No era la primera vez que estaban en su casa, tampoco era la primera vez que su madre les ofrecía algo de comer (o de beber) en su estancia. Pero sin duda, esa era la primera vez que les ofrecían una malteada que no se antojaba a remedio casero antiguo con la idea de alejar monstruos y maleficios con un dolor de estómago extraño o una diarrea.
Debían terminar ese trabajo lo antes posible, las manualidades no eran precisamente la especialidad de ninguno de ellos, pero Hikari, Sora, Mimi y Miyako se habían negado a brindarles su ayuda. Quizá había sido culpa de Taichi, que se atrevió a decir que Tuxedo Mask no tenía un súper poder genial y varonil mientras las chicas lo veían en la sala de estar, incluso Hikari se molestó con él. O quizá había sido culpa de Yamato, por decirle a Mimi que el morado no era un lindo color para teñirse el cabello y en el camino terminó ofendiendo a Miyako, aunque esa no había sido nunca su intención.
Al menos había un pequeño pelirrojo al que siempre podrían acudir para sacarlos de un apuro con la urgencia requerida.
Koushirou se quejó una vez más del calor que hacía esa tarde. Para colmo de males, la computadora del padre de Tai estaba dando más lata de la acostumbrada.
Yamato se resignó y comenzó a tocar su armónica en el balcón mientras Taichi buscaba alguna herramienta que pudiera servirle a Koushirou para quitarle la carcasa al CPU.
Probablemente la computadora sentía que no era un buen día para funcionar adecuadamente y por ello se negaba a ceder. Quizá por eso mismo en sus frentes se dejaban ver unas pequeñas gotas de sudor. Su cerebro y paciencia drenando con cada una de ellas.
La señora Yagami entró con tres enormes vasos de malteada de vainilla con una galleta de chocolate cada una.
—Parece ser que la necesitan— dijo amablemente mientras les alcanzaba sus malteadas a cada uno.
Una vez que salió del estudio y se dirigió nuevamente hacia la cocina, los chicos inspeccionaron la malteada.
Olía bien. Tenía buena pinta, y la galleta se antojaba crujiente.
—Creí que nos daría un jugo de patatas con apio, o algo similar —confesó Koushirou.
Yamato fue el primero en aventurarse y dio un sorbo. La malteada era deliciosa.
Después de analizar la expresión de su amigo y su estado físico, Taichi y Koushirou se aventuraron a beber sus malteadas.
—¡Wah! ¡Está deliciosa! —Exclamó Taichi completamente satisfecho con el sabor y la textura de aquel helado manjar.
Cuando menos se dieron cuenta, ninguno de los vasos contenía malteada. Era lógico con el calor de esa tarde.
Yamato tomó los vasos y se dirigió a la cocina encontrándose con la madre de su mejor amigo.
Le agradeció ampliamente el gesto y ella se ofreció a preparles más. Él no quería abusar de la confianza ni de la buena voluntad de la señora Yagami, pero era más descortés rechazar la tentadora oferta con esa sonrisa apacible en su rostro. Un par de minutos más tarde, la señora Yagami y Yamato volvieron al estudio con un plato repleto de galletas y los vasos rebosantes de esa deliciosa malteada de vainilla.
La computadora cedió. Pudieron descargar e imprimir el material y las instrucciones, y el calor ya no mermaba sus energías.
Quizá no eran los mejores para realizar móviles de viento. Quizá no tenían grandes habilidades con el origami y los dibujos. Quizá les costaba soportar el calor. Pero siempre podían encontrar el apoyo y los ánimos de alguien para poder lograrlo. Quizá no eran necesarias las palabras, solo un gesto adecuado, oportuno y gentil, algo creativo y delicioso, algo simple y significativo, como una malteada.
No está de más decir que ni de broma obtuvieron una calificación alta, pero al menos era una calificación aceptable. Algo aceptable si ponemos a Taichi y a Yamato en un equipo en el que deciden hacer un poco de trampa para meter a Koushirou como un apoyo y un mediador entre sus locas ideas, aunque claro, el profesor no debía enterarse de ello.
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Ese día hacía calor y se me antojó una malteada (aunque la mía hubiera sido de fresa o chocolate, o mejor un smoothie de moras, como sea). Recuerdo que cuando estaba en la primaria alguna ocasión me dejaron hacer un móvil de viento, me quedó muy lindo y rápido. Algunos de mis compañeros no tuvieron tanta suerte, jejeje.
Espero volver pronto con algún capítulo, y si tienen alguna sugerencia es bienvenida.
Nos estamos leyendo.
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Soñando
FanfictionA veces sólo se necesita soñar, porque las posibilidades son infinitas cuando escuchas el sonido de tu digivice. Colección de drabbles, oneshots y viñetas con los digielegidos. Muchas ideas aisladas o incluso relacionadas entre sí. Se aceptan ideas...