Una estrella para el cabello (Mimi y Taichi)

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Una videollamada temprano de camino a la escuela le dio a Taichi la idea perfecta para un regalo de cumpleaños adelantado. Mimi no paraba de quejarse del nuevo reglamento de su escuela, por un detalle: limitaban su creatividad al prohibirle el llevar estrellas en el cabelllo. Podría tener el corte, estilo y color que más le gustase, pero el tener esas estrellas amarillas adicionales en el cabello estaba fuera de las libertades que le eran permitidas.

Taichi le sugirió que usara otras de otro color. Ella insistía en que ya lo había intentado, sin éxito. Las estrellas amarillas eran las que mejor lucían tanto en su cabello teñido, como al natural. Además de que no importaba el color de las estrellas, siempre recibía la misma reprimienda: un reporte nuevo a su expediente, y una visita con la psicóloga escolar.

Mimi estaba al borde de la desesperación, pero Taichi tuvo que terminar la llamada cuando cruzó el portón principal de su escuela. Sabiendo que se arrepentiría de por vida si no tomaba cartas en el asunto.

Esa misma tarde, Taichi fue por algo de dinero extra y la última postal recibida hacía un par de semanas desde Nueva York antes de lanzarse a la plaza comercial más grande de la zona.

Era un jueves pasando la media noche, estrictamente hablando ya era era viernes en Japón, pero seguía siendo un jueves a media mañana en la casa en la que una emocionada chica de cabello rosado gritaba de alegría a la pantalla de su teléfono móvil mientras al otro lado, un joven de cabello chocolate sonreía enternecido y oraba mentalmente para que pudiera regresar a dormir.

—La usaré siempre, gracias Taichi.

Ese había sido la mejor despedida de buenas noches que había recibido en mucho tiempo.

Aunque sin duda la mejor parte fue el comprobar por medio de las redes sociales que, efectivamente, la única constante que se repetía en Mimi, era el utilizar esa diadema negra con una estrella amarilla.

Y él lo sabía, esa era su corona.


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