newtopiano.
—Sasha, puedo hacerlo sola. Necesitas curarte tú también.
—Estoy bien. Tú haz perdido mucha sangre.
—Y tú igual—. Anne levantó la voz, algo que (muchos) meses antes no hubiera podido hacer, pero sabía lo terca que era su amiga, y la situación lo ameritaba.
—Shh. No hables tan alto, podría encontrarnos—. La rubia suspiró, dándose por vencida—. Bien, agarra aquí—. Tomó la mano que aún le quedaba a Anne y la colocó sobre las vendas que había puesto antes.
Sasha se alejó un poco, llendo a un estante y tomando un paquete de gasas, otros dos rollos de vendas y cinta adhesiva para los vendajes que iban a hacerse las dos chicas. Volvió a sentarse junto a su amiga, está vez dejando más espacio entre ellas. Cortó un pedazo de gasa un poco grande y lo colocó encima de su ojo derecho, luego tomó pedazos de cinta lo suficientemente largos para que se pegaran a la piel de su cara mientras sujetaban la gasa. Al terminar, llevó su mano al vendaje, notando que se había empapado de sangre. Debíó limpiar su herida antes. Retiró lo que había hecho, limpió la sangre que había y volvió a hacer lo mismo, ahora con cuidado de no dañar más su glóbulo ocular, aunque en ese punto ya le parecía imposible.
Sasha tomó un pedazo de un espejo roto que se encontraba en el suelo, lo levantó y se observo a sí misma por unos cinco minutos. Observó todas las facciones de su cara, lo sucia y despeinada que estaba. Las heridas que tenía por todo su rostro, que aún se veían recién hechas, resaltaban por lo blanca que era su piel. Su nuevo vendaje se llenó de sangre de nuevo, aunque esta vez sólo eran unas gotas.
—Va a ser incómodo pelear con esto puesto—. Mencionó Sasha refiriéndose a su parche de gasa, mientras tenía una sonrisa en el rostro que más bien parecía una mueca. Se volteó para ver a Anne, pues esta le estaba dando la espalda mientras se vendaba.
Esperó a que su amiga soltara por lo menos una pequeña risa por el comentario que había hecho. Sin embargo, en su lugar escuchó sollozos. Preocupada, se acercó rápido a ella.
—Anne, ¿estás bien?
La mencionada la miró, con los ojos rojos, pues estaba tratando de reprimir sus lágrimas.
—¿En serio me preguntas eso? ¡Míranos!
—Baja la voz—. Sasha le colocó su dedo índice en sus labios, recordándole que no era buena idea gritar.
Las dos se quedaron en silencio viendose a los ojos por unos segundos, hasta que Anne volvió a hablar.
—No estoy bien. No estamos bien—. Dijo la morena, en casi un susurro mientras bajaba la mirada al suelo.
Sasha se dio un momento para observar a su amiga. Estaba sentada con las piernas cruzadas y encorvada. Su brazo bueno estaba apretando al que estaba vendado, hasta el punto de que sus dedos dejaban unas pequeñas marcas. Estaba igual de despeinada que ella (o incluso más), con heridas en todo el cuerpo y su ropa sucia, pues ella no poseía una armadura como la rubia; se reusó a usar protección de más, y ahí estaban las consecuencias. Sus manos, su cara, su camiseta, su sudadera, sus shorts, sus vendajes recién puestos, toda ella estaba manchada de sangre, su propia sangre. A Sasha le preocupaba mucho esta situación, pues el brazo de Anne no dejaba de sangrar y temía lo peor. Por sus mejillas aún seguían saliendo lágrimas.
