Sweet.

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Erwin tenía cierto atractivo y carisma que le hacía brillar en cualquier lugar al que iba.
Estuvo con muchas personas, todas siempre dijeron a su petición pero, justo al entrar en aquel lugar él no.
No lo volteó a mirar ni noto su existencia, se sentía molesto. Le había gustado mucho esa persona cuando lo vio, pero parecía que esta vez un sí no vendría de ella.
Al siguiente día intento acercarse pero sus intentos se vieron estropeados por una sorpresa inesperada de alguna forma. Más no paró.
Lo volvió a intentar y fracaso una vez más, y así se siguió hasta al menos cruzar tres palabras con el sujeto.
Pudo haberlo dejado y conseguir a alguien más, pues le era fácil por su increíble atractivo; pero no lo hizo, lo quería a él y solo a él.

Lo había visto algunas veces antes, y le gusto en cierto sentido, pero no iba a ir tan apresurado y obvio a por él.
Su atractivo le gustaba y su carisma le llamaba la atención tal vez también era como él.
Era una persona atractiva también pero su semblante alejado y reservado le facilitaba y dificultaba las cosas a la vez.
Los intentos contrarios por acercarse le parecían interesantes y muy obvios pero fingió como si no le restará importancia.
Le gustaba este juego.

Otras veces más intento volver acercarse obteniendo los mismos resultados; tres palabras cruzadas.
Hola
¿Cómo estás?
Bien.
Realmente lo quería.

— Rubio, me gustas.
Fue la gota que derramó el vaso para ese sujeto, pensó.
— Tú también me gustas, ¿Quisieras darme tu número?.

Al siguiente día confirmo lo que sospechaba, era un psicópata mientras él un trastornado con TOC que lo hacía ser un asesino. No pudieron matarse, pero si “quererse” de alguna forma.
— Ese joven, Eren. Me parece perfecto para esta noche.
— Tienes razón Erwin, sería buena idea quitarle la suciedad de su asquerosa cabeza. Me está dando por hacerlo ahora mismo...
— Paciencia cariño, esta noche una fiesta de Halloween se dará.

Los dulces caen.

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