Mini "lemon".
Después de un maravilloso día en la Isla, anocheció, y se dirigían en el crucero hacia Yokohama, mirando al Sol ocultarse a la orilla del mar.
Iban sentados en una banca al exterior, disfrutando de la brisa del mar. Se acomodaron en abrazo en familia con Fumiya en medio de ambos, con una delgada sábana para cubrirlo del frío.
El niño recargaba su cabeza en uno de los brazos de Chūya, soñoliento. Estaba exhausto de tanto jugar. Se divirtió, pero su energía ya era muy baja a las 20:30 hrs. Tenía sueño pero no quería dormirse. Si lo hacía, estaría perdiéndose de más maravillas nocturnas camino a casa. Nunca se sabe cuándo sería la próxima vez que sus padres lo dejaran salir.
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Una hora más tarde, ya se encontraban en la mansión. Fumiya había dormido en esa hora que quedaba camino a casa, y había repuesto sus energías.
Eran las 21:50hrs y buscaba a su perro de peluche para jugar con él mientras miraba la televisión después de darse un baño.
— Fumiya, cariño, ya es muy tarde. Debemos dormir.
Se acercó al niño, con una frazada suave con la que empezaba a envolverlo. Fumiya se acostó en el sofá y sonrió, abrazando a su peluche.
— Voy a dormir aquí, mami. En el sofá.
Dijo decidido.
— ¿P-Por qué? ¿No te da miedo?
Fumiya negó con la cabeza.
— Ustedes dormirán conmigo en la sala. Tienen futones para dormir.
Respondió Fumiya. Chūya suspiró con cansancio y levantó al niño de pie sobre el sofá, aún con la frazada envuelta y el peluche en mano.
— ¿Mami?
Fumiya estaba confundido. Muchas veces durmieron en la sala, ¿Por qué esta vez su madre no lo quería así? Lo hacía sentir triste de cierta manera.
Chūya lo cargó ayudándose de la fuerza de su habilidad.
— No quiero que duermas aquí en la sala, mi amor. Tu papá y yo no queremos dormir aquí esta noche. Será para mañana, ¿está bien?
— Sí, mamá...
Contestó desanimado. En ese momento Dazai llegó al lugar y apagó la televisión.
— Es una promesa, Fumiya-kun. Mañana dormiremos los tres aquí. Yo le prometí a mami que dormiríamos en la habitación. Hoy te prometo a tí que mañana veremos películas y dormiremos aquí en la sala.
— ¡Sí, papi! ¿Y puedo ir mañana contigo a conocer el conbini?
— Está bien.
— ¡Dazai!
— Está bien, Chūya. El conbini queda cerca. Nadie nos verá.
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Supuestamente habían dejado a Fumiya dormido en su respectivo dormitorio, junto con sus peluches alrededor. Lo observaban desde la puerta. Dazai abrazó por la cintura al pelirrojo con ternura.
— ¿Sabes qué es lo que más amo de Fumiya, Chūya? Sus ojos. Porque son como los tuyos. Hermosos y azules.
Chūya se sonrojó.
— Creí que dirías que porque se parece a tí...
— Eso también.
— Dazai.
— ¿Si?
— Fumiya tiene siete años. ¿No crees que es momento de darle un hermanito? Sería lindo un segundo bebé y...
— Hagamos un hermanito para Fumiya-kun, Chūya. Pero hay que revelar este gran secreto pronto, para vivir tranquilos y felices.
Respondió con una sonrisa. Sujetó una de las muñecas de su amado pelirrojo y se fueron a su habitación, donde pasarían una noche apasionada y amorosa, como la que hace tiempo no tenían.
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Chūya provocaba a Osamu de una manera empalagosa y con cariño. Había recibido ya, pero quería más, no estaba cansado.
Se encontraba recostado debajo, rodeando con sus brazos el cuello de Dazai y colgándose un poco de él para poder besarlo. Dazai le facilitaba el trabajo.
— Ya te extrañaba, Chūya...
— Y yo a tí, bastardo. Estar casados, vivir en el mismo lugar, dormir juntos, y pasan semanas para que vuelva a suceder... ¿Tan viejos estamos?
— No es eso. Nos hemos enfocado tanto en Fumiya, que olvidamos nuestra relación íntima de pareja. No volverá a suceder, mi Chūya.
— Házmelo otra vez.
— ¿C-Chūya?
— Métela. Sigo hambriento, aún te necesito idio... ~~
— Chūya... ~~
>>>
Fumiya despertó.
El Soukoku quiere bebé, dudo que se los ponga, ya dependerá de ciertas cosas.
Próximo capítulo:
Primeros Tiempos Con Fumiya.
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OUR LIFE [SOUKOKU]
De Todo[MPREG, BOY LOVE] El tan reconocido Soukoku guarda un gran secreto. Dazai y Chūya se casaron nomás se conocieron, todo empezó como un juego y ahora son inseparables. Su vida privada y su hijo de siete años de edad son su mayor secreto. ¿Qué suced...