Cine

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Éste capítulo es la continuación del capítulo 8: Gol, si no lo leyeron es buen momento para hacerlo :3


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Pocas cosas eran tan satisfactorias como tener un sábado libre de preocupaciones y de compromisos. Al fin podría quedarse viendo series en pijama todo el día y no habría nadie que lo fuese a importunar con su presencia o una llamada. Agradeció internamente a su padre que le dejó algo de comida en el refrigerador, y decidió dedicarse un enorme desayuno en su honor.


Pasaba del medio día, de eso estaba completamente seguro. ¿Qué hora era con exactitud? La verdad es que no se tomó la molestia de averiguarlo. El hambre lo hizo levantarse a buscar algo de comida e introdujo el recipiente en el microondas.


En ese momento, su teléfono celular comenzó a sonar con la melodía que tenía designada para un amigo en específico.


— ¡Yamato! —le escuchó gritar a Taichi. Él no se molestó en responder, Taichi continuó con aquello que fuera a decirle.


Él conocía bastante bien a su camarada, lleno de energía, sonriente y con un humor bastante simple. Con arrebatos de alegría o con ganas de golpearlo. Lo cierto era que Taichi era muy voluble. Pero de igual forma podía tomarse las cosas muy seriamente cuando la situación lo ameritaba.


Yamato se limitó a hacer leves ruidos en la bocina del auricular para que Taichi supiera que él seguía ahí, de todos modos eso no le impediría comer el arroz y las bolitas de pulpo que estaban calientes por fuera y frías por dentro. Ese era uno de los defectos de haber utilizado el horno de microondas en lugar de la vaporera para calentar la comida.


Después de diez minutos de palabrerío, Yamato tenía una leve idea de lo que hablaba Taichi. Era una especie de rumor de un chico del equipo de fútbol de la escuela, donde practicaba Taichi. Algo relacionado con una chica linda de tez clara y cabello con brillos como el oro. Algo relacionado a un helado de cereza y eso. ¿A él que rayos le importaba saber sobre una historia romántica en la cancha de fútbol de la escuela?


Yamato revisó la hora en su teléfono. Eran cerca de las seis de la tarde. Con razón se estaba muriendo de hambre. Entonces recordó que había dejado la serie pausada. Terminó de comer mientras Taichi hablaba y al momento de recoger sus platos de la mesa al fin decidió intervenir en la conversación que, se supone, mantenía con Taichi.


—Bueno, supongo que si ella ha decidido asistir a su partido de hoy a apoyarlos y luego ir a comer y pasar la tarde juntos hasta que la dejaran en su casa es porque, probablemente, ella también esté interesada.


— ¿En serio lo crees Yamato? —preguntó Taichi tan esperanzado que a Yamato se le hizo de mal gusto intentar bajarlo de su nube de felicidad.


— Sí, ahora ¿me dejas seguir con mi aburrido y tan deseado sábado de series?


— ¡Por supuesto!


Y con ello terminó la llamada. Yamato volvió al sillón y estuvo ahí sentado hasta que el reloj de su teléfono marcó las once de la noche, cuando su padre llegó a casa luego de un arduo día de trabajo.

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