OUR LIFE [SOUKOKU]

Un Día En El Exterior (2) Primos

Lo habían planeado desde casa. Dazai se acercó a Ranpo y a los demás para saludarlos.

— ¡Hola! ¿Qué hacen tan temprano por aquí?

Chūya se mantenía tres metros atrás con Fumiya, posando sus manos en los hombros del niño. Ranpo no les apartaba la vista.

— Algo nos llamó la atención el otro día, y quisimos comprobarlo, Dazai. Tú y el mafioso están casados y ese niño es su hijo.

Concluyó el detective, asombrando a Kyouka y Atsushi al instante.

— ¡¿D-Dazai-san eres padre?!

— ¿Eh? ¡No! El niño y yo somos hermanos en realidad. El pequeño es Fumiya. Chūya es nuestro perro.

— ¡¡NO LO SOY, SOY EL PRIMO!!

Gritó Chūya molesto.

Dazai sacó una bolsita con dulces que pronto entregó al detective para distraerlo. Ranpo estaba fascinado. Empezó a comer del paquete de galletas, perdiendo detalle en el asunto.

Fumiya y Chūya se acercaron más a ellos, éste último con gruñidos de coraje, que debía aguantar. El castaño menor estaba avergonzado de tener que hablar con personas desconocidas. Chūya también se sentía incómodo con los de la Agencia de Detectives cuestionando sobre su vida. Le molestaba. Y del mismo modo se pondrían los de la Port Mafia cuando se enteren de la existencia de Fumiya.

Desde ese momento, para los de la ADA, Dazai y Fumiya eran hermanos y Chūya su primo.

Lo que suponía una cosa: habría problemas al enterarse de la verdad algún día, ya que creerían una relación incestuosa.

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Ranpo, Atsushi y Kyouka siguieron su camino, de regreso a la Agencia de Detectives. Seguramente le contarían al presidente la razón por la que Dazai no se presentaría al trabajo ese día.

Pero eso no era muy importante para el joven del vendaje y su familia. Él sólo pensaba en pasar un día agradable con su esposo y su hijo, en los lugares más hermosos de Yokohama, siendo libres, por única vez, deseando no encontrarse a ningún conocido más.

Subieron a un crucero que los trasladaba a una pequeña isla no muy lejana.

Ahora disfrutaban de las maravillas naturales de la Isla. Arena, árboles preciosos, animalitos, incluso zonas familiares de convivencia y restaurantes. Todo era tan perfecto.

Fumiya corrió hacia eso que parecía divertido: eran juegos mecánicos. Se adelantó, pero ni Chūya ni Dazai lo perdían de vista.

El castaño sonreía al igual que el de sombrero. Lentamente, sujetó una de las manos de su amado y entrelazaron sus dedos. Chūya se recargó más en él. Tenían la confianza de que no se encontrarían a nadie de peligro en ese lugar.

— Dazai, ¿podemos tomarlo como una cita? De esas citas que tuvimos cuando estaba embarazado, y cuando Fumiya era un bebé de pocos meses.

Cuestionó Chūya. Estaba ruborizado. Hacía años que no tenían una cita familiar ni de pareja, era el momento indicado para tenerla.

— Claro que sí, Chūya. Esta será otra de la mejores citas que podamos tener. Vayamos con Fumiya-kun y subamos al trenecito. Es para adultos también.

Cada vez se acercaban más a los juegos.

— Sí, subamos.

Antes de llegar a dónde estaba Fumiya, Chūya jaló un poco del brazo de Dazai, haciendo que se inclinara ligeramente hacia abajo.

— Oye, Dazai.

— ¿Sí?

— El trabajo...nos ha separado un poco las últimas semanas... ¿Te parece si hoy en la noche, tú y yo nos damos un tiempo a solas y...? Ya sabes... L-Lo necesito...

Decía avergonzado, con más sonrojo en sus mejillas. Dazai sujetó los laterales de la cara de Chūya y besó sus labios de manera rápida y tierna.

— Cuando Fumiya se quede dormido. Lo prometo, Chūya.

También habló en voz baja.

— ¡Mamá, papá, suban! ¡Creo que será divertido!

Invitaba Fumiya con ilusión, dejando buenos lugares a ambos.

— Subiremos, cariño. Si sientes miedo, sólo cierra los ojos. Dazai y yo estaremos uno en cada lado.

Pronto se acomodaban en el mismo carril. Usando sus cinturones de seguridad. Sería la primera vez de Fumiya en juegos como ese, o mejor, la primera vez en divertirse fuera de casa.

* Ranpo NO les creyó, pero se conformó con dulces.

* Mori ya conoce el rumor, así que puede que haya enviado a alguien a espiar.

>> Me voy a clases :(