La Habilidad De Fumiya

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La habilidad de Fumiya era una pequeña combinación de la habilidad de sus padres.
Alrededor de él podía activar una esfera invisible o no, la cual lo protegería de cualquiera que tenga intenciones malas de dañarlo. Incluso, si Fumiya lo desea, la esfera puede explotar hacia afuera, alejando a kilómetros de distancia a esas malas personas en cuestión de segundos.
Al mismo tiempo, puede flotar estando en el centro de la esfera, y si un poder enemigo quiere derrotarlo, la misma esfera o él anularán esa otra habilidad, haciéndose ver indestructible.
En el futuro, la habilidad del niño del Soukoku podría convertirse en una pesadilla para cualquiera.

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Habían decidido llevar a un menos soñoliento Fumiya a la misión, con un sombrero similar al de Chūya para que su color de cabello no lo delatara con su parentesco con Dazai, en caso de que alguien conocido de la mafia estuviera ahí. Y unas gafas oscuras, para ocultar su color de ojos como los de su madre.

Ahora se encontraban en el puerto, esperando la llegada de la organización enemiga.

Eran las 04:00 AM y aún estaba demasiado oscuro. Se mantenía escondidos en un viejo edificio de la ciudad. Atentos.

— Mamá, ¿Podría usar mi habilidad para derrotar a esa organización?

Preguntó emocionado.

— No, Fumiya. Es muy peligroso. Tú te quedarás aquí, esperándonos. Mantén tu habilidad activada para que nadie pueda hacerte daño.

Respondió Chūya con autoridad. Fumiya asintió contento. Era la primera vez que estaba fuera de casa siendo consciente de ello. Estaba feliz. Y siempre quiso estar en una misión con sus padres. Una peligrosa misión.

Estaremos allá afuera, Fumiya. Puedes asomarte de vez en cuando siendo cauteloso. Y como dice mami, no salgas y no desactives la protección de tu habilidad. ¿Hacemos la promesa?

El niño asintió con la cabeza, abrazando a ambos de manera inesperada.

— ¡Mucha suerte! ¡Ustedes ganarán!

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El momento había llegado.

No eran cinco ni siete, eran cientos de ellos y la mayoría armados, lo que los hizo pensar en una cosa.

— Estos tipos no poseen habilidades, Chūya. O al menos la mayoría. No hay que confiarnos mucho. Saquemos nuestras armas.

Se mantenían juntos, a escaso un metro de separación del otro, sin demostrar miedo. Tampoco es como si lo tuvieran.

— Ellos se ven bastante confiados. Pero no lograrán su objetivo. Con tu corrupción podremos...

— Silencio, Dazai. Ya lo sé. Ellos se acercan. No dejes que escuchen nuestros planes, deberíamos hablar en nuestro idioma.

— Estoy de acuerdo.

La organización extranjera se aproximaba a ellos, apuntando con sus enormes armas de fuego. Su objetivo era apoderarse de Yokohama y convertirlo en sus tierras, y a sus habitantes en sus esclavos. Lo veían fácil.

— Vaya, un par de mocosos ¿Nos enfrentarán? Que interesante. ¿Ustedes ya hablan?

Dijo un hombre mayor de cincuenta años, de nacionalidad francesa. Por suerte, Chūya podía entender ese idioma.

— ¡¡NO SOMOS MOCOSOS, TENEMOS VEINTIDÓS AÑOS Y SÍ HABLAMOS!!

Chūya cayó en esa primera provocación, causando una sonrisa en el francés.

— Chūya, ¿qué demonios dijiste?

— S-Sólo nos defendía.

Respondió en japonés, avergonzado.

Al haberlos distraído un poco, un hombre se acercó sigiloso, y con un palo metálico, golpeó con fuerza el abdomen y costillas de Dazai, haciendo que cayera al suelo, retorciéndose de dolor al instante. Hubiera podido matarlo, pero quería divertirse un poco con el par de chicos de Yokohama.

— ¡Dazai! ¡Oye, no puedes dejarme en esto!

Se agachó para revisar al castaño, quien estaba tosiendo sangre. No podía levantarse.

— L-Lo siento, Chūya... D-Duele mucho, confío en que lo harás bien... Usa la corrupción, es más efectiva y rápida... Le dejé...un mensaje a Fumiya...

Desmayó por el dolor.

Chūya estaba furioso. No le importaba nada más que derrotarlos a todos y verlos muertos.
Antes de que pudieran atacarlos más, empezó a actuar en su plan.

Solo sería mucho más difícil, pero si Dazai confiaba en él, si de esa manera Yokohama estaría a salvo, debía hacerlo.

La forma corrupta de su poder empezaba a manifestarse de una manera mucho más aterradora que veces anteriores. Causaba terror en aquellos que sólo poseían armas y ninguna habilidad. 

Destruía todo a su paso, dejando ya varios muertos y malheridos. No se controlaba, no tenía piedad por ninguno. Los mantenía lejos de Dazai, y lejos del edificio donde se encontraba Fumiya.

Los vivos restantes lo atacaban con sus habilidades y eso lo estaba desgastando. Se volvía débil aún usando su forma corrupta.
Estaba por perder el conocimiento, cuando miró a cierta criatura flotante causar una gran explosión en el lugar donde se encontraban esos hombres de la organización contraria.

Sólo bastaron cinco segundos para que todo haya terminado.

Chūya cayó al suelo, consciente aún. Se golpeó un poco con la caída, nada grave.

Habían derrotado a los franceses de la organización.

Fumiya bajó al suelo luego de asegurarse que todos los demás estuvieran muertos. Se acercó a sus padres, y abrazó a Chūya, recargando su cabeza y oído en el pecho del mismo, para escuchar los latidos de su corazón.

Anuló la forma corrupta de Chūya poniéndolo a descansar.

— Mamá... Estaremos bien. Llamaré a la doctora de la Agencia dónde trabaja mi papá.

Buscaba entre los contactos del teléfono móvil de Dazai, sabía cómo tenía registrado a sus contactos, por cualquier emergencia.

YOSANO: Dazai, es de madrugada. ¿Esto es una broma?

FUMIYA: M-Me encontré al dueño del teléfono muy débil en el puerto de Yokohama. Está con él un hombre con sombrero, también débil. Parece de la Port Mafia. Por favor, vengan a ayudarlos. Podrían morir los dos.

Colgó.

Fumiya limpió sus lágrimas, y besó la frente de cada uno de sus padres, para luego esconderse en el edificio de antes y vigilar para cuando llegaran por Dazai y Chūya. Se quedó con el teléfono móvil de su padre. De ese modo, se comunicaría con ellos más tarde.





Yosano.-

¿Quién es ese niño que estaba en la madrugada en la calle y encontró a ese par malheridos?

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