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¿Qué podía ser peor que tener que quedarse encerrado en un sábado perfectamente soleado?


Obviamente tener que permanecer en la camilla de un hospital con la pierna enyesada.


No es que fuera su culpa después de todo. Todos tienen derecho a accidentarse en alguna ocasión sin que nadie tenga que hacer un drama, ¿verdad? Bueno, casi nadie.


En cuanto estuvo completamente consciente de que su hijo estaba bien, Yuuko Yagami no se contuvo antes de soltarle un montón de reprimiendas al mayor de sus hijos. ¿En qué rayos estaba pensando su alocado muchacho? ¡Pudo haber perdido la pierna, o haber muerto, o...! Afortunadamente Susumo tomó a su esposa de los hombros y dejó a su hijo descansar un poco. Hikari pudo entrar a la habitación en ese momento.


—No te preocupes, es sólo que está un poco alterada —dijo para justificar los gritos desesperados de su madre.


Los hermanos intercambiaron una sonrisa.


—Ahora mamá nunca me dejará tener una moto —dijo con mofa de sí mismo el mayor de los hermanos Yagami.


—Tampoco es que sea el mayor de tus sueños andar en motocicleta, hermano.


Hikari tenía razón. Pero ahora sí todas las posibilidades de tener una se habían ido por el caño.


—Sora llamó hace un rato, dice que eres un idiota, pero que te perdona.


Taichi no pudo evitar soltar una sonora carcajada ante el comentario.


—Koushirou me dijo que venía en camino hace unos diez minutos.


Los hermanos Yagami siguieron conversando hasta que el resto de sus amigos llegó a su habitación. Mimi le llevó una caja de galletas "para que no se fuera a morir con la horrible comida del hospital" con una tarjeta en la que le deseaba que se recuperara pronto. Koushirou le llevó una consola portátil, para que no muriera de aburrimiento y Yamato tocó la armónica un rato para calmar el asunto y que no fuera otra enfermera a pedirles que guardaran silencio, aunque de todos modos fueron a decirle que no hiciera tanto ruido.


A lo largo del día sus amigos iban y venían con la intención de no dejarlo solo y para escuchar de su boca cómo había sido el accidente.


Él iba en bicicleta echando carreras con otros chicos del conjunto de departamentos donde vivía y, con la intención de llegar primero al lugar de destino, se le hizo fácil entrar a la avenida. El problema vino cuando un camión se pasó la luz roja justo cuando él se estaba incorporando y su pierna se llevó todo el impacto que lo mandó a volar unos tres metros sobre la acera.


Afortunadamente, su pierna sólo tenía una pequeña fisura, pero de igual modo le dolía horrores. Sobre todo cuando Daisuke insistió en que todos debían firmarle el yeso y todos tuvieron que moverle un poco la pierna para escribir.


—No sólo eres un completo cabeza dura —dijo Yamato —ya comprobamos que todos los huesos los tienes duros.


—Es Taichi —agregaron varios a coro.


—Y es un hueso duro de roer —finalizó el superior Jyou.


Las risas llenaron el cuarto del hospital y al poco tiempo llegó una enfermera para decirles que la hora de visita había terminado. Con la promesa de visitarlo pronto, sus amigos se retiraron y Taichi se llevó una galleta a la boca y encendió la consola. Si no podría salir a jugar fútbol por una temporada, al menos lo jugaría en videojuegos.

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