Capítulo 3

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Habían pasado ya varias horas viajando.

El día se había vuelto atardecer, y el sol ya apenas tenía energías, queriendo relevarle su labor a la luna.

Yaiba había estado observando los paisajes mientras Roymann intentaba enseñar a Alfxy.
Alfxy en verdad quería aprender, pero Yaiba observaba los paisajes cambiantes mientras aún fuera Yaiba.
Y Yaiba deseaba actuar, incluso aunque su comportamiento fuera vengativo, irracional o emocional.

"Me dijiste cosas como afortunada o hacía chistes al respecto por de repente encontrarme casada y siendo princesa no sólo de Alven, sino de Armestis por....matrimonio"

"Consortis" -Interrumpió Roymann- "Cuando te conviertas en princesa por matrimonio de Armestis, eres princesa consortis porqué perteneces a la persona con la qué te casas. Aquí le decimos consorte. Por cosas cómo estas es qué vas a agradecerme pasar éste tiempo conmigo para aprender"

"Pero usted sabe perfectamente qué, después de éste agradecido tiempo con usted, lo que me espera es una condena. Una condena por el resto de mi vida. Aunque el rey tuviera mil hijas solteras y vírgenes, no casaría a ninguna con él. Siempre escogerá una cualquiera para cumplir esa tarea. Reina de un pueblo que repudia a los elfos, y una elfa que yace con un humano que masacró a sus congéneres. ¿Qué cree que es eso sino una traidora? Un pueblo que la odiará y ni siquiera el consuelo de un pueblo al que pertenecer. ¿Qué clase de padre le desearía eso a su hija?" -Yaiba cerró sus ojos unos instantes, Roymann la escuchó respirar suavemente, parecía que la chica encontraba la paz en su reflexión, la paz que daba el sacrificio- "Mis motivos son realmente egoístas. Sigo que hago ésto porqué así acabaré con la guerra y así evitaré la muertes de más padres innecesarias......Aunque también le debo admitir qué le temo a la muerte, aunque no sé sí temo a una muerte en la guerra si llegasen a Bavian, con todo lo qué puede venir antes de qué me la den, a una muerte a manos de mi futuro esposo, o sí sois vosotros los qué me matareis" -Dijo con una sórdida tensión cómica. Yaiba no abría sus ojos y por unos instantes Roymann pensó que esa mujer se le estaba durmiendo delante de sus ojos-

Si, es cierto, Yaiba le temía a la muerte. Por cosas cómo éstas era qué todavía seguía en éste mundo y no en el temido limbo vacío que había al final del camino de la vida.

"Asesinarte no es parte del plan" -Aclaró Roymann- "Te necesitamos expresamente viva para qué ninguno de nosotros acabe asesinado siendo tan jóvenes y guapos como somos"

"Ya veo" -Yaiba soltó un bostezo qué tapó con una mano en forma de puño- "Procuraré no volver a mencionar mis más profundos temores en voz alta. Las damas de la corte deben de sacrificarse a diario, así qué supongo qué no querrán oírme lloriquear al respecto. Delante del rey y de todos diré que es todo por el prójimo y servirle fielmente a la corona, qué ese ha sido el propósito qué ya sabía qué tenía desde el día que nací. Quizá así le parezca encantadora a mi tío y no me elija para casarme con otro asesino" -Su vocabulario había mejorado ligeramente-

"Admitir egoísmo es el primer paso para lo qué yo considero es un buen líder, o una mejor persona en general. El odio, la envidia, el pensar que nadie jamás reconocerá lo que has tenido que hacer y sacrificar.....Te doy la razón en qué lo sueltes todo, mejor ahora qué luego hagas una escena allí" -Roymann se dio cuenta de que ahora hablaba con una persona medio dormida. Se notaba de sobra qué estaba cansada. Después de lo qué habia pasado y tendría qué pasar, Roymann tomaría una siesta tan larga como el viaje qué les esperaba- "Ten un buen sueño, princesa Alfxy. Para tener buenos días, son necesarias buenas sueños. Lo aprendí de la persona más sabia que jamás conoceré....Créeme, éste país realmente necesita buenos días"

Fe en DesesperarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora